Así se expresaba el genial Gila en uno de sus gags más recordados que, como habitualmente, se basaba en la escenificación de un personaje absurdo que se hartaba de decir absurdeces.
En los últimos días, hemos visto no a uno sino a dos personajes públicos emulando al maestro del humor. La diferencia en este caso ha estribado en que, con sus balbuceos, los números uno y dos del principal partido de la oposición no buscaban provocar nuestra risa sino justificar la indigna actuación que han desarrollado durante los últimos meses.
Concediéndoles inicialmente el beneficio de la duda, que es mucho concederles dada su conducta, vamos a aceptar como hipótesis que en día su creyeran de buena fe en la posible existencia de un contrato irregular en la Comunidad de Madrid. Su actuación posterior no tiene pase alguno. Convirtieron infundadamente la posibilidad en certeza y decidieron utilizarla con el inequívoco propósito de perjudicar a Díaz Ayuso en beneficio propio. Para ello, como ahora se ha sabido, trasladaron soterradamente en círculos internos del PP que la presidenta de Madrid tenía un muerto en el armario. Recurrieron también a expandir el bulo en encuentros off the record ante numerosos periodistas, según éstos están manifestando.
Una de dos, o realizaron una actividad ilegal, o conociendo su realización por un tercero, decidieron silenciarla buscando aprovecharse de ella
No contentos con el intento de socavar injustamente la imagen interna y externa de la presidenta de Madrid, decidieron participar activamente en el sucio juego del espionaje. O lo encargaron, y así parece deducirse pues, pese a la rotunda negación de Teodoro García Egea, la posterior dimisión de uno de sus chiquilicuatres (¿por qué si no ha dimitido?) y lo declarado por un empresario privado han desmentido su negativa. O fueron receptores de sus resultados, que es lo que ellos mismos confiesan. Una de dos, o realizaron una actividad ilegal, o conociendo su realización por un tercero, decidieron silenciarla buscando aprovecharse de ella.
Y, simultáneamente, todo apunta a que utilizaron el muerto que ellos crearon y quisieron colocar en el armario de Isabel Díaz Ayuso para chantajearla y sabotear su lógica y legítima aspiración de optar a la presidencia del PP madrileño, descabezado desde hace tiempo y bajo la ficticia dirección de una fantasmagórica comisión gestora.
En el escenario descrito, Pablo Casado ha soltado públicamente un rosario de manifestaciones que, por su malignidad, no tienen precio: “Puede haber habido un tráfico de influencias”. Si así lo cree ¿Qué ha hecho él para confirmar/desechar tal posibilidad?; “Tengo datos tributarios”. De ser cierto, ¿Dónde y cuando ha denunciado la ilegalidad de su obtención? “Mi consejo de Ministros nunca aprobaría un contrato para mi hermano” Pese a lo inverosímil de la condición con la que empieza su frase, ¿En qué reunión del Consejo de Gobierno de la CAM se aprobó contratar con Tomás Díaz Ayuso? Pero cuando supera al gran Gila es al manifestar: “Alguien puede pensar que ha podio utilizarse a un posible testaferro”. ¡Too match! ¡Demasieu!
El contrato en cuestión pasó todos los filtros de la Administración autonómica y ha sido expresamente fiscalizado por la Cámara de Cuentas de la CAM sin observar irregularidad alguna.
Pocas horas después de esta maliciosa sarta de afirmaciones e insinuaciones, los consejeros de Sanidad y Hacienda de la Comunidad de Madrid han disipado las dudas que él intentó crear. La contratación del material sanitario por el procedimiento de urgencia era lógica y fue generalizada en la situación de extrema necesidad generada por la pandemia. Lo hicieron todas las Comunidades y el propio gobierno nacional. El contrato en cuestión pasó todos los filtros de la Administración autonómica y ha sido expresamente fiscalizado por la Cámara de Cuentas de la CAM sin observar irregularidad alguna. La presidenta de la CAM no intervino, ni formal ni informalmente, para propiciar su aprobación.
Ante las evidencias expuestas ¿de dónde y por qué se inventan Egea y Casado sus artificiosas e interesadas sospechas? De las frases que ellos mismos construyen imitando a Gila. Emulación por emulación, se podría también llegar a decir: Alguien puede pensar que fuera posible que algún día Casado se comiera viva a una monja. Y, una vez pronunciada, afearle públicamente que él no acredite su inocencia. A ver cómo demuestra el imitador de Gila que jamás se ha merendado a una monja.
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