Aún felizmente invadidos por las nuevas tecnologías digitales que tanto han mejorado la productividad y el consiguiente crecimiento económico, sobre todo de los países más pobres que han podido incorporarse a la economía globalizada y que han disminuido el consumo energético de la creación de riqueza, la energía sigue siendo un factor esencial para nuestro presente y devenir.
Por ello en el Foro de la Sociedad hemos abordado el análisis de la crítica situación actual, y través de una labor de equipo liderada por Cesar Vacchiano, hemos llegado a las siguientes conclusiones:
- La crisis energética que se deriva de la invasión de Ucrania es el precio que Europa habrá de pagar por su indolencia durante décadas. El gas barato ha sostenido la competitividad de la industria alemana; muchos políticos alemanes han pecado de candidez y algunos se han colocado en el negocio de los gasoductos.
- Hemos descubierto, ahora, que tenemos que elegir entre el gas y el honor, así como decidir sobre muchas otras cosas; entre ellas, la rapidez del tránsito a los objetivos de 2030, la recuperación de la soberanía y las garantías de suministro, la contribución de la energía nuclear y … lo más acuciante, la unidad de criterio frente a los populismos que han condicionado decisiones a corto plazo sobre asuntos de una planificación más que decenal.
- Estamos ante el mayor condicionante de la futura unidad europea por el riesgo de una Rusia no democrática. Porque la autonomía energética es condicionante de la capacidad industrial y la calidad de vida en el hemisferio norte.
- La nueva situación abrirá brechas en función de la calidad de las respuestas de los gobiernos en un contexto dominado por iniciativas dispersas que van a marcar diferencias y suponen retos para el equilibrio entre fiscalidad y competitividad. España no será ejemplo para nadie y sus iniciativas no llegarán a ningún acuerdo porque la contribución del gas en nuestra producción eléctrica es pequeña, como en Francia, y una razonable reducción de impuestos a la generación y del IVA repercutido bastarían para corregir el alza del precio del combustible.
- El parque eólico y la energía nuclear son los fundamentos en los que Europa basará su independencia a largo plazo; las renovables fotovoltaicas apenas nos proporcionarán un 10% de la electricidad necesaria, incluso una vez sustituido todo el carbón por los compromisos medioambientales. Ignorar el gas y el petróleo ruso exige tiempo, pero si somos leales a Ucrania producirá un impacto de más de 750 millones de dólares diarios, con los que Europa está contribuyendo a la economía de los Putin; ese es el verdadero reto.
- La clave del petróleo la tiene Arabia, por su capacidad de suministro alternativo a todo Occidente, lo que dejaría el crudo ruso para sus clientes satélites y China; y si se redujeran las sanciones a Venezuela e Irán, se vería facilitado.
- La clave del gas está en el Golfo Pérsico, Canadá y los propios EE. UU.; las limitaciones al fracking impiden aprovechar los cuantiosos recursos existentes en Europa, pero con criterios de eficiencia el gas debería destinarse a la industria y la climatización, reduciendo su contribución a la generación eléctrica, algo que hoy, Alemania e Italia no pueden permitirse.
- La industria nuclear impulsará nuevos liderazgos por la cualificación de sus equipos humanos, más allá de la capacidad tecnológica y la calidad de los empleos energéticos puesto que la construcción de centrales deja en el propio país más valor añadido que el que se deriva de los pagos por combustible importado. Francia, Reino Unido, Bélgica, Suiza, Suecia, Finlandia y algunos de los ex satélites soviéticos tendrán su oportunidad; Alemania vive los momentos decisivos de un futuro con honor y nucleares o dependencia de Rusia y cierre de sus centrales (nucleares y carbón). Difícil lo tiene con los verdes en el gobierno.
- España es un enjambre de pasiones que lo perturban todo. El mix razonable que impulsaría nuestra competitividad (parques eólicos, nucleares, hidráulica, fotovoltaica y ciclos combinados con gas) ha sido sustituido por otro mix ideológico, cuya planificación temporal está guiada por los calendarios electorales. El parque de generación eólica –subordinado al viento cuya intermitencia no siempre resuelve las necesidades de la demanda– puede asegurar hasta un 40%; planificar ahora la prolongación de la vida útil de nuestras centrales nucleares y conectar con la siguiente generación de reactores, aseguraría nuestra capacidad industrial e independencia aportando un 25% de la electricidad de generación centralizada; impulsar la generación distribuida (fotovoltaica en residencias) y la compatibilidad con almacenamiento y usos en vehículos aportaría más de un 10%, mientras que los parques solares nos proporcionarían más de un 5% adicional y nos queda la aportación de los embalses con un 10% nada despreciable. El gas puede quedar para cubrir carencias de viento o seguridades del sistema.
- Europa no reducirá la contribución de la energía nuclear por debajo del 25% en la generación de electricidad y junto con la generación eólica será su apuesta para la descarbonización, pero con su agresión, Rusia va a poner a prueba muchas cosas; entre ellas, la racionalidad de los compromisos que enfrentan el corto y el largo plazo en las decisiones económicas y, en este caso hasta la propia globalización.
- Alemania es la pieza central del problema, al caer en la dependencia y obligarse a comprar a Rusia el 60% del gas que necesita si llegara a cerrar sus centrales nucleares (solución North Stream 2), una fortuna. Si Europa consiguiera apartar a Argelia de la influencia rusa, además de asegurar el 40% del consumo de Italia y el 50% del de España, podría aumentarlos, así como proveer a otros países que hoy son clientes de Rusia. Ello supondría dotar a Argelia de más de 500 millones de dólares diarios que podrían transformar, para bien, el país.
- EE. UU. se moverá en esta etapa y buscará soluciones al antagonismo de Marruecos y Argelia, aliviará las sanciones a Irán y Venezuela –ya se verá a cambio de que–, fomentará el comercio de gas licuado en buques metaneros, con Japón como socio y venderá sistemas de armas a Europa para una nueva guerra fría que durará, al menos, lo que dure Putin. Un dictador que ha crecido a la sombra de una Europa que alimentó su poder y el de sus amigos con el dinero de su bienestar.
En la considerada primera ópera de la historia, Orfeo, una imperecedera obra maestra debida a Claudio Monteverdi, su protagonista canta que: “La ocasión es una efímera flor que hay que cosechar a tiempo”. Si el Gobierno no consistiese en una jaula de grillos, sino en un gabinete competente, responsable y audaz, aprovecharía la ocasión para cosechar una reforma radical –por su racionalidad– del disparatado modelo energético actual, mediante un acuerdo de Estado con la oposición política. La energía, como la educación, el fomento de la ciencia y la política internacional, no debieran quedar al albur de cada alianza de coyuntura en la conformación de los gobiernos.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación