Opinión

Todos somos Ana Rosa

“Una portavoz mediática de la ultraderecha” que, además, “difunde mentiras”. Lo ha dicho el de Galapagar Sûr Mer en el llamémosle piadosamente programa de Àngels Barceló en la Ser. No

“Una portavoz mediática de la ultraderecha” que, además, “difunde mentiras”. Lo ha dicho el de Galapagar Sûr Mer en el llamémosle piadosamente programa de Àngels Barceló en la Ser. No es la primera vez que el líder comunista señala a la comunicadora. Cree que la algarada, las balas en sobres, el follón y sus maneras de perdonavidas pueden evitar el desastre electoral que se le viene encima el próximo cuatro de mayo. Y como ni él ni los de su ideología se han caracterizado jamás por tener demasiados escrúpulos, emplea todos los trucos sucios y barriobajeros que se le pasan por la cabeza. Si eso tiene como consecuencia que se apedree a candidatos con adoquines o que una periodista pueda padecer algún tipo de situación violenta le da igual.

Quintana no tardó en responderle desde el lugar que le corresponde como periodista, desde su programa, con calma y diciendo la verdad. Le soltó que aquí el único fascista era él, que ella no disponía de 26 guardaespaldas como él, que vive en una casa normal con sus hijos, que va al mercado, al parque, de compras, al médico, no como él. Señalar a una persona que se expone a que el primer descerebrado, descerebrada o descebradi le dé un disgusto no es baladí, Pablete. Ana Rosa dijo, además, algo que me parece sustancial. El tal Iglesias ha sido invitado en numerosas ocasiones para acudir al programa. Siempre se ha negado. No le gusta que le entreviste nadie que no sea de su cuerda, no le gusta debatir con nadie que le lleve la contraria, en fin, lo que más le complace es que le den la razón, poner voz de predicador de Missouri y vendernos la amenaza fascista que vivimos en España.

Estas lindezas las ha espetado el podemita, como decíamos, frente a una Barceló que no ha dicho ni mú. Callada como una puerta. Ni una contra pregunta, ni una defensa en nombre de una compañera periodista, ni un intento de plantar cara a este demagogo que, sabedor de su fracaso personal, intenta aparecer como un mártir. De la señora Barceló tampoco es que esperase mucho más, si las he de ser sincero. Los catalanes la conocemos de hace muchos años, cuando presentaba el telenoticias o programitas en la TV3 de Pujol y, claro, como ustedes podrán comprender, ahí no se sentaba frente a la cámara el primero que pasase. Lo mismo que con doña Mónica “isobaras” López, mujer del tiempo también en TV3 durante mucho tiempo, que aunque parezca algo tan inocente como decir va a llover no lo es. Mapa del tiempo con els Païssos Catalanas, referencias a España como el Estat, en fin el libro de estilo todavía vigente en una emisora sectaria.

En esos prados gusta pastar Iglesias, lugares en los que sabe que no ha de verse comprometido, como en aquellas entrevistas en la tele de Franco en la que Victoriano Fernández Asís, siempre con gafas de sol, le espetaba con voz aparentemente inquisitiva al cargo de turno “Ministro, voy a hacerle una pregunta que no se espera”, a lo que el citado respondía con el clásico “Me alegro de que me haga esta pregunta”. La entrevista masaje, que diría mi admirado Ferrán Monegal.

De pelotas, fulleros y aprovechateguis ya tenemos suficientes en este trabajo. De Anas Rosas, no. Por eso le molesta tanto a Iglesias

Por eso, porque la pléyade de periodistas abajo firmantes, turiferarios de la falsa progresía y del populismo barato, no van a solidarizarse con una mujer que es líder de audiencia por la mañana, que lleva años demostrando que una señora puede estar en lo más alto sin empoderarse o como demonios se llame eso, que llama a las cosas por su nombre y que no le tiembla el pulso a la hora de enfrentarse a los poderosos, digo que todos los que ejercemos este oficio de castigar la cuartilla hoy somos Ana Rosa Quintana.

De pelotas, fulleros y aprovechateguis ya tenemos suficientes en este trabajo. De Anas Rosas, no. Por eso le molesta tanto a Iglesias.

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