Tantos años y décadas invadidos por los motores diésel, con segmentos en los que más del 80% de las ventas llegaron a ser versiones de gasóleo, y de repente parece que estamos ante el cáncer del sector del automóvil. Generalizar que los motores diésel son tan contaminantes que hay que prohibirlos es sin duda todo un despropósito de algunos políticos que no tienen conocimiento alguno de la realidad tecnológica. Porque prohibir circular en ciudades a turismos diésel de última generación es toda una discriminación cuando sus niveles contaminantes son tan bajos como muchos motores de gasolina e incluso híbridos.
No hay más que comparar las cifras de estos avanzados diésel con motores de hace una década para comprobar que hoy, emiten un 85% menos de NOx y un 30% menos de CO2. Y esto es fruto de las exigencias de las leyes anticontaminantes, que obligan a los nuevos diésel a incorporan sofisticados y no precisamente baratos sistemas de limpieza de los gases de escape que consiguen los coches diésel actuales emitan menos CO2 que los motores de gasolina y prácticamente los mismos niveles de NOx.
¿Y entonces cual es el problema? Pues en cualquier caso serían los “primitivos” motores de gasóleo que comenzaron a extenderse dos o tres décadas atrás, y que carecen de los ya habituales elementos como los filtros de partículas o los de NOx. Motores sin duda que contaminan hoy en día mucho más que los motores de gasolina de la misma época, coches que sí que habría que limitar su circulación en grandes núcleos urbanos pero aportando por parte de administraciones o ayuntamientos alguna solución para el ciudadano, que paga sus correspondientes impuestos de circulación como cualquier otro.
Los coches diésel actuales emiten menos CO2 que los motores de gasolina y prácticamente los mismos niveles de NOx.
Con afirmaciones como la de la ministra Ribera –“el diésel tiene los días contados”-, se demuestra el gran desconocimiento de su equipo de “expertos” asesores, que dan la sensación de desconocer no sólo la tecnología actual, sino incluso las leyes. Porque éstas, no permiten hoy en día que un diésel contamine más que un gasolina, y por eso el diésel, si los políticos no acaban intencionadamente con él, tiene un gran futuro por delante.
Con consumos y emisiones cada vez más ajustados tendrían, cuando hablan del tema, distinguir de entrada entre “antiguos diésel” y “modernos diésel”. Que el “antiguo” y contaminante coche de gasóleo debe ser objeto de una serie de restricciones al tráfico en ciudad nadie lo discute aunque, insisto, se debiera dar una solución a aquellos que circulan, y pagan impuestos, con uno de ellos. Porque, como suele ser habitual, prohibir es la solución más fácil para los políticos.
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