Esta semana la Asamblea Nacional francesa ha aprobado por una escalofriante mayoría (780 votos a favor, incluyendo el de Marine Le Pen, 72 en contra y 50 abstenciones), la inclusión del aborto como un derecho fundamental en la Constitución francesa. El constitucionalismo en Europa se ha revelado como el mecanismo ideal para todo el que padece algún tipo de oscura psicopatía. La Constitución no es considerada únicamente como el texto legal supremo de un ordenamiento jurídico, sino como una especie de texto sagrado y mágico capaz de crear realidades. El hecho de que algo quede ahí escrito es suficiente para que se convierte en verdad, en algo tangible, cierto e indiscutible. Dicen que el aborto hace a las mujeres más libres —y no a los hombres— al eliminar la responsabilidad y las consecuencias de sus relaciones sexuales afectivas por el hecho de incluirlo en una Constitución. Y sin embargo son incapaces de reconocer y aceptar la realidad de lo que sucede si no se aborta. La Constitución como garante de las enajenaciones brutales de la época posmoderna que chapotea en su propia miseria. Ni los bárbaros acababan con sus bebés abandonando a las mujeres.
No porque algo esté recogido en la Constitución es bueno, ni real, ni es verdad. Una Constitución no te va a devolver a tu hijo. Una Constitución no va a cambiar el hecho de que alguien ha priorizado dejarte sola después de utilizarte y que todo el foco está sobre tu actuación y no la de él. Una Constitución que dice garantizar tu libertad, pero que no te va a liberar de la tragedia que te acompañará el resto de tu vida.
Francia es un país tan absolutamente podrido moralmente que en la conciencia de la buena gente está la idea de que la libertad es esa promesa del mundo posmoderno sin vínculos verdaderos que entorpezcan los deseos personales. Las personas son sólo medios intercambiables para llevarlos a cabo en los momentos que les convengan. Ahora estoy centrada en mi carrera. El miedo a que alguien te ame y te necesite, que te haga responsable afectivamente de otro ser humano. Entender el amor como una carga, una jaula, una prisión, cuando la verdadera libertad, infinita e inspiradora de una vida que no podrá darte ninguna Constitución sólo puede encontrarse en la entrega al amor.
La inclusión del aborto como un derecho en la Constitución francesa anuncian como si fuese la primera ficha de dominó para el resto de países absolutamente destruidos socialmente de Occidente. Ese hecho histórico de suicidio se celebró por todo lo alto en una sesión extraordinaria en el Palacio de Versalles mientras una pantalla gigante retransmitía la sesión en Trocadero, París. Las feministas que se reunieron allí para festejar «el blindaje constitucional de su libertad» estaban llenas de júbilo. Es curioso que celebrasen su libertad garantizada en un lugar en el que las mujeres no pueden caminar libremente sin miedo a ser molestadas por los franceses de segunda o tercera generación que tienen tomada la zona en ese mercadillo marginal de Argel a los pies de la Torre Eiffel. La garantía de esta libertad vital, que requiere una reconquista de espacios seguros no parece interesarle a las mujeres francesas.
Una sesión que estuvo llena de perturbadores aplausos y ovaciones que se dedicaron a sí mismos los Excelentísimos Diputados, entre lágrimas de emoción con discursos propios de psicópatas: «Somos el frente de la defensa mundial ante la ultraderecha», que votó a favor y con entusiasmo. «Un día histórico. Blindamos los derechos de las mujeres». El Primer Ministro francés Gabriel Attal el joven protegido de Macron,: «tenemos una deuda moral con esas mujeres que han sufrido o incluso muerto por haber intentado ser libres. Hoy podemos cambiar el curso de la Historia». Un lenguaje bélico, paranoico y siniestro. Una reunión de verdaderos psicópatas embriagados con su autopercepción de heroicidad y trascendencia para ocultar su verdadera acción criminal.
Recordaré la imagen de la Asamblea Nacional francesa en pie aplaudiéndose a sí misma entre ovaciones y lágrimas de emoción cuando Francia sea definitivamente borrada
Actos victoriosos llenos de júbilo celebrados a mayor gloria de Macron, que se prepara para que los hijos de otros vayan a la guerra. Ser entronizado como emperador de Europa, ahora que Alemania ha sido dejada fuera de juego. Desde que anunció el envío próximo de tropas a Ucrania, probablemente porque ya tenga gente allí sin uniforme francés, todo en política será tratado con el marco mental del discurso de guerra.
En Francia en el año 2022 hubo 234.000 abortos. Una generación entera borrada anualmente. Recordaré la imagen de la Asamblea Nacional francesa en pie aplaudiéndose a sí misma entre ovaciones y lágrimas de emoción cuando Francia sea definitivamente borrada. Cuando esa sala en Versalles esté llena de hijabs con embarazos de trillizos, si es que sigue en pie tras la guerra que ansían.
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