Análisis

La hispanofobia de Pisarello con la bandera: la libertad se le murió en las manos...

   

La escena de la balconada independentista en el Ayuntamiento barcelonés, vetando la bandera española, apartándola y despreciándola, tuvo como protagonista del ultraje al primer teniente de alcalde, Gerardo Pisallero Prados (Tucumán, 1970). El número dos de Ada Colau -su gran amiga- permaneció impasible y con mirada de complicidad mientras Alfred Bosch (ERC) y sus compinches se saltaban el protocolo y la legalidad para amarrar la estelada a la balaustrada del consistorio, quebrantando así el fair play a escasas horas del cierre de la campaña electoral. Sin embargo, a Pisarello le cambió el rostro y se revolvió cuando los ediles del PP Alberto Fernández Díaz y Ángeles Esteller quisieron ondear la Rojigualda, la enseña oficial del país, para contrarrestar la afrenta.  

Metido a comisario político o politruk del secesionismo en lugar de representar a todos los barceloneses -como en realidad le corresponde por su condición de primer teniente de alcalde-, Pisallero ha sido artífice de las dos principales vejaciones al Estado constitucional por parte del Ayuntamiento de Colau. Él fue quien dio las instrucciones a los operarios para que retiraran el busto del rey emérito Juan Carlos I del Salón de Plenos, vigilando in situ los trabajos, como capataz de la infamia y la desvergüenza. Y él ha sido quien ha aprisionado la bandera española para esconderla y silenciarla. Otra vez la aversión a los símbolos españoles, y ahora por quien imparte clase en la Universidad de Barcelona como profesor de Derecho Constitucional. La hispanofobia galopa peligrosamente.

El concejal de Barcelona en Comú (Guanyem, Podemos, ICV-EUiA, Equo y Procés Constituent), que aterrizó en la Ciudad Condal en 2001, cuenta que le cautivó su carácter abierto y plural; por fin pudo ver el mar y dejar atrás las montañas de Tucumán, donde la dictadura argentina se llevó a su padre, Ángel Gerardo Pisarello el Flaco, en la década de los setenta. Abogado, defensor de presos políticos, Pisarello padre fue un destacado dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR), partido hoy de centro-izquierda, socialdemócrata y socio-liberal, que rehúye el populismo. A él, que luchó por el Estado de Derecho, le llamaron el "Ángel de la Libertad". A su hijo, en cambio, se le murió la libertad en las manos un día de La Mercè...

Se le murió la bandera de un país que le tendió los brazos, que le dio acogida de hermano y que le hizo concejal de uno de los principales Ayuntamientos de la Nación. Antes de llegar a Barcelona, Pisarello también vivió en Madrid. Pero su deleite no es la libertad de España, sino la estelada en la fachada de la Casa de la Ciutat. Tampoco sorprende, después de que en la consulta independentista del pasado 9 de noviembre su voto fuera por la opción Sí-Sí.

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Y mientras tanto, Pablo Iglesias, líder de Podemos y socio de Colau en el Ayuntamiento, afeando a Artur Mas que “prometa una bandera a cambio de una sanidad de mierda”. A esta hora, Coleta Morada ya se habrá enterado de que esa bandera de ruptura que enarbola el presidente de la Generalitat y la lista de Junts Pel Sí (CDC, ERC, ANC y Òmniun Cultural) entusiasma y mucho a su colega Pisarello, cuya cabeza como edil pedían este jueves las masas en Twitter. El concejal se ha justificado esgrimiendo que le había salido el "alma republicana". Demasiado tarde. Integrado en Procés Constituente, la plataforma de Arcadi Oliveres y la monja benedictina Teresa Forcades que declinó a última hora concurrir al 27-S, hace ya tiempo que salió de EUiA, la marca catalana de IU, para subirse al carro de los soberanistas. 

Recogen los obituarios del Flaco, senador provincial, presidente de la UCR tucumana y embajador extraordinario en Tanzania durante el Gobierno de Arturo Umberto Illia (1963-1966), que anotaba en el periódico que dirigió, Llegaremos, una serie de principios que conformaban su ideario cívico. Así, escribió que “no se invirtió dinero alguno uno en viajes a ninguna parte, y los que realicé fueron hechos con mis propios recursos" o "no nombré a ningún miembro de mi familia en puesto alguno".

Tampoco aquí el hijo ha honrado al padre, pues el concejal se vio salpicado por un caso de nepotismo nada más entrar en el Ejecutivo de Colau. Su pareja, Vanessa Valiño, directora del Observatori Desc, fue contratada como asesora del concejal de Vivienda del Ayuntamiento, Josep María Muntaner. "No podemos pedir a una organización política que prescinda de su mejor gente", fue la acotación para el futuro que dejó el edil. ¿Qué diría el Flaco de esta altivez para sostener un nombramiento a dedo? Otro palo a la igualdad de oportunidades por la que luchó. El heredero no le hace honor.

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