Hoy se cumplen diez años desde que la Puerta del Sol se poblara de indignados por los recortes de una crisis que nos llevó de la Champions league de las economías europeas (de la que presumía Zapatero) a la intervención y el rescate de la UE que se tuvo que comer Rajoy.
Y de aquellos tiempos de zozobra, cuando el ministro del Interior socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, no se atrevió a desalojar Sol en vísperas de unas elecciones, se asentó un movimiento del que nacería –al amparo de la Facultad de Políticas de Somosaguas- el 15-M y el germen de Podemos. Su primer gran éxito fueron los cinco diputados en las Europeas de 2014. Uno de ellos era Pablo Iglesias.
Diez años después, del 15-M queda poco. Y de Pablo Iglesias, ni la coleta. Y la mayoría de quienes le acompañaron en aquellos comienzos han sido purgados: de la foto del Vistalegre I de 2014 al Vistalegre II de 2017 desaparecieron Carolina Bescansa, Luis Alegre e Íñigo Errejón. Solo Juan Carlos Monedero se mantiene. Llegaron Echenique, Mayoral e Irene Montero, y por el camino –y tras una columna del Congreso- también fue apartada Tania Sánchez.
Pero los compañeros de Podemos no ha sido los único que Iglesias ha ido dejando en este camino de apenas diez años en la política. También muchas promesas que, en teoría, eran su seña de identidad y que se han perdido como lágrimas en la lluvia.
Adiós a la transparencia
La transparencia y el 'streaming' fueron lo primero que se perdió por el camino. Cuando llegó a la política, Iglesias pedía "abrir puertas y ventanas", "máxima transparencia", "ni un pacto de despacho" e incluso llegó a negociar un Gobierno regional en streaming. En 2019, tras el 'pacto del insomnio', negoció con Sánchez el nuevo Gobierno en reuniones sin luz ni por supuesto taquígrafos, y pedía "discreción y mucha mano izquierda para que las cosas salgan bien".
Cayó también, ¡precisamente con un nuevo 'código ético'!, la prohibición de simultanear dos cargos, lo que hizo posible que, al llegar al Gobierno con Sánchez, Iglesias y su pareja, Irene Montero, simultanearan las carteras ministeriales con el escaño del Congreso. Lejos quedaba Vistalegre II (2017), cuando el propio Iglesias anunció —tras denunciar las bases que Ramón Espinar acumulaba el cargo de senador y de diputado regional— una reforma para impedirlo: "Tenemos un problema con la acumulación de cargos", dijo entonces. Años después, eliminó la prohibición. A Espinar lo había eliminado antes.
En esta travesía de diez años, Iglesias olvidó la transparencia, los límites salariales, la duplicidad de mandatos, compañeros y compañeras, los 'peligrosos chalés', Vallecas y, finalmente, hasta la coleta...
En la travesía de Sol a Galapagar, también se perdió por el camino la limitación salarial, otra de las propuestas estrellas del Podemos originario de 2014. El nuevo código ético de Podemos eliminó el límite de dos salarios mínimos interprofesionales y medio para sus cargos. "Sería de vergüenza que nosotros, elegidos por los ciudadanos, digamos: 'No. Al tiempo que usted va a cobrar 645 euros, que es el salario mínimo, yo voy a cobrar 8.000 euros...'. Usted es casta", aseguraba Pablo Iglesias en una entrevista a Ana Pastor en La Sexta cuando era eurodiputado. Hoy, y durante 15 meses, cobrará una indemnización de 5.316 euros mensuales como exvicepresidente.
Puertas giratorias
Las puertas giratorias también volvieron a abrirse en cuanto Iglesias y Unidas Podemos llegaron al poder. “¿Sabéis lo que hacen las eléctricas para tener más poder que los diputados? Comprarse ministros y presidentes. Voy a leer una lista, a ver si sale en algún telediario: Luis de Guindos, dirigente del PP y de Endesa; Elena Salgado, dirigente del PSOE y de Endesa; José María Aznar, dirigente del PP y de Endesa; Manuel Pizarro, dirigente del PP y de Endesa; Pío Cabanillas, dirigente del PP, también comprado por Endesa"... Eso decía Iglesias en la campaña electoral de abril de XX.
Con él de vicepresidente, el Gobierno colocó a la exministra de Vivienda Beatriz Corredor al frente de Red Eléctrica Española con un sueldo de más de medio millón de euros, el mayor de toda la Administración. "Traicionar a la patria es utilizar un ministerio o una presidencia para acabar en un consejo de administración", clamaba en su día el entonces secretario general de Podemos.
Igual que clamaba contra las cloacas del Estado. Cuando se desvelaron los audios del comisario Villarejo con la fiscal Dolores Delgado y el exjuez Baltasar Garzón, Iglesias exigió la dimisión de la ministra de Justicia: "Alguien que se reúne de manera afable con un personaje de la basura de las cloacas de Interior en nuestro país debe alejarse de la vida política porque hace daño a la mayoría que protagonizó la moción de censura". Solo 18 meses después defendía su nombramiento como fiscal general del Estado de su propio Gobierno. Para justificar su cambio de postura dijo que la ministra se había disculpado. Una fake de libro. Esa disculpa nunca se produjo.
La fuga de Vallecas
Pero las ‘renuncias’ no solo han sido en el plano político, también en el personal. Y de casi todas hay testimonio. Como cuando, en un reportaje en Vallecas aseguraba que nunca se iría de su barrio y que desconfiaba de “este rollo de los políticos que viven en Somosaguas, que viven en chalés, que no saben lo que es coger el transporte público…”. Su ‘fuga’ de Vallecas a un chalé en Galapagar fue el colofón a sus ‘traiciones’ y marcó, según muchos de sus colegas, el declinar definitivo de Iglesias.
Desde entonces, muchos no volverían a creer en él. Ni cuando, el 28 de abril pasado, se comprometía públicamente a seguir en la Asamblea de Madrid si no ganaba el 4-M y a dejar el liderazgo de Podemos en 2023. El mismo día 4 anunciaba que no recogería el acta y que dejaba la formación morada.
Por ello, cuando el pasado miércoles, en un posado con su periodista de cabecera (libro incluido) filtraba su nuevo look, algunos recordamos las veces que prometió que nunca se cortaría la coleta. “Es mi seña de identidad y seguirá conmigo”. Hoy, cuando se cumplen diez años del 15-M, hasta la coleta ha desaparecido. Como la transparencia, la limitación salarial, los vetos a la acumulación de cargos o el apego a su barrio y la aversión por los chalés. Tantas cosas, personas e ideales que acompañaron a Iglesias y al nacimiento de Podemos y que se han perdido por el camino. ¿Le veremos con ‘fachaleco’?
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