No está siendo estos últimos años especialmente agradables para Carlos Tavares, CEO del grupo Stellantis, una automovilística con mucho arraigo en Italia a través sobre todo de la marca Fiat. De hecho, su salida de la multinacional ya ha sido anunciada y será a comienzos de 2026 cuando deje su puesto tras llegar a la cabeza del antiguo grupo Grupo PSA (Peugeot Citroen) en 2014 y pilotar las negociaciones de fusión con FCA (Fiat Chrysler) que dieron lugar a la creación de Stellantis en enero de 2021.
Y es que las derivas de la compañía en los últimos años a cuenta de la llegada de las automovilísticas chinas a Europa con sus modelos eléctricos está generando muchas dudas en la política industrial, habiendo causado una gran preocupación sobre todo en Italia, donde la caída de producción del grupo es notable, llegando incluso a haber suspendido temporalmente la fabricación del Fiat 500 eléctrico por su baja demanda.
Una preocupación que ha llevado a los sindicatos italianos a pedir la intervención del Gobierno de Giorgia Meloni ante la "dramática" caída de la producción en el país de la multinacional automovilística, que este año cerrará con volúmenes en niveles de 1957 a pesar del acuerdo alcanzado con el Ejecutivo.
"Pedimos al Gobierno que convoque a la empresa y a los sindicatos" y "abra una confrontación real", dijo el secretario general del mayor sindicato de Italia, al afirmar que la empresa ha reducido más de 12.000 puestos de trabajo en los últimos años, recortando también la investigación y el desarrollo y "sigue pensando en ir a producir a otros lugares, como Marruecos, poniendo en riesgo cerca de 25.000 puestos de trabajo”.
Su llamamiento se produce después de que el propio Carlos Tavares pidiese, en una comparecencia en una comisión del Parlamento italiano, nuevos incentivos al Estado para mantener su posición preeminente en el país.
Lamentan desde el sindicato que en los últimos años Stellantis no haya invertido en componentes ni en cadenas de suministro y aseguran que el potencial de producción de las plantas italianas podría alcanzar hasta 2 millones de coches, pero este año se situará por debajo de 300.000, "lo que no había sucedido desde 1957".
Retrasos tecnológicos frente a China
"Hay un problema de realidad para toda Europa y para las políticas capaces de compensar los retrasos tecnológicos que se han producido en los últimos años frente a la cantidad de inversiones realizadas por los chinos, los estadounidenses y en cierta medida también los japoneses, que están mucho más adelantados", añadió.
Luigi Sbarra, líder del sindicato CSIL, subrayó, sobre las declaraciones de Tavares, que "no basta con pedir nuevos incentivos. El apoyo público debe venir después de un plan de negocio adecuado, en línea con los compromisos adquiridos por Stellantis" y recordó que el próximo viernes todos los trabajadores en Italia del sector de automoción irán a la huelga para protestar por la bajada de la producción en el país.
"Se nos garantizó una inversión y un fuerte crecimiento de la producción, con la perspectiva de la saturación de las plantas italianas y la salvaguardia de los puestos de trabajo directos e inducidos. En cambio, sólo vemos un aumento del sufrimiento, en todas las plantas, como lo demuestra la congelación de la Gigafactoría de Termoli", añadió.
Tavares, en un contexto de dificultades económicas para la empresa, que ha reducido a más de un tercio su producción de coches en Italia este año, desmintió las críticas de que Stellantis no tenga un plan industrial en el país y las acusaciones de que la empresa deje de lado a sus fábricas italianas.
Según denuncia la Federación Italiana de Trabajadores Metalúrgicos (FIOM), desde que Stellantis absorbió a Fiat no hay modelos de coches nuevos que se produzcan en Italia, ante lo que la producción bajó y la empresa priorizó sus actividades en otras plantas situadas en otros países donde la mano de obra o los costes productivos son más baratos.
Uno de esos últimos modelos, el Ypsilon de la renacida marca italiana Lancia, se produce de hecho en España, en la planta del grupo en Figueruelas (Zaragoza). Y el también nuevo Junior de la emblemática Alfa Romeo se produce en Polonia, creando una polémica entre Stellantis y el Gobierno italiano a cuenta del nombre original escogido, Milano, que la marca tuvo que desechar ante las presiones del ejecutivo de Georgia Meloni por no estar fabricado en Italia.
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