El derecho de los propietarios de inmuebles a negociar libremente con los arrendatarios el precio de su alquiler forma parte de los derechos de propiedad privada que definen a las sociedades capitalistas. Esta propiedad se ha defendido desde la concepción del derecho natural, considerándola uno de los derechos que anteceden y justifican la creación del Estado cuyo fin primordial sería la defensa de los mismos, así como desde concepciones utilitaristas según las cuales la mayor o menor fortaleza de la propiedad privada redundaría en una mayor o menor prosperidad de la sociedad en cuestión.
La mayoría de los economistas han defendido la propiedad privada frente a las invasiones arbitrarias del Estado desde esta perspectiva utilitarista. En lo concerniente a las intervenciones estatales para fijar precios máximos (o mínimos) en los mercados, los economistas han señalado las consecuencias contraproducentes para el bienestar de los consumidores que habitualmente se derivan de estas Intervenciones. En el caso concreto del mercado de alquileres de la vivienda, la posición prácticamente unánime de la profesión considera que topar los precios termina provocando efectos opuestos a los deseados porque acarrea una reducción de la oferta y de la calidad de los inmuebles disponibles, además de otros efectos negativos como la potenciación de la economía sumergida y la discriminacion contra los arrendatarios más vulnerables.
Acaso sorprenda a los comunistas bolivarianos del Gobierno saber que Marx criticó el control estatal de precios en el mercado de un bien mucho más esencial para el proletariado de entonces que lo pueda ser el alquiler de vivienda para los trabajadores de hoy: el mercado del pan. La crítica la efectuó en su artículo para el New York Daily Tribune del 15 de Diciembre de 1858 titulado Project on The Regulation of The Price of Bread in France (marxengels.publicarchive-net). Marx explicaba en dicho artículo cómo el decreto proyectado por el emperador Napoleón III (ucase lo denominó Marx, utilizando el término con el que se conocían los edictos de los Zares) tendría efectos contrarios a los buscados, haciendo subir los precios del pan por encima de lo que lo harían en épocas de escasez. No se piense que se trata de una excepción en la obra del profeta.
Hasta entonces, lo mejor era dejar funcionar los mercados según la lógica capitalista hasta que las contradicciones internas del sistema ocasionaran su sustitución por el comunismo
En muchos otros escritos contra los socialistas vulgares (de forma prominente, en La crítica al programa de Gotha y en La Miseria de la Filosofía) Marx mostró su desconfianza, sería más preciso decir su desprecio, hacia las intervenciones redistributivas en el mecanismo de precios del capitalismo alegando que sólo servirían para agravar la situación tanto de los capitalistas como de la clase trabajadora. A su juicio, sólo la revolución y la llegada del comunismo salvarían al proletariado. Hasta entonces lo mejor era dejar funcionar los mercados según la lógica capitalista hasta que las contradicciones internas del sistema ocasionaran su sustitución por el comunismo.
Precio de las hipotecas
Si dejó dicho eso de los controles del precio del pan, caben pocas dudas de lo que diría del control del mercado de alquileres y de los autores de tal dislate. Es interesante, por cierto, consignar que cuando el emperador francés ultimó su proyecto para limitar el precio del pan, dicho precio se estaba desplomando por las fuerzas del mercado, como en buena medida está ocurriendo en la actualidad con los alquileres en España. Esta caída será aún más pronunciada en el primer trimestre del año próximo cuando, según lo comunicado, el Gobierno enunciará su ucase sobre los alquileres dentro de la nueva ley de la vivienda. Las principales fuerzas de mercado que están presionando a la baja este precio son la traslación a la oferta de alquileres residenciales permanentes de las viviendas previamente destinadas a alquileres turísticos ocasionales (muchas de ellas adquiridas a crédito) y de viviendas anteriormente destinadas al alquiler de oficinas, además del desplazamiento de la demanda de alquileres a la demanda de vivienda en propiedad provocado por la intensa caída del coste de las hipotecas.
En casi todos los países desarrollados ha habido intervenciones de entes locales o regionales para limitar el precio del alquiler en alguna u otra ciudad o región; siempre con resultados negativos de intensidad proporcional a la diferencia entre el precio de mercado y el precio regulado, por lo que dichas intervenciones han terminado siendo eliminadas o descafeinadas para eliminar o erosionar dicha diferencia. En algunas ocasiones, puede finalmente ser también el caso de la congelación (temporal) de alquileres en Berlín que ha sido recurrida por inconstitucional por el alto tribunal de dicha comunidad, la intervención ha sido rechazada legalmente por violar el derecho de propiedad contemplado por la Constitución. Lo que hasta ahora no ha ocurrido en ningún país (desarrollado) es una limitación de alquileres en todo el país como solicita el vicepresidente Iglesias y, parece ser, se incluirá en la inminente Ley de Vivienda. Un atentado tan insólito contra la propiedad privada, ya de por sí dañada en el caso de la vivienda por la desprotección legal frente a las ocupaciones, acarrearía una huida de capital privado no solo del mercado de la vivienda sino del conjunto del país.
Los niveles de déficit y de gasto público estructural que alcanzará nuestro país el próximo año serán insostenibles sin reformas profundas
Antes de calificar de exagerada la sentencia anterior se ha de tener en cuenta la situación extremadamente frágil de la economía española, una situación que se agravará aún más en los meses venideros si se materializan los presupuestos avanzados por el Gobierno para el próximo año. Esto es así no tanto por el aumento del déficit o de la deuda pública que contemplan dichos presupuestos sino sobre todo por el intenso aumento del gasto público permanente incluido en los mismos y el escaso o nulo incremento de los ingresos permanentes que puedan aportar las inoportunas subidas de impuestos directos contempladas en el proyecto.
Incluso contando con la ayuda europea y con una recuperación económica tan increíble como la que pronostica el Gobierno, los niveles de déficit y de gasto público estructural que alcanzará nuestro país el próximo año serán insostenibles sin reformas profundas. Reformas estas difícilmente compatibles con la ideología de la coalición gobernante y, en todo caso, hoy por hoy completamente ausentes de los planes de política económica anunciados por el Ejecutivo. Si en lugar de estas reformas se instrumentan contrarreformas, como la de los alquileres u otras auspiciadas por Podemos, y finalmente se llevan adelante los PGE para 2021 en su versión actual, la tragedia griega de una crisis de deuda en nuestro país estará servida.
La probabilidad de que esto ocurra es tan obviamente elevada que no es descartable que sea un evento “transformacional”, por recurrir a un concepto caro al populismo chavista, deseado y previsto en la hoja de ruta de Podemos. Suponiendo que los deseos del presidente del Gobierno no coincidan con los de su Vicepresidente el interrogante a resolver es cuándo y quién saltará primero del coche.
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