A solo dos semanas de lo que en los felices y lejanos tiempos pre-pandemia era conocido como 'comienzo del curso político', una de las pocas cosas en las que podemos confiar es en que la pandemia seguirá entre nosotros.
No sabemos si Sánchez se decidirá finalmente a hacer la crisis de Gobierno con la que lleva amenazando varias semanas, si Torra convocará elecciones para Noviembre, si Abascal mantendrá su moción de censura, si el Emérito entrará en España por la frontera de Irún cabalgando una moto de gran cilindrada acompañado por los cien mil hijos de San Luis o si Iglesias convocará movilizaciones contra el Gobierno, o a favor, o lo que sea. Solo la presencia de la covid es segura.
Pero comencemos por el principio: la inminente (o no) crisis de Gobierno.
El Gobierno de España es ya un cadáver que se sabe cadáver y que actúa como tal. El Ejecutivo más progresista de la historia (marca registrada) ha demostrado también ser el más rápido en caducar de toda nuestra historia, de tal suerte que algún ministro, especialmente de la cuota podemita, podría pasar a convertirse en exministro sin que le haya dado casi tiempo a comparecer en el Congreso a defender su gestión al frente de su Ministerio, gestión que en muchos casos y dicho sea de paso, no va más allá del aplauso al Sánchez que regresó triunfante de las europas con los bolsillos llenos de euros.
Algo de lo que, por cierto, ya no se acuerda nadie. Ni siquiera el propio presidente del Gobierno.
A Sánchez le conviene marcar un punto de inflexión, hacer borrón y cuenta nueva amputando las partes necrosadas de su Gabinete, y no tengan duda de que así lo hará cuando más le convenga y sin comunicárselo a nadie, ni a su partido ni por supuesto a Pablo Iglesias, que cada día que pasa pinta menos. La única duda es si realizará esta operación estética a la vuelta de vacaciones o tras la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
Hay dudas sobre si el president esperará unos meses más para terminar de carbonizar a ERC, ya saben, el partido independentista al que se le dan mucho mejor las elecciones españolas que las catalanas
Lo de las elecciones catalanas también es de premio, casi consumidos ya los plazos para que las elecciones sean en octubre, los 'torrólogos' se empeñan en interpretar los signos para saber si la cosa se irá a noviembre o si el president esperará unos meses más para terminar de carbonizar a ERC, ya saben, el partido independentista al que se le dan mucho mejor las elecciones españolas que las catalanas.
La moción de censura y el Emérito
Respecto a la moción de censura anunciada por Abascal para tratar de aprovechar el Congreso de los Diputados para hacer campaña en Cataluña, pues más de lo mismo. Los brillantes estrategas de Vox han demostrado de nuevo ser muy torpes a la hora de interpretar la realidad, y, o bien retrasan la moción para no hacer demasiado el ridículo o bien la dejan colgando de una brocha a mayor gloria de Sánchez.
Septiembre también debería ser el mes en el que sepamos algo del Emérito, singularmente tres cuestiones de alto interés:
-
Dónde ha estado
-
Quién ha pagado la fiesta
-
Qué oscura obediencia republicana le convenció para salir de España dejando a su hijo, el Rey, a los pies de los caballos.
Como les decía, muchas incógnitas y una sola certeza, que cuando termine el mes de agosto, lo único seguro será que la covid nos estará esperando a todos en escuelas, universidades, centros de trabajo, gimnasios y bares.
España, un país unido en torno a un virus.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación