Los grandes fracasos en el mundo de la automoción son más habituales de lo que podemos imaginar, modelos que pasan por el mercado sin apenas hacer ruido y que tiempo después de su comercialización desaparecen sin más tras convertirse en un gran problema para los concesionarios. Dos de los últimos modelos en engrosar esta larga lista de fracasos son el Mitsubishi Lancer y, unos meses atrás, el pequeño Nissan Pixo, uno berlina y otro utilitario que no han sabido encontrar su hueco en nuestro mercado y que han dicho adiós a su comercialización.
Y es que las cifras de ventas de los últimos años justifican de pleno su desaparición de las listas de precios. Del Lancer se comercializaron menos de 120 unidades en 2012 y apenas 6 el pasado año, una berlina que llegó en su actual formato en 2008 y sobre la que Mitsubishi había depositado muchas esperanzas en sus resultados fruto de un diseño en cierto modo deportivo y de un precio ajustado. Con los descuentos oportunos podía adquirirse por menos de 20.000 euros y ofrecía, además de una estética de gran personalidad, un motor Diesel que originalmente era de procedencia Audi —el exitoso 2.0 TDi de 140 CV que tantos modelos del Grupo Volkswagen montó—, pero ni con esas pudo convertirse en una alternativa a las berlinas medias europeas, dominadoras en nuestro mercado de las ventas. Tras los pobres resultados del 2013, finalmente Mitsubishi, ahora ya en manos del Grupo Bergé Automoción, ha decidido prescindir de su berlina para centrar sus esfuerzos en segmentos más consolidados para la marca.
Tampoco el Pixo ha logrado hacerse hueco en el mercado, con menos de 200 coches vendidos en los dos últimos años, menos de 50 el último de ellos. Un pequeño utilitario que salió al mercado a finales de 2009 y que ha durado en el mercado poco más de cinco años con ventas muy inferiores a las que la marca japonesa había estimado en un segmento que supone algo más del 20% del mercado y en el que, por ejemplo el pasado año, se vendieron más de 200.000 unidades. Pero el Pixo, con un diseño en esta caso demasiado sencillo, no acabó de entrar por los ojos como lo hicieron otros pequeños urbanos como el Fiat 500 o, en otro escalón, el Mini. Práctico, sencillo y con un precio ajustado, el Pixo no cuajó y ha acabado por dejar de comercializarse.
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