Opinión

Agur ETA, hasta nunca

Con ETA desarmada, la batalla que queda es muy importante: contar lo que ha pasado de una forma rigurosa.

No se ha acabado todavía, pero ETA ya es historia. Historia cruel, cobarde, sangrienta. Historia negra. Historia pasada. Historia inútil. No lo son ni sus consecuencias ni sus intenciones. Pero sí la organización. Sin armas, ETA es una horrible pesadilla de la que hemos despertado. Y aunque haya quien crea que ETA ha obtenido algo, su fracaso ha sido rotundo. Recuerda Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, que el propio Otegi dijo en 1999 que la foto de la entrega de las armas sería la foto de la derrota.  

El desarme es la constatación de que todas sus estrategias han fallado y de que los únicos preocupados por escenificar la entrega de las armas eran ellos. Los gobiernos español y francés no tenían ni prisa ni necesidad de provocar lo que ellos, con las actuaciones policiales, estaban consiguiendo. La prueba es que ETA ha aportado 120 armas de fuego, cuando en los últimos cinco años las fuerzas de seguridad les habían incautado 325. Es decir, han desvelado el lugar donde escondían su material antes de que la actuación del Estado de Derecho lo encontrase.

Recuerda Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, que el propio Otegi dijo en 1999 que la foto de la entrega de las armas sería la foto de la derrota

ETA ha sido el último coletazo del franquismo en morir, la última herencia de la dictadura. Pero se acabó. Han entregado las armas el sábado previo a la Semana Santa y convertidos en la penúltima preocupación de los españoles, más atentos al precio de los carburantes, la ubicación de los radares o el tiempo que hará en su lugar de descanso y desconexión. Porque ETA, excepto para una parte de la sociedad vasca, ya no le importa a nadie. Es la triste realidad de la banda y la peligrosa situación a la que ahora nos enfrentamos.

Con ETA desarmada (¿para qué tanta muerte, sangre, extorsión, sufrimiento?, ¿¿para qué??), la batalla que queda es muy importante: contar lo que ha pasado de una forma rigurosa. Escribir la historia para que las generaciones futuras, y actuales, sepan que una banda de descerebrados apoyados por un grupo de fanáticos sembró de dolor y muerte Euskadi y el resto de España para aniquilar a los que no pensaban como ellos, para hacer un apartheid ideológico y expulsar de su tierra a miles de vascos no independentistas y expulsar a los no nacionalistas de la política vasca.

ETA y su entorno van a intentar imponer la idea de que hubo un conflicto con dos bandos y que en los dos se cometieron atrocidades. Nada más lejos de la realidad. A las generaciones presentes y futuras les debe quedar claro que lo que sucedió es que una banda criminal y xenófoba intentó imponer su modelo de Estado en una sociedad en la que no cabían quienes no pensaban como ellos y que para lograrlo no dudaron en matar, secuestrar, amenazar y extorsionar a todos quienes no estaban de su lado. Que sí, que el Estado cometió errores inaceptables, pero nunca jamás se dio un enfrentamiento entre dos bandos, sino entre la extorsión y la libertad; entre la paz y el sucio y cobarde terrorismo de ETA.

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