El presidente en funciones ni siquiera habla en el nombre de toda su militancia. Y menos de sus votantes. Si hay que creer las encuestas, la mitad está en contra de la amnistía. Es igual, hoy martes siguen hablando sin ambages en el nombre de España. En realidad, hablan con aquellos que se han propuesto destruirla. La imagen del orondo número tres del PSOE Santos Cerdán junto a Puigdemont, sonriendo ambos mientras contemplan una enorme fotografía del día del referéndum ilegal, quedará para la historia de ese partido, o para el día en el que el PSOE recupere la centralidad que un día tuvo. Dudo que eso suceda en algún momento. La infamia viene siempre acompañada de un tufo insoslayable que no hay quien quite en lustros.
Papelón de Armengol
A Sánchez, que con mucho teatro se dispone a encarar la semana clave para una investidura pendiente sólo de la voluntad del prófugo, le dan igual las encuestas que afirman que casi la mitad de los votantes del PSOE está en contra de la amnistía. A él, a Cerdán y a Francina Armengol, el trio de la bencina de una comedia que no da ninguna risa. Esta última, premiada con la presidencia del Congreso tras perder la presidencia en Baleares, eleva estos días a categoría de arte mayor el de los titiriteros. Hace un mes que el Rey le encargó a Sánchez formar gobierno, pero la presidente aún no ha puesto fecha a la investidura. ¿Por qué? Porque eso no lo decide ella. Esa fecha la pondrá Sánchez y se la comunicará Cerdán. Da risa eso de la separación de poderes en España. Mucha.
Militancia versus votancia
La votancia, a pesar de que es la que te mete o saca del Gobierno, resulta ser una cosa evanescente y caprichosa que unos y otros maltratan y manosean en todos los partidos. Lo importante es la militancia, esa que siempre le dice al que manda que lo que está haciendo está bien hecho. Por eso consultan con ella.
En el nombre de España habla Sánchez estos días, y yo me meto la mano en el bolsillo de mi chaqueta a ver si está ahí mi cartera. En el mismo nombre de España habla Santos Cerdán, un técnico electrónico metido a político y agraciado por su fidelidad perruna a Sánchez, de la que Adriana Lastra y José Luis Ábalos podrían contar y no parrar. En realidad, como sucede en tantos partidos políticos, Cerdán es un vividor de las ideas, los lances y los ajustes en la oscuridad, una medianía política sin escrúpulos ni memoria. Como acaba de recordar Luis Algorri en Vozpópuli, "un señor cuyo trabajo es desbrozar y limpiar el sitio por el que va a pasar Sánchez (políticamente hablando), es la persona idónea para comerse el marrón".
La militancia no ha votado la amnistía ni la condonación de la deuda porque no se le ha preguntado, y si hubiera sido así, el 12% de esos militantes ha votado negativamente
Se parece a su jefe en la devoción que sienten ambos por la superchería. Hace falta valor y mucha caradura para afirmar que “hoy estamos más cerca de lograr la investidura de Pedro Sánchez, es el mandato que salió de las urnas el 23 de julio y la fórmula para lograrlo ha sido ratificada por la inmensa mayoría de nuestras bases”. O sea, que el mandato de las urnas era la amnistía y depender de un pelele de Puigdemont. Miente Cerdán: la militancia no ha votado la amnistía ni la condonación de la deuda porque no se le ha preguntado, y si hubiera sido así, el 12% de esos militantes ha votado negativamente. Vuelve a mentir Cerdán: ¿Cuándo ha preguntado a los suyos que su partido se dispone a amnistiar a 400 personas entre condenados y procesados, muchos de ellos al margen de los sucesos del 1 de octubre de 2017? ¿Cuándo que, entre los beneficiados, estará la inquietante Laura Borras, condenada a cuatro años de cárcel por corrupción? Ande, Cerdán, pregunte, pregunte a ver que sale.
Como todo va muy deprisa se hace imposible elucidar lo superfluo de lo sustancial. Se nos olvida que una vez conseguida la investidura el fugado de la justicia -y aliado de una parte de la extrema derecha europea-, seguirá siendo pieza fundamental para sacar adelante las llamadas políticas progresistas. ¿Hasta cuándo abusarás, Sánchez, de nuestra paciencia?
El arte de contar historias
Pedro Sánchez habla y habla en el nombre de España, que es como imaginar que el presidente del Barça hablara en nombre de la masa social del Real Madrid. Quousque tandem abutere… Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia. No tiene atributos para eso. Ni tiene derecho a hacerlo por mucho que sepa y aproveche la gran verdad de que el poder es siempre un extraordinario contador de historias con apariencia de verdaderas. Ni nadie le ha dado la potestad de hablar en el nombre de una nación de más de 48 millones de ciudadanos. Habla, eso sí, en el nombre de sus militantes, gentes que asumen que se puede votar una cosa y su contraria. Hay, recordémoslo, un 12% que no traga con esta comedia.
Habla en nombre de una parte de Sumar, donde abundan los voluntariosos que esperan una canonjía, caso de la señora Diaz, o una merced para la pléyade de innecesarios asesores sin oficio que mantenemos los españoles mande quien mande aquí. No empujen, que hay covachuelas para todos.
Sánchez, paradójicamente, habla también en el nombre de una España imposible que representan Bildu, ERC, JpC y el PNV. O sea, en realidad cuando asegura hablar en el nombre de España está hablando también en nombre de aquellos españoles que no quieren serlo, pero que le van a investir presidente.
Con el respeto debido a sus biografías, ese llorar por los pasillos y las entrevistas de estos inoperantes hombres buenos del PSOE empieza a cargar. No le gusta lo que hace su partido. Bien, ¿y?
"¿Por quién me tomas?, le dice Felipe González a un periodista que le pregunta si él se hubiera hecho la foto de Santos Cerdán con el de Waterloo. Pero el osado periodista, si hubiera tenido la oportunidad, podría haberle dicho la verdad, que González, Guerra, Vázquez, Page y Lambán son unos señores muy respetables, pero incapaces de salirse de la disciplina de un partido que ya no reconocen. Tampoco el PSOE a ellos. ¿Por quiénes les tomamos? Pues por aquellos que al final votan lo que votan: a Sánchez. Con el respeto debido a sus biografías, ese llorar por los pasillos y las entrevistas de estos inoperantes hombres buenos del PSOE empieza a cargar. No le gusta lo que hace su partido. Bien, ¿y? A González le escuché decir una vez que Churchill cambio de partido para no cambiar de ideas.
La realidad de esta ópera bufa es tozuda: todo, absolutamente todo pasa por el huido. El PSOE ha cerrado un pacto con Bildu, con su marca blanca, Sumar; con los de Junqueras, con PNV, y ayer mismo con el Bloque gallego. Todo eso no sirve para nada si Puigdemont no da luz verde. No se pregunten entonces quién manda aquí. Es bien fácil: el mismo que usted amigo lector y yo estamos pensando. Con permiso de Serrat: Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
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