Con cada nuevo sencillo que publica, crece mi admiración por Cristian Quirante Catalán (Barcelona, 1984), más conocido como Alizzz, que en los últimos años triunfa tanto en su faceta de productor de C.Tangana como en su cada vez más sustancial carrera en solitario. Dos de las últimas piezas a su nombre, “Qué pasa nen” y “Todo está bien”, reflejan muchas de las disfunciones del discurso progresista español de nuestra época. La primera es una saludable catarsis de rabia charnega contra unas élites catalanas, indepes y hipsterizadas, que presumen de nivel cultural sin tenerlo (y que estigmatizan la creatividad popular y el amor a España). La segunda canción, más intrincada y sutil, trata sobre la precariedad -material y piscólogica- que comparten tantos veinteañeros, a pesar de habitar un presunto paraíso de los derechos sociales.
El gobierno de coalición ha sido estos cuatro años una máquina de fabricar sintagmas reconfortantes en modo autobombo: un día “escudo social”, otro “salimos más fuertes” y otro “el gobierno más progresista de la historia”. La realidad es que la mayoría de los jóvenes españoles andan tan jodidos como el protagonista de “Todo está bien” de Alizzz: carcomidos por la ansiedad, perdidos en el péndulo subidón/resaca y en la trampa de “matarte a trabajar/y no llegar a fin de mes”, como explica la letra. Mientras tanto, de fondo en la televisión, la sonrisa satisfecha de Pedro Sánchez hablando de los fondos Generation Next de la UE, de los interraíles gratuitos y de la Ley de la Vivienda sacada de la manga en las últimas semanas de la legislatura (a ver quién pica).
Alizzz y la necesidad de cambio
¿Le creen los jóvenes españoles? Cada vez menos. Si miramos tendencias más amplias, Pedro Sánchez es el último peldaño que confirma la desconexión con las promesas de sistema. No es algo que afirme yo, sino que lo dicen los números: los jóvenes simpatizaron masivamente con las reivindicaciones del 15-M, apoyaron a Podemos por sus promesas de cambio y ahora la primera opción política de los nuevos votantes se llama Vox. No hay que ser muy listo para deducir que apoyan cualquier propuesta de cambio, venga de izquierda o de derecha, porque no están conformes con el tinglado tejido por el bipartidismo desde 1978 (ese que les condena a ser más pobres que sus padres). Los personajes de las últimas creaciones de Alizzz encarnan esta desafección de un modo implícito, certificando que el presunto paraíso liberal-progresista es un espejismo que no están dispuestos a comprar. “Liarte cada finde/Y el bajón de cada martes/ Los dedos hechos polvo de la cadena de montaje/ Hincharte a comida de mierda, vacío existencial/Cariño mira al frente, no te van a derrotar”, resume “Todo está bien”.
La izquierda pijo-tecnócrata intenta estigmatizar la rojigualda, los piropos, el techno de polígono, el fútbol de la vieja escuela, Radiolé y hasta querer a tu pueblo y a tus padres
Intuyo que tanto C.Tangana como Alizzz siempre han votado a la izquierda, y que es el campo ideológico con el que simpatizan, pero muchas veces las creaciones artísticas van mucho más allá de las posiciones de sus autores. Por ejemplo, lo más político que ha conseguido la exitosa gira de El madrileño es reconciliar a la juventud española con ritos y costumbres plebeyas que van de la ligoteo heterosexual descarado al flamenquito, pasando por la alegría de los bares de barrio. La izquierda pijo-tecnócrata ha intenta estigmatizar la rojigualda, los piropos, el techno de polígono, el fútbol de antes, Radiolé y hasta querer a tu pueblo y a tus padres (todo indicios preocupantes de ser un peligroso neorrancio). Alegatos pop como los de Alizzz son un alegre antídoto contra el muermo existencial prosistema de las élites narcisistas, los vendedores de humo macroeconómico y los burócratas de Bruselas. Los jóvenes nos recuerdan que todavía tenemos pendiente un gran cambio político. Y que tendrá colores nacional-populares.
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