La provocación de Bolaños ha sido el pistoletazo de salida. Vamos a ver muchas cosas de aquí a las generales. Y he dicho generales porque las municipales y autonómicas sólo servirán para decretar el acta o no de defunción anticipada del sanchismo. Pero, gane o pierda, ese invento ruinoso y felón llamado Pedro Sánchez lo más seguro es que no se corte un pelo hasta que las urnas le digan que se vaya. Y aun y así… De ahí que haya dado órdenes al partido para que “presionen democráticamente” a las formaciones de derecha. Textual. La suavidad hipócrita del término no se corresponde con la barbaridad que es realmente. La frase es “Han de sentir nuestro aliento en la nuca”.
¿Y eso que significa? ¿Se limita a hacer el pavo como Bolaños y quedar en ridículo ante todo el mundo, veremos más sobrecitos con balas o navajitas, se incendiará por sorpresa la sede de alguna agrupación? ¿Dónde esta el límite de ese aliento? Sabemos los límites que pusieron los correligionarios socialistas de Largo Caballero: la Motorizada, un grupo de matones y asesinos, las checas, la cárcel, el tiro en la nuca, ilegalización y persecución del adversario, justicia y fuerzas policiales y armadas al servicio del gobierno. No admitimos, lógicamente, que tamaña barbaridad pueda darse a día de hoy. Ni los partidos ni España son iguales, afortunadamente, que en los años treinta del siglo pasado a pesar de que muchos, entre ellos el propio PSOE, pretendan que estemos todos ahí, en la dialéctica de la trinchera y la Star.
¿Se limita a hacer el pavo como Bolaños y quedar en ridículo ante todo el mundo, veremos más sobrecitos con balas o navajitas, se incendiará por sorpresa la sede de alguna agrupación? ¿Dónde esta el límite de ese aliento?
Ahora bien, ya que recordamos tiempos oscuros, recordemos que hasta no hace mucho en España se asesinaba, se colocaban bombas, se secuestraba, se extorsionaba. ¿Quiénes lo hacían? Unos que ahora pactan con Sánchez, los etarras. O se cometía el vil atentado de la estación de Atocha que, por precisar, dio un vuelco increíble e inesperado a las previsiones electorales. A favor del PSOE. Así que, aunque nadie esté tan loco como para ir con una automática en el bolsillo dispuesto a vaciar el peine en el primer adversario político que se tope por la calle, hemos de estar preparados. Sánchez está dispuesto a emplear todo los trucos sucios, jugarretas y boicots que sean menester. Sabe que puede perder. Y a pesar de su chulería impostada y su falso aplomo, Sánchez está nervioso. Muy nervioso. Como también lo están sus socios de gobierno y quienes apoyaron su investidura. Saben que a la que entre un gobierno mínimamente decente en Moncloa se les acabó el chollo, la gabela y pasarse por el arco de triunfo leyes e instituciones impunemente.
Recordemos que hasta no hace mucho en España se asesinaba, se colocaban bombas, se secuestraba, se extorsionaba. ¿Quiénes lo hacían? Unos que ahora pactan con Sánchez, los etarras
Sánchez tiene miedo. De ahí que vaya sembrando España de leyes que no hay por donde cogerlas, pensiones e impuestos desorbitados y unos números que no hay economista que los toree. Es una huida hacia adelante. Lo hace conscientemente, porque sabe que ése es el campo de minas al que deberá enfrentarse su sucesor, con los sindicatos en pie de guerra, la “sociedad civil” protestando por lo que sea, los “artistas” de pancarta y manifiesto indignadísimos y los separatistas volviendo por sus fueros. Todo eso llegará, insistimos, cuando se produzca un vuelco electoral y nos libremos de una puñetera vez del peor gobierno que hemos tenido en estos años de democracia. Pero antes ejecutaran una política de tierra quemada. Porque España y los españoles nunca les hemos importada un pito. Sólo les han preocupado sus cargos y el poder para hacer su santa voluntad, sin frenos ni cortapisas. Decía Belén Esteban “Yo, por mi Andreita, ma-to”. No sé qué dirá quien se lleva ciento y mucho mil euros por su cargo, tiene un avión a la puerta de su casa, o permite que la ilegalidad y el crimen se adueñen de su ciudad, su comunidad autónoma o su país. En serio, no lo sé. ¿Ustedes lo saben? Ahí lo dejo.
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