Opinión

¿Abolirá Sánchez la propiedad privada?

Si mañana entiende que el fundraising de Bego le pone en peligro, se divorciará sin que le tiemble pulso

La principal aportación de la nueva política a nuestra sociedad es el activismo profesional, ocupación ideal para narcisistas e inmejorable trampolín para saltar a la vida muelle de la política, desde donde creen que harán la revolución. Afortunadamente, en cuanto se aseguran un sueldazo y prebendas varias, pierden interés en ella; no vaya a ser que lleguen otros revolucionarios y les quiten todo. Su ansia subversiva se verá entonces colmada cada vez que consigan no apretar el botón rojo cuando toque apretar el botón verde, que es una actividad increíblemente bien pagada.

Imagino que Valeria Racu, cruce entre Ada Colau e Irene Montero y portavoza del Sindicato de inquilinas e inquilinos de Madrid que organizó la manifestación por los alquileres, no aspira a menos. Si Ada ponía el cuerpo por los hipotecados, esta moldava de 29 años lo pone por los inquilinos. Pero la catalana, pionera en temas de vivienda, es mucho más inteligente y tiene, además, una voz agradable. Su imitadora, sin embargo, parlotea con una insoportable voz de pito, y pretende contrarrestarla adoptando la indignadísima agresividad con la que Irene Montero lleva abroncándonos desde la noche de los tiempos.

Cuando empezó diciendo que oferta y demanda sólo son conceptos de los libros de teoría económica que no afectan la realidad, pensé que cualquiera podría hacer un mejor análisis sobre la crisis de vivienda

El otro día, Susanna Griso puso a Valeria a debatir con Daniel Lacalle y, con una prepotencia y una mala educación que nos debería empezar a preocupar, la sindicalista volvió a demostrar que —como ya dije en otra de mis columnas—  los zurdos no buscan solucionar problemas, sino encontrar culpables. Aunque ella ha venido para salvarnos a todos, a esta inquilina que os escribe le resulta imposible tomar en serio su discurso, construido sobre falacias y disparado a velocidad de fusil de asalto. Cuando empezó diciendo que oferta y demanda sólo son conceptos de los libros de teoría económica que no afectan la realidad, pensé que cualquiera podría hacer un mejor análisis sobre la crisis de vivienda. 

En contra de lo que Valeria afirma, el principal problema es que hay más demanda que oferta por diversas razones: la escasez de vivienda pública, la excesiva regulación del suelo y de la construcción, los impuestos a la vivienda, la epidemia de los pisos turísticos, los fondos buitre que compran barato y alquilan caro, los miles y miles de inmigrantes —legales o ilegales— que llegan cada año y que en algún sitio tienen que vivir, la inflación, los sueldos basura, la brutal presión fiscal que no cesa, la constante subida de los precios y, por supuesto y sobre todo, la desprotección del propietario gracias al decreto 11/2020 y la Ley de Vivienda de 2023. La izquierda dice que la okupación es un invento de la ultraderecha, pero sólo hay que buscar pisos en venta en Idealista  para descubrir que hay muchísimas casas okupadas que se anuncian “Sólo para inversores”. Yo, además, añadiría el divorcio: según un estudio de CEU-CEFAS, casi la mitad de los matrimonios acaban divorciándose, lo que multiplica por dos la necesidad de vivienda de las (ex)familias.

Miente sin sonrojo y acusa al Gobierno de no hacer nada cuando, en realidad, desde Franco nadie había intervenido tanto el mercado inmobiliario. Pero es que ella no necesita analizar datos ni gráficos porque tiene la solución mágica: “sacar la vivienda del mercado”

Pero Valeria no considera ninguno de estos factores ni tiene dudas: la culpa es de los caseros. “La rentabilidad de una vivienda no te la está dando una fórmula mágica, te la está dando un inquilino que te lo está dando con su sueldo, con su esfuerzo y con su trabajo”. Oye, pues como pasa con todo: las manzanas, las cañas con los amigos o el modelito perroflauta. ¿O ella paga esas cosas con dinero que le cae del cielo? Si fuera honesta, investigaría si las leyes y RD aprobados por Sánchez han influido en que los alquileres no dejen de subir; pero como la honestidad no es su motor, miente sin sonrojo y acusa al Gobierno de no hacer nada cuando, en realidad, desde Franco nadie había intervenido tanto el mercado inmobiliario. Pero es que ella no necesita analizar datos ni gráficos porque tiene la solución mágica: “sacar la vivienda del mercado”.

Probablemente, espera organizar su particular 15M y prosperar como Irene Montero, que después de manifestarse el domingo, regresó a la tranquilidad de Villa Tinaja. También vimos manifestándose contra la ministra de Vivienda —multipropietaria casada con un panadero ascendido a directivo del IBEX35— a los sindicalistas comegambas y a la también multipropietaria Reyes Maroto, que participa en todo lo que crea que va contra Ayuso y Almeida. Y el otro día, el pseudomedio del PSOE, El socialista, publicaba un editorial que podría haber firmado Valeria: Inquiokupa es the new okupa. ¿Está el sanchismo abierto a ceder a las exigencias colectivistas del Sindicato de Inquilinas?

Nadie sabe si en los planes de Pedro Sánchez entraba abolir la propiedad privada; la agenda 2030 —no tendrás nada y serás feliz— le aboca a ello. Pero ya le vamos conociendo y sabemos que no es leal a nada ni a nadie: si mañana entiende que el fundraising de Bego le pone en peligro, se divorciará sin que le tiemble pulso.

Recemos para que ningún spin doctor le susurre que sólo tiene que quitarnos lo poco que tenemos para ser coronado emperador eterno: al parecer, pretende que la vivienda sea el tema estrella del congreso que su PSOE celebrará en noviembre.
Que Dios nos pille confesados.

 

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