Opinión

A lo mejor Pedro Sánchez no ha leído su propio libro...

Lo contó Milan Kundera en La fiesta de la insignificancia. Cenaba Stalin un buen día junto a los hombres fuertes del Partido Comunista de la Unión Soviética cuando comenzó a relatar una anécdota sobre sus soberbios dotes para

Lo contó Milan Kundera en La fiesta de la insignificancia. Cenaba Stalin un buen día junto a los hombres fuertes del Partido Comunista de la Unión Soviética cuando comenzó a relatar una anécdota sobre sus soberbios dotes para la caza. Afirmó que, un buen día, entre la nieve georgiana, encontró un árbol en el que había varias decenas de perdices. Agarró entonces su escopeta, comenzó a disparar con frialdad e hizo blanco todas las veces. Eran tantas las aves que halló en ese lugar que tuvo que volver a casa, recoger nueva munición, recorrer de nuevo el camino hacia el árbol y ajusticiar al resto, por supuesto, sin fallo. Nadie en la reunión se atrevió a hacer la pregunta que hubiera retratado a aquel tirano: ¿Estaban pegadas las perdices a las ramas? Porque, de lo contrario, las supervivientes hubieran volado tras el primer 'escopetazo'.

Viene esta anécdota al pelo para ilustrar sobre lo que ha sucedido este lunes en el Círculo de Bellas Artes madrileño, donde Pedro Sánchez -de traje lapislázuli, tétrico- ha presentado el nuevo libro que le han escrito; y lo ha hecho ante catorce de sus ministros, que aplaudían y reían con falsas carcajadas mientras su jefe volvía a exhibir su particular forma de ejercer la presidencia, que consiste en situar todos los elementos del Estado de derecho en una posición o en otra, en función de lo que le convenga para seguir en su puesto. Le preguntó Jorge Javier Vázquez -presentador del evento, pelota y verdulero- acerca de si quisiera concursar en Supervivientes, ante su habilidad para salir airoso de los órdagos que le han planteado en política y respondió: “¿Eso se graba en Honduras o en El Salvador? Lo digo porque en este último país tenemos un mediador”.

Así, con frialdad y arrogancia, trató Sánchez de ridiculizar a quienes le critican por haber contratado -a saber con qué fondos- a un diplomático del país centroamericano para verificar las conversaciones que mantendrán el PSOE y Junts, a cuenta de la Ley de Amnistía. Así actúa un presidente echado al monte y así le vitorean sus múltiples aduladores. La cámara enfocó en ese momento a su mujer, Begoña Gómez, que se carcajeaba en primera fila, justo al lado de Pedro J. Ramírez, que parecía encantado por estar ahí -todo sirve, todo vale-. Mientras tanto, los ministros reían y se esforzaban por enseñar los dientes. ¡Cualquiera le niega eso al jefe!

Un aquelarre mañanero

A lo mejor Sánchez no ha leído el libro (de Planeta, ¡qué curioso!). Así lo parece, desde luego, porque llama la atención que en su acto de presentación haya dedicado más tiempo a echar pestes de la oposición que a hablar de sí mismo… y, claro, de la obra. Ayudaba desde luego a esa tarea Jorge Javier, cuya especialidad ha sido siempre la de 'meter mierda'. Además, de la forma cobarde que utilizan quienes recurren a la ironía para ilustrar sobre su supuesta inteligencia, pero, en realidad, están despellejando y ridiculizando a quien tienen enfrente. Sea Núñez Feijóo. Sea Belén Esteban. O sea un concursante famélico en Cayo Cochinos.

Hasta hace unos meses, Vázquez jugaba a esto en Mediaset durante varias horas al día. Desde que la audiencia se cansó de sus programas y los retiraron de la parrilla, lo hace en el terreno político sin que nadie parezca sorprendido, perplejo o ruborizado, que sería lo normal. Para eso hemos quedado. Para los Jorgejavieres. Periodistas 'de cámara' del gobernante de un país entregado al populismo. Marujas de la tele al servicio de la intoxicación sobre el contrario. Lanzan veneno sobre la oposición ante la carcajada de Sánchez, que, a su vez, hipócrita él, se permite decir: “En este país sólo sabemos discutir. Yo creo mucho en el diálogo”.

Para eso hemos quedado. Para los Jorgejavieres. Periodista 'de cámara' del gobernante de un país entregado al populismo. Marujas de la tele al servicio de la intoxicación sobre el contrario. Lanzan veneno sobre la oposición ante la carcajada de Sánchez, que, a su vez, hipócrita él, se permite decir: “En este país sólo sabemos discutir. Yo creo mucho en el diálogo”

En otro momento del acto, Sánchez lamentó: "El nivel de insultos, descalificaciones y deshumanización que se está haciendo todo el día a los principales líderes progresistas no tiene parangón”. Un poco antes, su maestro de ceremonias -pelo oxigenado, mirada achinada, poca cosa- dijo que dispone del remedio para acabar con la ultraderecha española. Está en Europa, "donde las reuniones duran hasta altas horas de la madrugada". Como a Santiago Abascal no le gusta trabajar, eso le espantará, apuntó. Pedro Sánchez se mondaba. ¿Quién iba a pensar que esa frase implica denigrar al adversario?

Son varias preguntas las que se plantean tras asistir a este tipo de acciones propagandísticas. La primera es: ¿No tienen nada mejor que hacer los ministros del Gobierno un lunes a las 13.00 que acudir al Círculo de Bellas Artes para reír las gracias a su jefe? Por otra parte, ¿no les da vergüenza a los periodistas que se prestan a estas labores el quedar retratados de esa forma? ¿Y qué hay del libro? ¿Esa hagiografía mediocre de narciso seminal merece que se paralice un país entero? ¿Y qué puesto -muy bien remunerado- le espera a su autora en los próximos años?

Y la más importante: ¿nadie va a preguntarse adónde hemos llegado para que el mayor pocero de la historia reciente de la televisión comercial se convierta en el retratista oficial del presidente el Gobierno? ¿Y por qué esto se tiene que retransmitir en la web oficial de Moncloa, cuando es un acto particular del protagonista del libro?

El país entero está a sus pies y, no contentos con ello, todavía organizan este tipo de eventos y reclutan a todos los pelotas de la Corte para intentar destruir lo poco que queda de sus adversarios. Que no sólo son los partidos de la oposición, sino también la prensa crítica, a la que, como los dictadores bananeros han hecho siempre, no paran de atacar.

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