Opinión

28-M: España se la juega

“Despedazar España en pequeños estados”, como advierte Santos Juliá, es el objetivo de los aliados independentistas del Partido Socialista

El 28 de mayo, además de elegir alcaldes y presidentes autonómicos, se decide sobre mucho más. En una tercera urna no visible estará en juego si el proyecto político abierto por Pedro Sánchez y el PSOE para convertir a España en un Estado plurinacional sigue adelante. Como ocurrió con el Brexit, hay votaciones que marcan una frontera, y esta es una de ellas. Sería muy irresponsable banalizar la intención obvia del sanchismo de utilizar el resultado, si dan los datos, para legitimar su coalición, enemiga declarada de la España del 78.

Hoy los británicos reniegan de la decisión para irse de la Unión Europea, pero lo votaron y ya no hay remedio. Muchos electores socialistas prefieren creer que la dependencia absoluta que el Partido Socialista tiene del independentismo para poder seguir en el poder es pasajera e inocua, pero tienen toda la información necesaria para saber que eso no es verdad. Si no me creen a mi, hagan caso al historiador Santos Juliá. Nadie podría personificar como él, en su larga trayectoria profesional, al intelectual identificado con el PSOE de la Transición.

Comprobó impresionado que la dirección de Pedro Sánchez había utilizado el rechazo de los electores socialistas al PP como artimaña para justificar la entrega del PSOE al proyecto independentista

Poco antes de morir en octubre de 2019, decidió publicar un testamento-advertencia que tituló Demasiados retrocesos. España 1898-2018. (Galaxia Gutemberg) En la parte final del texto reproduce varios artículos de prensa publicados en El País y agrupados con el título “Momentos de una crisis de Estado”. Hoy sería calificado como facha y traidor por sus escritos, que el Pravda del sanchismo no le habría publicado. El mejor experto en las claves del fracaso histórico de España durante el XIX y XX y en la brillante salida democrática (Transición, 2017) advirtió como nadie sobre la gran amenaza para la España constitucional de la sumisión del PSOE a las “fuerzas oscuras” del independentismo.

Vio cómo la coalición del rechazo, que nace con la moción de censura, activaba irremediablemente “el problema más grave que tiene planteado la democracia española, que es la vigencia en todo el territorio del Estado de su propia Constitución”. Comprobó impresionado que la dirección de Pedro Sánchez había utilizado el rechazo de los electores socialistas al PP como artimaña para justificar la entrega del PSOE al proyecto independentista. Ya había denunciado la traición del PSC –“desbandada socialista”- que, representando a electores muy diferentes, compartía con el secesionismo el objetivo de “construir una nación catalana en un Estado español plurinacional”. Anticipó lo que luego se hizo obvio en las grabaciones de las investigaciones judiciales sobre procés, donde se puede oír que los golpistas estaban dispuestos a hacer presidente a Sánchez “aunque fuera gratis”.

Santos Juliá conocía bien la hoja de ruta para romper el Estado y la dejó escrita como aviso. Comprobada la desidia de una mayoría de intelectuales españoles ante el asalto al sistema del 78, puso de relieve la implicación protagonista de una sólida intelligentsia coordinada al servicio del proyecto secesionista. No era una simple aventura de un grupo de mentecatos, advirtió. Destacó la implicación de los académicos del Consell Assessor per a la Transició Nacional y sus informes en los que se anticipaba al detalle “cada paso del camino que sería necesario recorrer para alcanzar la independencia en forma de una República catalana”.

Desenmascaró a historiadores independentistas como Ucelay-Da Cal y Vilalta, que, con muchos más (Ferrán Mascarell, Jordi Amat, Rubert de Ventós…), han trabajado a tiempo completo para la demolición del Estado del 78

Denunció con nombre y apellido a los académicos que, con estudiado disimulo, trabajan para engañar a los electores socialistas, explotando la veta segura del antifranquismo sentimental. Desenmascaró a historiadores independentistas como Ucelay-Da Cal y Vilalta, que, con muchos más (Ferrán Mascarell, Jordi Amat, Rubert de Ventós…), han trabajado a tiempo completo para la demolición del Estado del 78. Puso de relieve cómo se ufanaban de haber logrado que “en Cataluña se ha consumado, desde lo que ellos mismos llaman golpe parlamentario de septiembre (…), una ruptura que ha dado origen a dos estados, Cataluña y España”.

Esa es la pieza que quieren cobrarse el 28-M, y que el proceso no tenga marcha atrás. Saben que cada voto al PSOE es un voto que favorece el proyecto de ir creando estructuras de Estado a favor del secesionismo. Si hubiera alguna duda, Miquel Iceta las despeja todas. El Ministro de Cultura de España ha declarado que Sánchez es y será “mano de santo para el diálogo en Cataluña”, como informa VP. Los antecedentes aclaran qué quiere decir quien regaló el PSC al independentismo. Ahora todo será más fácil con Conde-Pumpido haciendo de Tezanos en el Tribunal Constitucional.

Santos Juliá resaltaba cómo, a pesar de la oposición mayoritaria a la independencia, los partidos secesionistas lograban asegurarse el gobierno de las instituciones vascas y catalanas. La explicación a esta contradicción debe buscarse en la traición del PSOE. En el País Vasco, por ejemplo, más del 80% se opone explícitamente a la separación de España, pero más del 60% de los diputados vascos son independentistas. El CEO (CIS catalán) demuestra igualmente que los electores socialistas son contrarios a las políticas secesionistas que el PSOE hace viables con sus pactos. Es lo que Juliá denomina “desbandada” de los socialistas en sus obligaciones constitucionales, que se puede comprobar también en Navarra, Comunidad Valenciana o Baleares.

“Despedazar España en pequeños estados”, como advierte el historiador de la Transición, es el objetivo de los aliados independentistas del Partido Socialista. Lo proponen sin complejo intelectuales nacionalistas como Daniel Innenarity sin encontrar adecuada réplica entre sus pares constitucionalistas. Santo Juliá lo denunció y lo dejó escrito. Ahora toca pronunciarse a los electores el 28-M.

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