Análisis

La democracia se defiende: ejemplo para Europa

El primer ministro británico, David Cameron, durante la rueda de prensa ofrecida junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy

David Cameron ha dado ejemplo de cómo una democracia fuerte y consolidada, de las más antiguas del continente, se enfrenta al terror y la barbarie. El primer ministro británico ha comparecido ante el Parlamento para informar de que este mes de agosto una acción militar ejecutada mediante drones abatió a dos ciudadanos británicos que combatían en Siria junto al Ejército Islámico. Planeaban operaciones en suelo británico y en otros países de Europa. El premier definió la acción como un "acto de autodefensa democrática". Su comparecencia ante la Cámara recordó un hecho similar protagonizado por Margaret Thatcher cuando desveló que fuerzas de seguridad bitánicas acabaron con la vida de unos terroristas del IRA en Gibraltar. La sociedad británica lo entendió. Y lo aplaudió.

"No estoy dispuesto a venir aquí tras un ataque terrorista en nuestras calles y tener que explicarles a ustedes por qué no lo evitamos", confesó Cameron. Firmeza y transparencia democrática. Hace dos años la Cámara de los Comunes se había opuesto a que el Gobierno de Londres participara en acciones militares en Siria contra el Estado Islámico. Sólo autorizó las llevadas a cabo en territorio iraquí.

Ahora Cameron se dispone a sumarse a los bombardeos aliados contra los yihadistas. El primer ministro desveló esta acción contra los dos terroristas nacidos en el Reino Unido, uno de ellos de 21 años, porque "mi primer deber es mantener a salvo a la población británica". Frente al terror, frente a la barbarie. Europa asiste agazapada y pusilánime al desafío que repesenta el terrorismo yihadista en Oriente Medio, causa y origen del interminable y doloroso éxodo de refugiados hacia países del viejo continente. Más de la mitad de los británicos son partidarios de actuar contra este enemigo implacable y creciente, que se afianza territorialmente y que pone en jaque la estabilidad de una convulsa región.

Hollande también ha dado un paso en esa dirección. Cameron acaba de evidenciar que al menos parte de la vieja y apoltronada Europa despierta, sin tener que esperar, como tantas veces en la Historia, a que el amigo americano se decida a sacarle las castañas del fuego. "Asesinato extrajudicial", lo han calificado algunas organizaciones de izquierdas, pacifistas de salón. Diputados laboristas también se oponen al envío de aviones para actuar en la zona. La lección de Cameron es bien simple: no podemos permanecer con los brazos cruzados, inermes ante el desafío terrorista. Allí no hay un gobierno con el que se pueda negociar, ni hay tropas aliadas sobre el terreno con el que combatir el mal. De momento, solo cabe el ataque en la distancia, desde el aire. A la espera de una acción conjunta bajo el paraguas de la OTAN o de la ONU.

Recibirá criticas el premier británico, no hay duda. Es bien consciente de ello. Pero ha consumado un paso necesario. Demasiado tiempo poniendo la otra mejilla. La civilizacón occidental está en juego. Y, por supuesto, tiene derecho a defenderse. Con las armas que dan la democracia, el derecho y la Justicia. Es lo que acaba de explicarnos Cameron. Ese es el camino.

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