El gran problema de los radicales es que su lucha ocupa todas las parcelas de su existencia, así que cuando llegan al poder toman el control sobre las instituciones, de los medios, del arte y hasta de las cafeterías. Por eso, el dramaturgo con cáncer de la magnífica La vida de los otros lamentaba que la Stasi le condenara a morir en el ostracismo. Era marxista, pero crítico con el régimen, y eso era contrarrevolucionario. Por tanto, merecía la cruel y gélida censura del partido. Que ninguna de sus obras se estrenase en un teatro.
Los sucesores de esas 'eminencias' del pensamiento universal conservan papeles protagonistas en la política, en las redacciones, en las editoriales y en los cines; y claman e inventan conspiraciones y enemigos cuando su ideología retrocede en algún frente. O cuando intuyen que el enemigo está sobre-representado. Un consejero de Radiotelevisión Española -designado por Podemos- reconocía recientemente en una entrevista concedida al diario Público que, personalmente, se estaba encargando de la selección de tertulianos para un nuevo debate en la televisión pública, que finalmente no ha salido adelante. Pero su objetivo era que la derecha no estuviera sobre-representada.
Cuando intuyen que su 'adversario' político puede avanzar, pasan a la carga. Quizás por eso, el periodista Antonio Maestre publicó el otro día un artículo en el que advertía -entre otras cosas- de la 'derechización' de Mediaset por la decisión de situar a Ana Rosa Quintana en la franja vespertina de Telecinco. En el texto, omitía que la presentadora le echó de su programa en 2020, lo cual quizás cargue su opinión de demasiada subjetividad. Sin embargo, abundaba en los nexos del presidente no ejecutivo del grupo, Borja Prado, con unos y otros. Seguramente, sin saber que Prado tiene en realidad asignadas labores diplomáticas, de lobby y de desatasco de asuntos políticos. Algo similar -aunque no igual, porque ejerce representación institucional- a lo que hace Mauricio Casals en Atresmedia.
Sea como sea, en ambos casos, las decisiones las toman quienes están por encima de ellos. Incluidas las editoriales.
El caso es que Maestre y otros medios del ala progresista han advertido estos días a su audiencia que Mediaset “derechizará” la parrilla de programación de Telecinco por su decisión de sustituir a Jorge Javier Vázquez y a Paz Padilla por Ana Rosa Quintana en su franja vespertina, en la que también tendrá protagonismo otro peligrosísimo derechista, como el presentador Jesús Vázquez.
Dado que en diciembre habrá elecciones generales, incluso se han aventurado a afirmar que Berlusconi ha hecho con esta acción un gesto hacia Alberto Núñez Feijóo, en previsión de que sea el próximo presidente. Todo -reitero- por quitar de la parrilla a Jorge Javier Vázquez y sus muñecos. Desde luego, habría que ver a estas alturas quién daría más votos al PP, si Ana Rosa o si Jorge Javier con sus homilías de seminarista de izquierdas de primer curso.
Telecinco: la vida sigue
Quien repase la historia reciente de Mediaset sabrá de la capacidad de sus directivos para anunciar revoluciones que, en la práctica, no cambian nada. Su especialidad es transformar el cocido del lunes en ropa vieja para el martes; y la ropa vieja en croquetas para el miércoles. Sucedió cuando se agotaron formatos como Aquí hay tomate y A tu lado, se retiraron de la parrilla y, a los pocos meses, se estrenó Sálvame con el mismo presentador y una fauna parecida en su tertulia (fauna, por cierto, que en parte tenía Ana Rosa Quintana en su programa en Antena 3).
Y, dese luego, ahora sería toda una sorpresa que en sus tardes adoptara una línea conservadora y redujera ostensiblemente su carga de noticias de sucesos, famosos, efemérides, curiosidades y chorradas de internet.
Es cierto que Berlusconi ha sido de derechas toda su vida y que sus medios siempre han sido 'respetuosos' con sus batallas políticas, empresariales y judiciales. También es verdad que en España ha tenido enfrentamientos con el PSOE en el pasado. Entre otros, el que se produjo cuando una delegación del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero viajó a Italia para pedirle la cabeza de Paolo Vasile, al que consideraban incómodo por haber denunciado su maniobra para regalar a Jaume Roures y a José Miguel Contreras la licencia de LaSexta.
