El año pasado fueron los ‘presos políticos’ de Santiago Sierra que Taxo Benet, el socio de Roures, compró para el salón de su casa. El anterior, Albert Plá troceando una tarta en el Salón de los Espejos de Versalles y antes de ése, en 2015, el vaso de agua medio lleno por 20.000 euros o Franco dentro de un frigorífico de Coca-Cola en 2012, con el que Eugenio Merino se ganó una plaza en el banquillo de los acusados.
Este año la pieza polémica de la Feria ARCO recae en un ninot de cuatro metros de altura del rey Felipe VI que se exhibe en la galería Helga de Alvear. La obra, fruto de la colaboración entre los polémicos Sierra y Merino, cuesta 200.000 euros. Una vez abonada la cantidad, su comprador deberá prender fuego a la pieza en un plazo no mayor a un año.
¿Cremá o ultraje? ¿Arte o mascletá? Se puede decir que el Rey va camino de hacerse un hat-trick del desplante
Tiene su truco la obra que firman Sierra y Merino, bien avenidos en esta dupla, entre otras cosas porque posan encantados sobre la línea roja que separa libertad de expresión de creación. Los ultrajes a España y los símbolos que la constituyen aparecen tipificados en el artículo 543 del Código Penal, que prevé penas de siete a 12 meses de multa para aquellos que profieran ofensas a cualquier hijo de vecino, lo que incluye al Rey.
¿Podría ser multado un fallero, o un coleccionista, o un provocador por hacer arder al jefe del Estado? ¿Cremá o ultraje? ¿Arte o mascletá? Se puede decir que el Rey va camino de hacer hat-trick del desplante esta semana y que alguien se encargará de cambiar de sentido su recorrido por la feria para que no tenga que toparse, vaya por Dios, con la versión agigantada de sí mismo lista para arder.
A falta de ventas, la feria echa mano de la reposición de boutades, una especie de bombilla led a la que van electrocutarse los periodistas
Bienvenido lector, un año más, al circo de ARCO. Dos pabellones con su propia noria, su tiro al blanco y su mujer barbuda; todo dando vueltas alrededor de un tiovivo, el mismo, edición tras edición. A falta de ventas, la feria de Arte Contemporáneo echa mano de la reposición de boutades, una especie de bombilla led a la que van electrocutarse los periodistas a la hora del telediario.
Que ARCO va de vender es algo que no hace falta explicar demasiado, entre otras cosas porque vende poco, si se la compara con Basel o Frieze. Lo que factura el mercado del arte español alcanza apenas el 1% de la totalidad global, de ahí que en el sarao de Ifema cada cual exhiba en su stand una colección de dibujos hechos con macarrones o una diana de tiro al blanco con la cara de alguna figura pública en el centro. Otra cosa es que alguien distinto del Ayuntamiento las compre. Mientras tanto... un poco de mascletá para alegrar el cotarro.
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