El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid, presidido por Manuela Carmena, ha decidido dar la espalda a las motos, a las que considera igual de contaminantes que un turismo, limitando su acceso al núcleo central urbano cuando los índices de contaminación alcancen los niveles que marcan la prohibición de la circulación. Un hecho sin duda muy negativo para un tipo de transporte urbano que siempre se ha considerado mucho más eficiente que el del automóvil, y al que por primera vez iguala con estos al considerar que emiten tanto o más que ellos.
Una decisión que provocará sin duda mucha controversia, englobada dentro del plan de actuación del Consistorio municipal, que contempla de varias fases. En la primera, la velocidad queda limitada a 70 kilómetros por hora en la M-30 y en las autovías de acceso. En la segunda, se prohibiría el aparcamiento en la zona regulada a los vehículos que no sean residentes en la propia zona. Y, en la tercera fase, se prohibirá circular por el centro urbano a la mitad de los vehículos en función de la matrícula par o impar.
Y en estos últimos la concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento, Inés Sabanés, incluye al colectivo de las motos que, según sus palabras "emiten lo mismo o más que los coches de gasolina". Todo ello basado en datos de emisiones de motos anteriores a 2008, mientras que en los coches son datos actuales. Todo ello sin tener en cuenta la duración de los trayectos en moto respecto al automóvil y el tiempo que pasan estos últimos en los atascos, emitiendo incluso en parado partículas contaminantes.
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