La controversia vivida en los últimos meses por el fraude de las emisiones contaminantes de Volkswagen ha llevado a que la Unión Europea tomara cartas en el asunto anunciando nuevos procedimientos para homologar las emisiones con pruebas reales en carreteras en lugar de test en laboratorios. Pero hasta que se apliquen, la propuesta comunitaria que permitirá a los vehículos diesel que se vendan a partir de 2017 rebasar los límites de emisiones en un 110 % ha superado el escollo del pleno del Parlamento Europeo, que la respaldó frente a una recomendación de la Comisión de Medioambiente de rechazarla.
La Eurocámara, que ha hecho caso a los fabricantes, rechazó el veto que solicitaba la comisión parlamentaria por 323 votos frente a 317 a favor y 61 abstenciones. De esta forma, saldrá adelante la iniciativa acordada por la Comisión Europea y los Estados miembros que fija nuevos límites de emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) de los vehículos diesel para cuando se introduzca el esperado sistema de homologación en condiciones reales de conducción, y no en laboratorio, como ahora.
Se deben aplicar a partir de septiembre de 2017 para nuevos modelos y de septiembre de 2019 para todos los coches nuevos, pero ante los argumentos de los fabricantes de que no sería posible respetar los topes de emisiones en ese plazo en esas nuevas condiciones, se acordó permitirles que las superaran en un 110 %.
En una segunda fase, a partir de 2020 para los modelos nuevos y de 2021 para todos los vehículos nuevos, ese incremento con respecto a los estándares fijados inicialmente se limitaría al 50 %. Y como muy tarde en 2023, según precisó el presidente de la comisión del Medio Ambiente de la Eurocámara, Giovanni La Via, los límites de NOx serán los que debían haber cumplido los constructores con los test todavía en vigor.
En la práctica, y teniendo en cuenta que cuando los coches se someten a pruebas en condiciones reales de conducción emiten cuatro o cinco veces más, las nuevas normas significan que los fabricantes estarán obligados a reducir las emisiones de los coches que ponga en circulación llegando a homologar una emisiones reales que serán cuatro o cinco veces inferiores a las de ahora.
Para los grupos ecologistas, por el contrario, el nuevo sistema no hace sino legalizar las trampas y el fraude de los productores. Alegan que existe la tecnología para cumplir los límites de emisiones pero la presión de los fabricantes y de algunos Estados miembros ha conseguido imponer este nuevo reglamento, para ellos, absolutamente anacrónico.
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