El 3 de julio de 2009 el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció a sus compatriotas en el tradicional discurso semanal de los sábados la formalización de un contrato con Abengoa para la construcción en Arizona de una de las mayores plantas solares del mundo. Música para los oídos de los Benjumea, fundadores y propietarios del grupo español, que culminaban así una historia empresarial de éxito iniciada en los años cuarenta del pasado siglo en Sevilla. ¿Qué ha pasado para que en la actualidad la multinacional se asome al que podría ser el mayor concurso de acreedores de una compañía en España? La combinación de una elevada deuda, la caída de proyectos, los vaivenes regulatorios en materia energética, y la falta de transparencia son factores que explican la crisis de la primera empresa tecnológica andaluza.
Puede decirse que el cambio climático le ha ido bien a Abengoa. El convencimiento por parte de los líderes políticos de las economías más desarrolladas del mundo de la necesidad de apostar por las energías renovables, unido, en la primera década de este siglo, hasta la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, a una exuberancia financiera que no parecía tener límites, propició la inversión de Abengoa en gigantescos proyectos energéticos. En abril de 2006 la compañía anunció la instalación en el municipio sevillano de Sanlúcar la Mayor el primer gran complejo del mundo dedicado a la producción de energía solar para suministrar a la red pública de abastecimiento, una inversión de 1.200 millones de euros. Ese mismo año inició la construcción en Francia de la primera planta de bioetanol de Europa (180 millones de euros); una desaladora de agua de mar en Argelia, con ACS y Sacyr (460 millones de dólares)... Año tras año el grupo anunciaba proyectos multimillonarios en todas partes. Todavía hoy el grupo asegura disponer de una cartera de contratos valorados en 8.800 millones de euros.
La falta de transparencia de Abengoa a la hora de informar sobre sus resultados es otro de los factores que explican su caída
Sin embargo, la crisis financiera mundial y los cambios regulatorios en materia energética que, especialmente en España, han afectado a las empresas de energías alternativas como Abengoa, han ido ralentizando la puesta en marcha de proyectos firmados por el grupo español. El negocio de la empresa consiste básicamente en construir proyectos energéticos, gestionarlos durante un tiempo y venderlos, explican fuentes del sector. Si esa cadena se rompe, la posicion financiera del grupo se debilita.
En noviembre de 2014 Abengoa informó en sus cuentas correspondientes a los nueve primeros meses del año de mantener una "financiación sin recurso" de 7.181 millones de euros, al márgen de la deuda corporativa. El día de la presentación de esos resultados el grupo vivió su primer descalabro en Bolsa (en dos días perdió el 50% de su valor). Además de los malos resultados, las informaciones de Abengoa sobre su deuda en esa ocasión no estaban claros. ¿En la deuda corporativa de 2.125 millones anunciada, se incluían, por ejemplo, los 500 millones emitidos en bonos por una filial?
En mayo presentó su renuncia al cargo el consejero delegado de Abengoa, Manuel Sánchez Ortega. Le sustituyó Santiago Seage quien entre julio y agosto anunció una rebaja de las previsiones de caja para este año de entre 600 y 800 millones, cuando anteriormente estimaba 1.400 millones. A principios de agosto informó sobre la puesta en marcha de una ampliación de capital de 650 millones, con la que el mercado no contaba. La confianza del mercado en Abengoa y de las entidades financieras estaba siendo puesta al límite. En septiembre el grupo comunicó un agresivo plan de venta de activos, la salida de Felipe Benjumea como presidente, y dijo que HSBC, Santander, y Credit Agricole aseguraban la ampliación de 650 millones.
La falta de transparencia del grupo a la hora de informar sobre sus resultados, o la mala comunicación, es otro de los factores que explican la caída de la empresa. ¿Cuál es la deuda total del grupo? A día de hoy todavía no es sencillo saberlo. El grupo informó en sus últimos resultados trimestrales de una deuda neta por actividades de negocio de 6.290,6 millones de euros. Sin embargo esa cifra no incluía otros 2.203 millones de euros que la compañía, a 30 de septiembre de este año, acumulaba como pagos pendientes a proveedores, en total una deuda cercana a los 9.000 millones. Pero hay quien eleva la deuda total del grupo a los 20.000 millones, o más, hablando indistintamente de pasivo, deuda neta financiera, deuda total...
Abengoa factura más de 7.000 millones de euros al año. Pero para mantener su actividad requiere también de ingentes cantidades de dinero. Sólo en nóminas destina al año 872 millones. Y en este caso no se corresponde una caída de la facturación con una caída de los gastos. Hay que seguir pagando a la plantilla (que prácticamente nunca se ha reducido en la historia del grupo), mantener las plantas energéticas, los proyectos en numerosos países... Los bancos acreedores encargaron a KPMG un informe sobre las necesidades de liquidez de Abengoa desde octubre hasta principios de diciembre, cuando estaba prevista que se activara la ampliación de capital de 650 millones. La consultora concluyó que sólo para seguir operando durante algo más de un mes el grupo energético necesitaba 250 millones de euros.
*Nota de la Redacción: por un error informático, no ha sido posible leer el texto de este análisis durante un breve periodo de tiempo. Pedimos disculpas.
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