El presidente de Venezuela ha decidido sacar adelante una ley contra el fascismo. Nada mejor que hacerlo en año electoral, donde fascista será todo aquél que critique al Gobierno, se oponga a él o lance mensajes contrarios al discurso del Partido Socialista Unido de Venezuela.
Se ve que ya no es suficiente la compra de medios de comunicación, porque finalmente las opiniones libres en las redes sociales no se pueden controlar, así que lo más oportuno es imponer penas de hasta 12 años de cárcel a quien no comulgue con las ideas impuestas por el partido de extrema izquierda y su presidente, y se atreva a expresarlo.
Ser conservador es fascista. Promover ideas liberales es fascista. Todo lo que no sea venerar al amado líder socialista y rezarle al socialismo, al anticapitalismo y al antiimperialismo será un crimen.
¿Cuándo? Cuando al señor Maduro le parezca bien, porque la ley ya ha sido aprobada en primera instancia en tiempo récord y solo queda que quiera ponerla en marcha.
¿Podemos decir ya que Venezuela es una dictadura o tenemos que seguir fingiendo que es una democracia? ¿Y durante cuánto tiempo vamos a poder decir esto? Porque se empieza llamando fascista a todo el que no piensa como tú, declarándose uno antifascista y moliendo a palos en la calle a la oposición y al que no te gusta, dando cheques a periodistas y medios de comunicación para que no molesten y no sean fascistas, haciendo discursos en los que inventas términos como “fachosfera” y al que acusas de todos los males del país y se acaba metiendo en la cárcel a quien te incordia... O poniendo un bar.
En España nos están contando el final de una película, cuando estamos a menos de la mitad de que acabe, y no nos lo queremos creer. Pero ya hemos normalizado que nos llamen fachas, que no se atienda las preguntas de terminados periodistas o medios porque son fascistas y que cuando se piden explicaciones sobre el contenido de las maletas de la vicepresidenta de Venezuela o del mismísimo Maduro, que se pasearon por Barajas, la respuesta sea que si la fachosfera patatas.
Tal vez no queremos darnos cuenta de que la censura hacia todo lo que es contrario al Gobierno ya existe y es atroz. Hay miles de vídeos eliminados a diario en redes como Youtube o TikTok porque “infringen las normas de la plataforma”
A mí nunca me ha hecho gracia que me llamen facha y discúlpenme ustedes si no me uno a la moda de aparentar que estoy orgullosa de serlo cuando me lo llaman. Los insultos y la hipocresía nunca me han caído bien, soy así de tiquismiquis. Mientras tenemos a un grupo de la sociedad que ha abrazado ese término, casi a modo de broma, argumentando que de tanto usarlo ha perdido su verdadero significado, quizá no somos conscientes de que la intención real era darle un nuevo significado. Tal vez no queremos darnos cuenta de que la censura hacia todo lo que es contrario al Gobierno ya existe y es atroz. Hay miles de vídeos eliminados a diario en redes como Youtube o TikTok porque “infringen las normas de la plataforma”, que no son otras que no puedes salirte del discurso oficial socialista y de izquierdas, porque tu contenido será eliminado. Hace pocos días le sucedió a Iker Jiménez por primera vez, en uno de sus canales de Youtube, y el periodista que presume de haber podido decir siempre lo que ha querido, de realizar los contenidos que le han apetecido sin ninguna imposición en ningún medio ni por ningún lado, no daba crédito a que le eliminaran un vídeo en el que, precisamente, hablaba de la censura.
Todavía tendremos que dar gracias de que no nos multen o nos sancionen con cárcel. Pero tiempo al tiempo, que todo llega, especialmente cuando no se hace nada por evitar que llegue.
Así que, mientras pueda, seguiré escribiendo estas líneas en un medio que me da vía libre para llenarlas con las palabras e ideas que mejor me parezcan y seguiré ejerciendo mi libertad en mis redes sociales y mi canal de Youtube, hasta que el cuerpo aguante, como se suele decir. Aunque en este caso me temo que será hasta que se me acaben la paciencia y la libertad.
Es curioso que el que sale a la calle encapuchado y armado para enfrentarse a la policía y a quien no piensa como él, se considere a sí mismo antifascista y yo, por criticar a partidos de izquierdas y a un Gobierno perseguido constantemente por tramas de corrupción, sea considerada fascista. Da igual si soy de ideas liberales o conservadoras, es indiferente si voto a algún partido o no apoyo a ninguno porque todos me parecen el mismo perro con distinto collar, la cuestión es que si no soy de izquierdas, soy fascista.
Solo nos queda por ver cuándo nos querrán meter en la cárcel y por cuánto tiempo, todos esos amantes de la libertad, la democracia y la tolerancia que se llaman a sí mismos progresistas
Ya hemos llegado a ese punto en el que todo el que no aplauda a nuestro amado líder ni comulgue con los dictados socialistas es tachado de fascista. Solo nos queda por ver cuándo nos querrán meter en la cárcel y por cuánto tiempo, todos esos amantes de la libertad, la democracia y la tolerancia que se llaman a sí mismos progresistas.
Pero no se le ocurra a usted decir que en España gobierna un dictador ni que se nos ha impuesto una dictadura socialista, porque como todavía se nos deja respirar a los que pensamos que el socialismo es sinónimo de ruina, destrucción y corrupción, tenemos que dar las gracias y aplaudir muy fuerte, mientras nos dejen hacerlo.
Creo que le voy a tener que pedir una carta de recomendación a Begoña Gómez, que me han dicho que las recomendaciones de la mujer de nuestro presidente son estupendas a la hora de labrarse un buen porvenir y mejor sueldo. Tal y como van las cosas, puede que me haga falta en breve.
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