La moda SUV iniciada hace ya unos años y que lleva camino de imponerse ha hecho que los auténticos todoterreno que décadas atrás poblaban nuestras carreteras estén casi extinguidos. Sólo emblemáticas marcas como Land Rover entre las europeas, Jeep entre las americanas y Toyota entre las asiáticas mantiene algunos modelos que siguen destacando por su eficacia en campo. Y entre la primera, el Discovery ha sido, y lo sigue siendo ahora, su máximo representante, y en esta su quinta generación ha sabido mejorar en gran medida en sus cualidades sobre el asfalto pero manteniendo su verdadera personalidad todoterreno.
La receta en su enorme salto cualitativo ha sido desarrollar una nueva generación fabricada con estructura de aluminio y magnesio, reduciendo en casi 500 kilos el peso respecto a la anterior generación y favorecer así a mejores consumos, mayor dinamismo en carretera sin apenas perjuicio en conducción off-road. Y ello con una carrocería que roza los 5 metros de longitud y supera los 2 metros de anchura. Su enorme distancia entre ejes de 2,9 metros (38 mm más que en la anterior generación), permite además una capacidad para 7 ocupantes en sus tres filas de asientos, todos ellos independientes y de amplias dimensiones.
Como gran todoterreno que es, la capacidad de carga sigue siendo una de sus principales virtudes y se encuentra muy por encima de la media, con 258 litros con siete plazas y más de 600 litros hasta la bandeja con cinco plazas, que superan los 1.100 si aprovechamos la mucha altura disponible hasta el techo. Y como detalle práctico, además de rueda de repuesto convencional cuenta con una plataforma abatible que sobresale del maletero para utilizarla como asiento, mesa o repisa, que aguanta hasta 300 kilos de peso. Cambia, respecto al anterior Discovery, el portón de grandes dimensiones de una sola pieza en lugar de dos. En cualquier caso, el confort en el interior es brillante en todos los sentidos, por amplitud, asientos, aislamiento del ruido de rodadura o filtrado de las suspensiones neumáticas.
Porque esta versión con motor diésel V6 -hay un cuatro cilindros de inicio con amortiguadores convencionales- implica ya la exquisita amortiguación neumática. Con ella, ofrece sobre el asfalto una suavidad y comodidad sobresalientes, aunque evidencia su personalidad todoterreno. Frente a grandes SUV tipo X5, Q7 o el propio Range Rover Sport, el Discovery requiere más giro de volante en curva y muestra un balanceo lateral en curva hasta que apoya más evidente. En carreteras muy viradas, debe mantener su propio ritmo sin buscar un excesivo dinamismo, y se siente más aparatoso en general. Pero en carreteras más abiertas y menos exigentes, resulta mucho más agradable y eficiente por lo que al bastidor se refiere. Para largos viajes en carreteras amplias o autovías, el grado de satisfacción por lo que al confort se refiere es máximo, y se puede mantener ritmos muy elevados con un motor que, con 258 CV, asegura un alto nivel de dinamismo. No es un Range Rover Sport en este sentido, pero está claramente más cerca que en su anterior generación.
Y es que el V6 diesel 3.0 de 258 CV brilla por capacidad de respuesta y refinamiento. Debe mover más de 2.300 kilos, pero lo hace de forma muy solvente. Con él, el Discovery se siente suficientemente rápido, un motor que empuja mucho desde bajo régimen y con mucha suavidad además, gracias también a su cambio de 8 velocidades, que permite optimizar el escalonamiento en todo momento. A baja velocidad empuja con mucha fuerza y en carretera, una vez lanzado, mueve un generoso desarrollo que le permite girar al motor bajo de vueltas manteniendo elevados cruceros y consumos moderados para un modelo de las dimensiones del Discovery. A ritmo rápido, sin abusar, pero por encima de las velocidades que marcan las distintas vías, nos quedamos en el entorno de lo ocho litros y medio. Si aprovechamos sin miramientos todo su potencial, el ritmo de marcha sube en la medida que también lo hacen los consumos.
Y todo ello con unas aptitudes en campo que le alejan de cualquier otro modelo por muy todoterreno que sea, y por supuesto a años luz de los mejores SUV. La suspensión neumática permite adaptar la altura a los requerimientos de cada momento. Al superar los 105 km/h baja 15 milímetros, pero en campo, sube desde su altura normal 75 milímetros hasta 50 km/h o 40 milímetros entre 50 y 80 km/h al elegir uno de los modos de conducción off-road. La trasmisión y la respuesta del acelerador también cambian sus leyes de actuación y, con imponentes ángulos de ataque, ventral y de salida y de capacidad de vadeo, casi no hay límites para disfrutar en campo. Por supuesto dispone de reductoras, por lo que no hay paso casi que se le resista, apoyado en todo momento por unas ayudas electrónicas que nos permiten tan solo centrarnos únicamente en el volante dejando que la tecnología asuma el control del motor y los frenos.
En cuanto al equipamiento, casi no hay límites para configurar un Discovery a la medida de las necesidades o gustos de cada cliente. Ya sea en temas de seguridad, confort o conectividad, no hay elemento que no puedas encontrar en esta quinta generación de uno de los todoterrenos más auténticos del mercado. Eso sí, barato no es, y a poco que nos decantemos por un motor de cierto nivel de potencia, estamos ya por encima de los 60.000 euros y camino de los 70.000.
VERSIÓN: Land Rover Discovery 3.0 TDV6 HSE 7 plazas
PRECIO: 78.700 euros
DATOS TÉCNICOS · Motor: 6 cil. en V Cilindrada: 2.993 cm3 Potencia máx.: 258 CV a 3.750 rpm Par máximo: 600 Nm a 1.750 rpm Tracción: Total permanente Caja de cambios: Automática de 8 vel. Dimensiones: 4,97 / 2,01 / 1,85 m Peso: 2.230 kg Depósito de combustible: 85 litros Capacidad del maletero: 629 l.
PRESTACIONES · Vel. máxima: 209 km/h Acel. 0 a 100 km/h.: 8,1 seg Consumo en recorrido de pruebas: 8,6 l/100 km Autonomía en carretera: 988 km.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación