Esta semana volvían a llenarse las redes y medios de comunicación de una nueva polémica con respecto a la muerte del torero Víctor Barrio. No es la primera vez que una noticia trágica provoca reacciones mediáticas enfrentadas y varias causas judiciales contra anónimos... ni será la última.
Ante este hecho y la palpable criminalización arbitraria de las redes sociales planteamos el siguiente test para demostrar que no exite una coherencia judicial con todas las declaraciones públicas contextualizadas sino que más bien es una respuesta de los distintos grupos mediáticos y de opinión a la alarma social que provoca cada noticia en los suyos.
Porque una cosa es la legítima libertad para denunciar declaraciones que atentan contra el honor de las personas y otra el capricho de los jueces para llevarlas a trámite.
Al hacer este pequeño experimento no buscábamos más que mostrar que las redes sociales son una parte más la sociedad y que en otros medios, en otros contextos, también se producen afirmaciones de un carácter similar a los que se escrutan con más saña en redes.
Lo que sí que tenemos claro es que la libertad de expresión no vive buenos momentos en nuestro país, tanto a nivel de la sociedad civil, política o del mundo del arte y que esa continúa aplicación de dogmas no hace más que coartar la libertad, la imaginación o simplemente, el habla, llegando incluso a provocar que las individuos apliquen, a sí mismos, la peor de las censuras, la propia.
Que cada uno saque sus propias conclusiones.
“No comparto tu opinión pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla” – Voltaire.
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