El otro día mi madre tuvo que venir a casa a echarnos un cable con el niño. Bendita sea la fiebre viendo el drama del pequeño Julen. Al acabar el día se planteaba la duda de siempre. Cómo volver a casa. ¿Metro? ¿Taxi? ¿Cabify? Al final, por comodidad para todos -los taxistas estaban en huelga-, apostamos por Cabify.
En cuatro minutos tenía el coche en casa. En quince una llamada de mi madre.
-Ya estoy en casa, hijo. Que ya no llamas para ver si he llegado bien.
-Porque sé que ya llegaste. Me lo chiva la aplicación.
Le expliqué que sé quién es el conductor que la lleva, en qué coche va y por dónde se mueve en todo momento. Un silencio sorprendido habló al otro lado del teléfono.
El sector del taxi dispara perdigones contra una pulga en una noche cerrada. Todo lo que necesitaba su sector para tambalearse eran 75MB de código. Ese es todo el espacio que ocupan las aplicaciones de Uber y Cabify en el móvil.
En un principio pidieron el fin de los VTC, hoy reclaman una regulación a su favor. El cambio es ineludible, aunque uno quiera seguir viéndolos por las calles, con esa franja roja que tanto recuerda al único equipo de la capital que agrada a todos, el Rayo Vallecano
El enemigo del taxi no es la tecnología. Es el cerebro de quien le da sentido a la misma para mejorar la vida de las personas. La capacidad de ordenar en ceros y unos sus necesidades.
En Cabify hay una tarifa fija por trayecto -fin del conductor trilero-, se puede evaluar el servicio para que la empresa sepa quién no hace bien su trabajo, no existe el problema estándar "no tengo cambio de cincuenta" porque siempre se paga a través del banco y da igual que se alteren las condiciones del tráfico, te cobrarán lo mismo.
Los VTC no han sido tampoco el problema del taxi. Lo ha sido el reordenamiento de un servicio a través de técnicas digitales. Bastó con escuchar al cliente y plasmar sus demandas en código.
Si el taxi hubiera lanzado antes una app como la de Cabify hoy este artículo no se estaría escribiendo. Cabify se presentó a principios de 2012. Hace siete años de eso, pero los taxistas no vieron venir la bofetada.
Para colmo del taxi, en unas semanas llegarán 10.000 patinetes eléctricos a la capital
Hasta entonces habían sido el único servicio de transporte público en coche. Con las pupilas clavadas en el ombligo es complicado atender la espalda. Parece tarde. Comparten carril con los VTC, Bicimad y los servicios de coche compartido -Car2Go, Emov...-. Para colmo de males, en unas semanas llegarán 10.000 patinetes eléctricos a la capital.
En su día fue la revolución industrial, hoy es la revolución digital. Antes fue el paso del carruaje al coche a motor. Del teléfono fijo al móvil. Del curandero a la aspirina. De la olla normal a la olla a presión. Del pequeño comercio al supermercado.
Al taxi le ha faltado innovación y sobrado comodidad. Ya hincan la rodilla. Al principio pedían el fin de los VTC, hoy reclaman una regulación más a su favor. El cambio es ineludible, aunque uno quiera seguir viéndolos por las calles con esa franja roja que tanto recuerda al único equipo de la capital que agrada a todos, el Rayo Vallecano.
Pasen el domingo sin pensar en el lunes, no me sean agonías. Serán mucho más felices.
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