Opinión

¿Alguna vez ha pensado en que el 'clickbait' le ha enloquecido?

El pulso de la opinión pública cambiaría en el caso de que el 'internet del clickbait' desapareciera. La sobreinformación ha trastornado a los individuos contemporáneos

Internet es un invento que quizás llegó demasiado temprano. Nos vino grande y nos desbordó... y todavía pagamos las consecuencias. Hay una imagen que lo evidencia. Sucedió en agosto de 2018 en la Piazza del Duomo, en Pisa, y fue impactante. En el jardín de césped que se extiende alrededor del popular campanario inclinado había alrededor de treinta personas haciendo gestos extraños con las manos. Cada una, era apuntada por la cámara de un teléfono móvil con el fin de inmortalizar una instantánea en la que la torre aparece entre los brazos de su protagonista, como si la sujetara. Seguramente, el objetivo de la mayoría de quienes posaban era el de publicar la imagen en Instagram.

Leo un artículo -hiperbólico- que afirma que la Red que conocimos ha muerto, o está en proceso, pero todavía no nos hemos percatado. El autor cita una frase pronunciada en 1977 por Ken Olsen, en la que anunció que “no hay razón para que ningún individuo tenga una computadora en su casa”. Vista con perspectiva, esa afirmación resulta totalmente equivocada. La percepción es a veces una gran traidora. No es capaz de apreciar algunos fenómenos que están delante de nuestros ojos, pero ante los que somos ciegos.

Otro reportaje muy interesante -y mucho menos exagerado- pone el foco sobre una tendencia que se inició en 2020 y no se ha detenido. Al parecer, existe cierto cansancio en los usuarios de internet que hace que sean menos participativos en sus páginas y aplicaciones de referencia.

Cito: “En Facebook, la tasa de participación promedio (la cantidad de Me gusta, comentarios y acciones compartidas por seguidor) cayó en 2020 en un 34 %, de 0,086 a 0,057... Pero el mismo patrón está en todas partes. La 'fidelidad' de los usuarios cayó un 28% en Instagram y un 15% en Twitter. Incluso en TikTok, el aterrador cerebro del mañana, las paredes se están cerrando”.

Parece que lo que hasta hace no mucho llamaba la atención de los usuarios, ahora les produce cierta indiferencia.

El último ejemplo en este sentido es el del metaverso. Las grandes empresas tecnológicas y las principales compañías de telecomunicaciones se han empeñado en persuadir a los ciudadanos sobre las ventajas de este nuevo mundo de realidad virtual, donde cada usuario está representado por un avatar y puede realizar una especie de 'vida paralela' a la suya. Facebook ha quemado 15.000 millones de euros en este invento; y ya sea por el desinterés que ha generado en sus potenciales clientes o por el tiempo que hace falta para desarrollarlo... esta plataforma es invisible. Está presente, pero no es popular.

Internet, un invento mal aprovechado

Conviene ser justos. Internet es un enorme universo en el que se halla una buena parte del conocimiento y en el que los ciudadanos pueden encontrar múltiples lecturas con las que es posible interpretar el presente y el pasado de una forma mucho más profunda de la que marca el discurso mediático predominante. Ahora bien, ¿hemos sabido aprovechar su potencial?

La realidad conduce hacia el pesimismo. El ejemplo de la torre de Pisa viene al pelo. En el día a día, el común de los usuarios no aprovecha estos recursos. Al revés, los contenidos de baja calidad nutricional abundan y quienes quieren ganar dinero en internet, los realizan. ¿Cuántas de las personas que se fotografiaban frente al popular campanario se interesaron en realidad por el monumento? La clave es la fotografía que alimente un perfil 'social' y ayude a ilustrar al resto de los usuarios sobre una vida repleta de grandes acontecimientos.

No conozco a mucha gente que no hayan caído en esa trampa (me incluyo). Tampoco en las relacionadas con el debate bronco, los contenidos de extrema violencia y toxicidad de varios tipos, los memes estúpidos y las rutinas tóxicas en redes sociales y programas de mensajería.

Larga 'muerte' al 'clickbait'

Sea como sea, está bien analizar los datos sobre la caída de la actividad de los usuarios en las redes sociales para anticipar tendencias en sectores como el de los medios de comunicación, que han basado una buena parte de su actividad en los últimos años en la búsqueda enfermiza del 'clic'. Sencillamente, han ofrecido al vulgo lo que el vulgo quería leer, aunque deteriorara hasta extremos insoportables su calidad editorial. El proceso ha sido similar al que las televisiones iniciaron cuando crearon la 'telebasura'. A largo plazo es nocivo. A corto, permite sobrevivir.

