Opinión

Europa, un juego en el que siempre gana Alemania

Alemania y Europa en la final de la Champions. Como en el fútbol, Merkel y Macron señalan el rumbo de la UE en el año más dramático de su reciente Historia

Ya lo dejó claro Emmanuel Macron con un famoso tuit, el pasado lunes: Francia y Alemania son el motor de Europa. Tanto en la política como en el fútbol. Hay momentos en la Historia en los que ambos terrenos funcionan como universos paralelos; como si la realidad y la ficción se gastasen bromas mutuas y borraran las líneas que las distinguen.

Este domingo, ceteris paribus, quedará una imagen reveladora de lo que fue el indigerible verano de 2020; otra estampa del año en el que la fragilidad del mundo quedó finalmente expuesta. Es decir, quedará una instantánea de la final de la Champions League dentro del Estadio da Luz con las gradas vacías. Sí, la final del torneo entre clubes más prestigioso del mundo, que jugarán el titán millonario parisino y la máquina bávara de demolición, será sin público, sin fanáticos, sin testigos de la magia en directo del “deporte más bonito del mundo”. ¿Quién será el nuevo campeón europeo, el inmisericorde Bayern de Múnich o el ostentoso Paris Saint-Germain?

Sí, Macron lo dejó claro el lunes. Francia y Alemania, juntos, mandan en el continente. Pudo haber sucedido que la final de la Champions fuese sólo francesa, o sólo germana, pero no, será franco-germana. Y sí, la conclusión de la temporada 2019/2020 de la Champions ha coincidido con el protagonismo que están teniendo el primer ministro francés y la canciller alemana en la gestión de la crisis económico-sanitaria en el continente. Algo impensable hace ochenta años.

"Que Alemania y Francia se pongan de acuerdo no significa que Europa se ponga de acuerdo. Pero si Alemania y Francia están en desacuerdo, el acuerdo en Europa se pone especialmente difícil"

Ahora bien, hace poco más de un mes, cuando Macron visitó a Merkel en el Palacio de Meseberg, la canciller alemana aseguró: “Que Alemania y Francia se pongan de acuerdo no significa que Europa se ponga de acuerdo. Pero si Alemania y Francia están en desacuerdo, el acuerdo en Europa se pone especialmente difícil”. Pero ¿será en realidad un eje, el franco-germano precisamente, quien dirija el futuro de Europa?

Parece que sí, por lo pronto ha sido el eje París-Berlín el que ha impulsado las 750.000 millones de ‘razones’ para pensar que la Unión Europea tiene un porvenir promisorio. Además, no podemos dejar de lado el hecho de que en este segundo semestre del año sea la misma Alemania quien ostente la presidencia en turno del Consejo de la Unión: algo que le supone grandes retos de cara al legado del proyecto que siempre ha defendido. Recordemos que, en plena tormenta del Brexit, en más de una ocasión Merkel ha sentenciado: “nuestro futuro es Europa”.

Rusia, en el tablero

La canciller alemana visitó este jueves a Macron en la residencia estival de los presidentes franceses, el fuerte de Brégançon, y confirmó que en los temas realmente importantes (véase la lucha contra la covid y la recuperación económica en Europa) es imprescindible la cooperación ente ambos países. Incluso, ya en otros temas, los dos mandatarios ofrecieron su ayuda (y Francia habló de “dar asilo”) a Alexéi Navalni, el líder opositor ruso presuntamente envenenado. Ojo, la última vez que un canciller alemán visitó Brégançon fue en 1985 cuando Helmut Kohl fue invitado por François Mitterrand.

Parece que el ‘club de los frugales’ (Austria, Suecia, Holanda y Dinamarca), los menos receptivos a que países como España e Italia reciban ‘ayudas’ como las ‘razones’ antes mencionadas, poco tienen que hacer contra el protagonismo franco-germánico en la Europa de hoy.

Una extraña carrera hacia la final

La Champions del año pandémico ha llegado a su final. No ocurre lo mismo con el estallido de los contagios, España en cabeza, riesgos de descontrol y un curso escolar llamando a la puerta. Con la recuperación del torneo futbolítico más importante del mundo, en la modalidad de eliminatoria directa, con la final que se jugará en la casa del Benfica en Lisboa, y en pleno agosto, hemos llegado extrañamente a su conclusión. España, como en la pandemia, no ha redondeado una actuación memorable. 

Y las semifinales, como bien así lo celebró Macron, fueron de dominación francesa y germana (curioso, ambas con un marcador de 3 a 0). En el plano deportivo han sucedido cosas singulares. El PSG es el primer equipo francés en disputar una final de la Champions desde que el Mónaco lo hizo en el 2004. Llegan con hambre y sed de confirmar que la capital francesa aún manda en el continente. Su rival, el Bayern de Múnich no ha conocido la derrota en todo este año de la epidemia. En diciembre del año pasado fue la última vez que vieron un marcador final en contra. 

Estadios vacíos, gradas al aire

Este domingo, Europa asistirá a una final europea sin público y en Lisboa. Gradas sin gente, un estadio vacío. Un ritual incompleto, cercenado. Una partida en la consola. Otra expresión humana rota, como lo ha quedado aparentemente todo. Veremos, con seguridad, un encuentro digno de los épicos combates en el Coliseo romano, pero no habrá aplausos, ni gritos, ni pasión

Ahora, cuando el fútbol y la política en Europa viven curiosos paralelismos, cobrará vida de nuevo la famosa frase de Gary Lineker, aquella de que el fútbol es un juego simple que inventaron los ingleses, en el que juegan once contra once, y siempre gana Alemania.

El año pasado, Josep Borrell declaraba que el eje París-Berlín "es necesario, pero insuficiente”. Sostenía que entre ambos gobiernos había conflictos de intereses. Hoy, sus palabras, parecen no tener más vigencia. La relación bilateral, en pro del proyecto europeo, parece vivir un momento inmejorable. Pero cuidado, no olvidemos que Merkel también ha dejado claro que “a Alemania sólo le irá bien si le va bien a la UE”. ¿Será que Lineker tenía razón y de una forma o de otra “siempre gana Alemania”?

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