Por otra parte, es verdad que Mediaset ha tomado, en el pasado, alguna decisión que pudo ser susceptible de ser interpretada como un favor al Partido Popular. Entre otras, el estreno, en 2014, de Un tiempo nuevo los sábados en Telecinco, donde se invitó a eminencias como Jorge Fernández Díaz para tratar de captar al espectador moderado que repudiaba La Sexta Noche. Pero todos esos movimientos han sido más bien fuegos de artificio. Es decir, intentos de mejorar su audiencia y su negocio en un momento en el que la competencia había comenzado a ganar dinero con las tertulias políticas. Y en plena pugna porque Rajoy y Soraya concedieran una licencia de TDT a Mediaset.
Habrá quien recuerde el despido de Jesús Cintora como presentador de Las mañanas de Cuatro. Pero, ¿de verdad puede decirse que hizo un favor al PP por cambiar al periodista soriano por Javier Ruiz? Lo dudo.
Quien conozca bien la historia de Mediaset España sabrá que la política y la información han tenido siempre un papel muy secundario en su parrilla de programación. Ahí lo importante siempre ha sido el espectáculo. El de las 'Cacao maravillao', el de Rocío Carrasco, el de la Pantoja, el de Gran Hermano y el de Jorge Javier.
Es posible que sus nuevos directivos quieran incrementar la presencia de la política en sus parrillas de programación para competir con Antena 3 y LaSexta. De hecho, es cierto que en sus despachos hay quien considera un error la política de Paolo Vasile de renunciar incluso a pugnar por los principales debates electorales, que siempre atraen a la audiencia. Ahora bien, parece osado el concluir que el nuevo magacín de Ana Rosa Quintana en la franja vespertina de Telecinco supone un giro hacia la derecha de la cadena. ¿Acaso marca la agenda política El programa de AR? ¿Acaso se convertirá en Tucker Carlson y lavará el cerebro de las señoras para disuadirlas de apoyar a Pedro Sánchez?
Hay argumentos que, desde luego, parecen sacados del cerebro de alguien que concibe la realidad como un espacio en el que no hay margen más allá de la política, cuando no es así.
Influencia menguante
Por otra parte, tampoco las televisiones tienen tanto poder como antes. Hace unos años, había puñaladas traperas cada vez que un gobierno anunciaba un concurso de licencias. Ahora, estas 'concesiones' se han devaluado de forma significativa porque el negocio no es ni mucho menos el mismo que antes. Prueba de ello es que todo el grupo Media for Europe -todo el negocio audiovisual de los Berlusconi- vale en bolsa 1.500 millones de euros. El 31 de diciembre de 2015, tan sólo Mediaset España estaba valorada en el parqué madrileño en 3.673 millones.
El negocio decae y el número de espectadores cada vez es menor. Los jubilados ven mucho la tele -323 minutos al día, según Kantar Media-, pero los jóvenes apenas si invierten 1 hora delante de este electrodoméstico. Eso lo han notado los anunciantes, que han emigrado, en parte, a las plataformas digitales, donde hay entretenimiento, pero también noticias y tertulias. Algunas, más amateur. Otras, muy bien hechas. Según el caso, son más sugestivas o más radicales. Incluso Pablo Iglesias tiene un canal. ¿Qué ocurre? Que todo programa que presente una línea editorial más blanda es situado en el pabellón de los herejes por esta tropa. Desde el programa de Ferreras hasta los de Ana Rosa Quintana.
Por eso, ahora que la empresaria ha sido elegida para presentar el típico magacín vespertino en Telecinco, hay quien ha comenzado a gritar aquello de '¡Que viene la derecha!'. O el coco.
¿Contrarrestará estos argumentos la familia Berlusconi? No les hace falta. Bien pensado, e Feijóo le podrían vender que van a sacar de Telecinco a progresistas como Jorge Javier Vázquez; y a Pedro Sánchez le podrían decir que ellos no se meten en política. Que lo suyo es el entretenimiento y, si acaso, las noticias de interés humano, como las persecuciones policiales, las andanzas de las infliencer y los vídeos de TikTok.
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