Opinión

18-S: Juntos por una Escuela de Todos

Los convocantes asumen el riesgo del señalamiento público y el ostracismo en un entorno social de pusilanimidad vergonzante que tiende a negar la evidencia por no incomodar a los guardianes de las esencias

Como Sísifo en la montaña nos sentimos estos días los catalanes que defendemos nuestro derecho a educar a nuestros hijos también en español. Cuando parecía que por fin habíamos conseguido nuestro objetivo -gracias a una sentencia del TSJC confirmada por el TS y amparada por la doctrina consolidada del TC-, aparece el PSC y se vuelve a aliar con el nacionalismo para producir un egendro de ley que nos devuelve a la casilla de salida.

La piedra vuelve a rodar montaña abajo, pero los defensores del bilingüismo en Cataluña tenemos más moral que el Alcoyano. Y si no, que se lo pregunten a Ana Losada, presidenta de la Asamblea por una Escuela Bilingüe (AEB) y cara visible de la plataforma Escuela de Todos, luchadora incansable en defensa de la igualdad de derechos frente a la tiranía del nacionalismo lingüístico que gobierna Cataluña desde hace cuatro décadas.

Tras la cacicada del PSC y los partidos abiertamente nacionalistas ordenada a burlar la sentencia del 25% de español, el TSJC, en aras de la seguridad jurídica, se ha visto obligado a plantear ante el TC una cuestión de inconstitucionalidad, lo que en la práctica supone que el curso académico empiece perpetuando la exclusión del español como lengua docente en Cataluña. Esto es una anomalía sin parangón en el mundo democrático occidental: la mayoría de la población de un territorio no puede educar a sus hijos en su lengua materna, que no sólo es mayoritaria en la región sino también oficial del Estado y común del conjunto de la ciudadanía.

El hecho de que el español no sea lengua vehicular en las escuelas catalanas es capital para el proyecto de invención nacional catalana que comparten nacionalistas, socialistas y populistas

Mención aparte merece la actitud del Gobierno de España, que, por intereses espurios, asume a pie juntillas el discurso reaccionario del nacionalismo con relación a la lengua y abandona a su suerte a las familias que se atreven a reclamar su derecho a educar a sus hijos también en español.

Así están las cosas en la Cataluña apaciguada por Sánchez. Vuelve el "oasis catalán" y su mefítica espiral del silencio para que el nacionalismo pueda replegarse un poco y preparar mejor y más cómodamente su próximo golpe, y para ello es fundamental apuntalar la exclusión de las aulas catalanas de la lengua común de los españoles. El hecho de que el español no sea lengua vehicular en las escuelas catalanas es capital para el proyecto de invención nacional catalana que comparten nacionalistas, socialistas y populistas, en detrimento de la libertad y la igualdad de los catalanes y del desarrollo intelectual de nuestros hijos, tanto de los castellanohablantes como de los catalanohablantes.

Ante este panorama, aparecen de nuevo Ana Losada y su Escuela de Todos y, contra viento y marea claudicante, convocan una manifestación en Barcelona por el bilingüismo y la vehicularidad del español en las escuelas catalanas. La cita, obligada para los defensores de la libertad y la igualdad de derechos, es el próximo 18 de septiembre a las 12.30 en el Arco del Triunfo de Barcelona.

De no ser por la omnímoda hegemonía del nacionalismo en Cataluña y su capacidad de coacción y señalamiento, el éxito de la manifestación de Escuela de Todos estaría descontado, por lo razonable de su objetivo. Pero el nacionalismo ha conseguido que algo tan elemental como defender en un Estado democrático el derecho a la educación en lengua materna se convierta en un acto heroico a menudo castigado con la muerte civil. De ahí que cualquiera que tenga un mínimo de conciencia cívica y sentido de la justicia debería estar el 18 de septiembre a las 12.30 manifestándose con Escuela de Todos.

Lo fácil es no pensar en lo injusto que es negarle a un niño la educación en su lengua materna, igual que lo fue durante el franquismo para los niños catalanohablantes

Lo más cómodo, sin duda, es quedarse en casa o irse a la playa sin pensar demasiado en las dificultades que encuentran, por ejemplo, los niños con necesidades especiales por mor de un sistema injusto que les niega en su propio país el derecho a educarse en su lengua materna. Lo fácil es no pensar en lo injusto que es negarle a un niño la educación en su lengua materna, igual que lo fue durante el franquismo para los niños catalanohablantes. En definitiva, lo más apacible en Cataluña es mirar hacia otro lado ante la injusticia de la mal llamada "inmersión" y seguir actuando como si ese régimen lingüístico no incidiera en el fracaso escolar de los niños castellanohablantes y no lastrara el futuro profesional de estos y de los catalanohablantes, por no hablar de las implicaciones emocionales y culturales que conlleva la extranjerización en su tierra de la lengua materna de la mayoría de los ciudadanos.

El próximo 18 de septiembre los catalanes que defendemos una Cataluña cívica, bilingüe y orgullosa de su diversidad intrínseca estaremos en Barcelona con Escuela de Todos. Los convocantes asumen el riesgo del señalamiento público y el ostracismo en un entorno social de pusilanimidad vergonzante que tiende a negar la evidencia por no incomodar a los guardianes de las esencias. Ha llegado el momento de decir la verdad en Cataluña para acabar de una vez con un sistema profundamente injusto y perjudicial para los niños catalanes y para la convivencia

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