Opinión

Sáhara Occidental: Un acuerdo de alto riesgo para España

Marruecos es coherente en sus planteamientos y no cede en cuanto a sus aspiraciones territoriales. en España no deberíamos caer en ingenuidades ni en trampas bien urdidas

Conociendo bien como conocemos los españoles la avidez de territorios que tiene el Reino de Marruecos, – justificado por un supuesto déficit territorial que habría beneficiado a vecinos suyos como España y, desde 1962, Argelia -, es bueno que no caigamos ahora en ingenuidades que un Estado serio no puede permitirse.

El pasado viernes se hizo pública una carta del presidente del Gobierno español reconociendo como "seria, creíble y realista" la fórmula de la autonomía que Marruecos ideó para el territorio del Sáhara Occidental en 2007. En esta propuesta se descartaba la celebración de un referéndum de autodeterminación, un compromiso que había sido adquirido tanto por Marruecos como por el Frente Polisario en 1990. El apoyo del Gobierno de España a esta postura sería a cambio de un supuesto reconocimiento marroquí de la integridad nacional de España, lo que nos debería de tranquilizar en relación con los susodichos territorios españoles del norte de África (Ceuta, Melilla, los Peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas y el archipiélago de las Chafarinas).

Esta interpretación es, como mínimo, arriesgada y en nada beneficiará a estos territorios. Por ello, es importante subrayarlo, sobre todo para responder a las ilusiones creadas. Vivimos en tiempos de peligrosas ‘zonas grises’, por lo que nada permite comparar el Sáhara Occidental - un territorio colonial ocupado en su mayor parte por Marruecos y cuyo estatuto definitivo está pendiente de definir - con rincones de España en suelo norteafricano - que no son colonias, sino territorio español desde hace siglos. Lo que sí tienen en común uno y otros es ser objetivo de la susodicha avidez marroquí.

Vivimos en tiempos de peligrosas ‘zonas grises’, por lo que nada permite comparar el Sáhara Occidental con rincones de España en suelo norteafricano

Por todo ello, y porque Marruecos es coherente en sus planteamientos y no cede en cuanto a sus aspiraciones territoriales, como tampoco lo hace en relación con regiones occidentales de Argelia, en España no deberíamos caer en ingenuidades ni, por supuesto, en trampas bien urdidas.

Si ya antes del surrealista reconocimiento vía Twitter por la Administración Trump de la marroquinidad del Sáhara Occidental el Estado marroquí se sentía fuerte, ahora todavía más tras lograr arrastrar a sus posiciones a la hoy única superpotencia. Por ello, seguirle el juego a Marruecos supondrá para España asumir un altísimo riesgo.

Y argumentar que países europeos de nuestro entorno, como Francia o Alemania, asumen tan pragmática vía, poco dice en nuestro favor, pues nos muestra como un país que parece optar más por seguir planteamientos de otros que por definir y defender con firmeza los propios.

Y todo ello es así, no solo porque estamos dejando de ser fieles a compromisos legales y morales mantenidos en el tiempo, sino porque cuando la hora llegue en relación con nuestros territorios norteafricanos, en el formato y con los procedimientos que Marruecos entonces decida, nuestro bandazo diplomático de ahora podrá a buen seguro pasarnos factura.

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