Es populismo extremo, no le des más vueltas. En la entrevista de García Ferreras a Pedro Sánchez, a pesar de los esfuerzos del periodista por normalizar las delirantes respuestas, no pudo evitar el pestazo a retórica populista. En una entrevista anterior, el “doctor” le había declarado que traería preso a Puigdemont para, poco después, como si nada, oírle proclamar las bondades de amnistiar al huido de la justicia o, el pasado viernes, que ha derrotado al golpista, y sin inmutarse. Se puede ya prever una próxima entrevista con los mismos protagonistas en la que el prófugo será calificado de nuevo como fiel aliado.
Ningún español desconoce que Sánchez no es nada sin los siete votos de Puigdemont, pero siempre podrá justificar sus volteretas narrativas gracias a la cooperación de los numerosos equidistantes, las “voces con afán de ecuanimidad” que diría el periodista Rafa Latorre. Ellos son los que dan credibilidad a un relato delirante para las europeas del 9-J: “Sánchez contra Puigdemont”. El socialista habría derrotado a los independentistas, a la vez que era su rehén. Desde el campo del soberanismo, es más respetuosa con la realidad la valoración que hace Enric Juliana en La Vanguardia cuando recuerda que los secesionistas lograron 1,3 millones de votos, los mismos que en 2021, mientras su influencia en el gobierno sanchista sigue intacta.
Es una evidencia que el sanchismo intenta convertir los 42 diputados del 12-M en munición de campaña para las europeas del 9 de junio. Irán con el cartel “hemos derrotado al secesionismo” para ocultar la amnistía, a la que se opone incluso la mitad de los votantes socialistas. Pretenden ocultar que hoy el PSOE únicamente es primera fuerza en Cataluña. Incluso en Castilla-La Mancha y Asturias, el PP los superó en las generales del 23-J. Se han convertido en un partido que solo podrá gobernar, y como auxiliar del independentismo, en País Vasco, Navarra o Cataluña. Esa es la explicación al intento de hacer olvidar sus alianzas colocando la bandera nacional en Ferraz hasta pasadas las europeas. ¡Trampas!
Cuidado, pues, con Salvador Illa, al que los equidistantes quieren elevar a la condición de estadista, pasando por alto que es el responsable de una de las peores gestiones de la pandemia en todo el mundo
Quieren sacar petróleo de su 28% en las catalanas. Hace unos días, en los medios sanchistas se afirmaba, sobre las negociaciones en Cataluña, “esperan con la pericia que les permitió hacerse con la alcaldía de Barcelona” no tener problemas para formar gobierno. Cuidado, pues, con Salvador Illa, al que los equidistantes quieren elevar a la condición de estadista, pasando por alto que es el responsable de una de las peores gestiones de la pandemia en todo el mundo, como con datos del Lowy Institut de Australia reconocía la Cadena Ser en enero de 2021, justo cuando dejaba el cargo de ministro de Sanidad. Ahora Sánchez le dice a Ferreras “todos los caminos conducen a Illa”; sí, y a intentar pactar con independentistas, como se comprobará al día siguiente del 9-J.
La aspiración de Illa consiste en resucitar el fracasado tripartito con poscomunistas de Sumar e independentistas de Esquerra Republicana. Ucelay-Da Cal ha escrito una detallada valoración sobre esa experiencia iniciada por Pascual Maragall y Carod-Rovira, desarrollada en 2003-2010. Según el historiador catalanista, el exalcalde de Barcelona se aprovechó de la disponibilidad de Zapatero para lograr un “Estatut definitivo” y, de paso, “domesticar a ERC y debilitar a CiU”. Los resultados dibujaron un fracaso. El principal perjudicado con la experiencia fue el PSC-PSOE, que pasó de 42 diputados en 2003 a 28 en 2010, en tanto los convergentes ascendían de 46 a 62 y lograban la alcaldía de Barcelona con Xavier Trias. A Esquerra republicana, el tripartito le sirvió para caer de 23 a 10.
En aquel momento fue decisivo para armar la coalición el liderazgo incontestado de Carod-Rovira en el partido republicano. En cambio, hoy nadie controla esa organización. En estas condiciones, la confianza que muestra Illa en lograr la presidencia tiene más que ver con la propaganda para las europeas que con la realidad política catalana. Además, como la ciencia política demuestra (Ignatieff, Dion), la estrategia de cesiones a los independentistas siempre fracasa. Ahora Sánchez esconderá pactos y, pasadas las europeas, volverá a la mesa de Suiza con un catálogo completo de nuevas entregas al independentismo: financiación excepcional para Cataluña, que el socio potencial ERC calcula en 22.000 millones adicionales al año; expulsión del castellano de las aulas, en abierta rebeldía frente a los tribunales; combate a lo que llaman dumping fiscal de Madrid; etcétera.
Financiación especial para Cataluña
Lo que van a intentar Illa y Sánchez hasta que pase el 9-J es esconder ese plan de subordinación a Junts y ERC. Otra cosa es que puedan lograr a la vez las presidencias en Madrid y Barcelona. No lo parece. Ahora lo que tienen concertado es evitar que forme parte de los debates electorales el sistema de financiación especial para Cataluña ya asumido por los socialistas y que, como ha demostrado Fedea, “no funciona, es más caro y provoca más fraude”, y debe financiar el resto, andaluces, gallegos o madrileños. Hasta Oscar Puente sabe que con eso no se puede ir a dar un mitin a Valladolid. ¡Delirante!
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