Antes de nada, recordemos la frase que pronunció Elon Musk cuando inició su operación de compra de Twitter: “No es lo que parece. Una buena parte de sus usuarios son bots”. ¿Y si la prensa digital está invirtiendo esfuerzos en buscar clientes en un caladero donde nada es lo que parece; o donde no obtiene mucho provecho?

Y una última pregunta: ¿en qué afecta a los ciudadanos la fiebre del clic y cómo mejoraría o empeoraría sus vidas en caso de un cambio drástico (y sorprendente) de tendencia?

Tengo claro que el pulso de la opinión pública cambiaría en el caso de que el 'internet del clickbait' desapareciera. La sobreinformación ha trastornado a los individuos contemporáneos. Tanto por la capacidad para mantenerlos en un constante estado de ansiedad como por los efectos que genera en su percepción del mundo. Umberto Eco lo definía en Apocalípticos e integrados. El intelectual italiano consideraba que los medios de comunicación crean una falsa sensación de seguridad en las personas, en cuanto a que se piensan que están mejor informadas sobre el 'hoy' y el 'ayer' de lo que realmente ocurre.

Esto es así porque la sobreinformación genera otro efecto singular, y es la pérdida del sentido de la profundidad. Cuando los medios centran más esfuerzos en causar 'impactos' que en abundar en el 'contexto', los ciudadanos dejan de recibir los datos más importantes sobre aquello que les rodea. Al igual que el protagonista de El viejo y el mar, se quedan con la raspa del pescado. La era del clickbait ha provocado que este fenómeno se haya disparado.

El mundo no ha cambiado tanto en veinte años, pero la sensación es que esta tendencia ha hecho que vivamos más preocupados. El escenario es inmejorable para quienes quieran medrar mediante la manipulación o la provocación de crisis de ansiedad. Por eso, la posibilidad de que la 'era del clickbait' esté llegando a su fin resulta muy alentadora.

Millones y millones de usuarios únicos

Observemos ahora los datos de audiencias de septiembre de la prensa digital. El diario 20 Minutos es el líder de la tabla, con 14,3 millones de usuarios únicos mensuales. Le siguen La Vanguardia, con 11 millones, El País, con 10,4; y El Mundo, con 10 millones.

Los datos reflejan que 1 de cada 3 españoles es lector de la edición digital de 20 Minutos. ¿De veras su influencia es tan grande? ¿O sus especialistas han sabido adaptarse mejor a los criterios que valen más para el nuevo medidor de audiencias?

Su liderato en la tabla seguramente permita a sus dueños mejorar su facturación publicitaria. Los clics son todavía muy rentables. ¿Lo serán a medio plazo?

Volvamos al inicio de este análisis. Al segundo artículo que se citaba, el cual sugería que en los últimos tiempos ha perdido valor para los usuarios el contenido impactante. El que incluía el vídeo de un tractor cuyo remolque vuelca en la carretera o el de una concursante de Got Talent. A la vez, han ganado relevancia algunos formatos que son mucho más difíciles de producir, pero que aportan valor añadido al 'internauta'.

Quizás los editores de los medios de comunicación no han tenido en cuenta lo suficiente que hay miles de usuarios que observan las emisiones en directo de varias horas de Twitch e incluso pagan dinero para seguir a creadores de contenido que están especializados en videojuegos o economía.

¿Sería posible que los medios pudieran iniciar vías de negocio viables con la elaboración de estos contenidos? Es muy complejo saberlo (y lograrlo). Pero, al menos, existen experiencias que demuestran que un podcast o un reportaje en profundidad puede ser más interesante que el clickbait. Y el primer paso para que un producto garantice su supervivencia a medio y largo plazo en el mercado es ofrecer un valor añadido a sus clientes.

Sería fantástico levantarse un día, próximamente, y ser capaces de navegar en un periódico digital sin la necesidad de sortear la típica noticia que afirma que una estupidez de Shakira o de Laura Escanes “ha incendiado las redes sociales”. Si es cierto que el clickbait está en decadencia, sólo cabe esperar su pronta muerte.

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