Dicen que cuanto peor es la tragedia, mayor es la mentira necesaria para ocultarla. Quizá el aborto sea la mayor prueba de ello. Desde que el Tribunal Supremo de los EE.UU. sentenció que el aborto no es un derecho constitucional al no estar recogido específicamente en la misma y por tanto deberá ser regulado en cada Estado, las reacciones de una histeria difícilmente comprensible son la prueba del ecosistema de falsedades necesarias para ocultar el drama que significa para una mujer.
El debate del aborto está viciado al basarse en una mentira. Busca construir un absurdo insostenible que oculte el hecho de que una mujer que aborta lo que pierde es a su hijo. O hija. Porque las mujeres no nos quedamos embarazadas de una lechuga, que también es un conjunto de células, sino de nuestros hijos.
Sólo puede haber un mínimo de honestidad si se asume esta realidad. A partir de ella se puede plantear que, al desarrollarse la vida de tu hijo dentro de ti, pueden entrar en colisión ambas vidas y qué posibilidades pueden darse. Ahora se prima la de quien no quiere ser madre, durante un plazo o ante unas circunstancias. En ningún caso la voluntad o el deseo de ser madre es lo que otorga vida al niño en un embarazo. Es un pensamiento negromágico indefendible. Una mentira para eliminar toda conciencia de realidad.
El asunto es siniestro, puesto que el hecho de considerarlo como derecho humano lleva necesariamente a esa consecuencia, ampliando cada vez más los plazos para practicarlo
El debate debiera ser cómo reducir el drama del aborto, no imponérselo a la mujer bajo consignas falsas de libertad y derechos que ocultan la esclavitud al dolor de la pérdida que supone. Estremecen ciertas afirmaciones que presentan el aborto como algo bueno e incluso deseable. Se han repetido estos días frases delirantes como “el aborto salva vidas” y “es un derecho humano”. Si así fuese, ¿por qué limitar el ejercicio a unas semanas y no ampliarlo a todo el embarazo? El asunto es siniestro puesto que el hecho de considerarlo como derecho humano lleva necesariamente a esa consecuencia, con lo que se amplía cada vez más los plazos para practicarlo.
“Es libertad frente a imposición”. “Es la modernidad, estamos en el siglo XXI” “Tienes derecho”. Consignas que pretenden evitar que las mujeres en una situación vulnerable se cuestionen cuál es la realidad que se oculta tras esos eloganes. ¿Es realmente libertad cuando es la única opción que te presentan? La nueva regulación en España pretende prohibir y perseguir a quien facilite información sobre las ayudas a las que tienes derecho en caso de tener a tu hijo. ¿Por qué si eres libre para abortar se dificulta el acceso a la información de otras opciones? Esos partidos que lo defienden envían a tu casa publicidad electoral sin haberla solicitado y sin saber si quieres votar. ¿Por qué no facilitan la información a las ayudas a la natalidad del mismo modo? Sería un mayor ejercicio de libertad si antes de tomar la decisión de abortar se tuviera un mayor conocimiento de las ayudas. Hay más publicidad e incentivos para la compra de un coche eléctrico que para el nacimiento de un niño.
No vivimos en un Estado social como afirma la Constitución y la progresía si el 30 % de las mujeres aborta por causas económicas y laborales. El aborto es un fracaso del sistema
En realidad, el aborto es la verdadera imposición a la mujer en el ecosistema de la modernidad ¿Por qué es un derecho abortar, pero no el acceso a la vivienda, a productos de bebé y ayudas directas durante el primer año de vida? No vivimos en un Estado social como afirma la Constitución y la progresía si el 30 % de las mujeres aborta por causas económicas y laborales. El aborto es un fracaso del sistema.
Resulta extraño que en la era de la sentimentalización se oculte un dolor que te acompañará de por vida. Un discurso condenatorio para la mujer, a quien mienten, como si abortar fuese algo bueno para ella, sin secuelas mentales irreversibles de por vida.
Hay algo insoportable en el debate tramposo del aborto más allá de las mentiras y es presentarlo como un problema exclusivo de la mujer. El elefante en la habitación que existe detrás de la mayoría de abortos es el abandono del hombre de toda responsabilidad. El no querer hacerse cargo o el aparecer con el dinero necesario para quitarse el 'problema' de en medio suele ser el comportamiento habitual ante un embarazo no deseado. Sólo para ellos supone una salida fácil de la situación. El aborto a quien en verdad ha dado libertad es a estos tipos y ha sumido en un drama a los pocos que intentaron no perderlo.
Muchos hombres salen a defender el derecho y la libertad de las mujeres a abortar, como una cuestión que les atañe en exclusiva ellas. Con esa condescendencia y, sobre todo, con esa perversidad que subyace en el hecho de recalcar que un embarazo no deseado sólo es responsabilidad de la mujer. El aborto es machismo.
Gracias a mi madre y mi padre que siguieron adelante a pesar de que no fue en las mejores condiciones, celebro con ellos mi cumpleaños cada 29 de junio. Quizá ésta sea la auténtica verdad del debate.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación