Análisis

Una relación personal imposible

Lo que Ana Patricia Botín propugnaba como una duradera relación corporativa, hace apenas dos meses, se ha roto por la difícil relación personal que mantienen la presidenta del Santander y Javier Marín, fulminado este martes como consejero delegado. 

Los planes de futuro marcaban un camino conjunto. Sin embargo, lo que Ana Patricia Botín propugnaba como una relación corporativa duradera se ha roto por la difícil relación personal que mantienen la presidenta del Santander y Javier Marín, fulminado este martes como consejero delegado. Apenas dos meses han pasado de aquella declaración de intenciones de Ana Botín en su primer discurso como número 1 del banco. "El consejero delegado y yo hemos trabajado juntos muchos años y seguiremos trabajando juntos para abordar prioridades como los cambios regulatorios y las nuevas tecnologías, y estar más cerca de los equipos y clientes", dijo el 15 de septiembre en Santander ante todos los accionistas del banco, apenas unos días después del fallecimiento de Emilio Botín.

Dos meses en los que no se gesta la falta de sintonía, pero sí se exacerba. Así lo reconocen desde dentro del banco (obviamente no las fuentes oficiales) como desde la comunidad inversora, donde la tensión entre Ana y Javier era conocida desde hace tiempo. Incluso por el propio presidente fallecido.

"La decisión que hemos conocido hoy es la constatación de que Botín padre no tenía pensado ceder la presidencia en el corto plazo. Apostó por Marín pese a que estaba al corriente del complicado encaje que podía tener la pareja del número uno y dos del banco en el futuro. De tener tan claro el relevo, no habría realizado este movimiento por el daño que supone cesar a un CEO apenas dos años después de nombralo", explican desde un banco de inversión.

En el entorno del ya ex CEO se reconoce esta "falta de sintonía" con la presidenta del Santander. Unos desencuentros que se han incrementado ante la disparidad de criterios sobre diferentes aspectos, como la necesidad de una mayor capitalización del grupo tras los recientes exámenes europeos. De hecho, los analistas vienen poniendo el foco en las debilidades de capital del banco rojo desde antes del verano. No en vano, el Santander prevé cerrar el año con CET1 fully loaded en el entorno del 8,6%, por debajo de la frontera del 9% que ya superan la mayor parte de los bancos europeos.

Pese a que la salida de Marín no está siendo castigada por los mercados sí ha generado una gran terremoto interno. "Si Ana Patricia ha sido capaz de sustituir a alguien señalado por su padre, la revolución es impredecible. Se tenía claro que la nueva presidenta iba a iniciar un relevo generacional, pero la salida de Marín traspasa a este anuncio. Cualquier cosa puede suceder", coinciden en señalar varios trabajadores del banco, que aseguran que las cientos de quinielas de cambios que vienen sucediéndose, a nivel interno, en las últimas semanas son papel mojado tras la despedida a Marín. "Entramos en una etapa impredecible", coinciden.

Entre las incógnitas prevalece el recorrido que puede tener el nombramiento de José Antonio Alvárez, un hombre al 100% de Alfredo Sáenz, como consejero delegado. Hay quien interpreta ya que este movimiento es simplemente el puente para el desembarco de José García Cantera, el otro apellido señalado entre el tsunami que se ha vivido en Boadilla, como mano derecha de Ana Patricia. Se replicaría así la dupla que dirigió Banesto hasta el traslado de la nueva presidenta a Santander UK.

Tras el golpe de efecto de Ana Botín, falta ahora que se muestre igual de firme con el bisturí en la disección del actual consejo. Las salidas de Fernando de Asúa y Abel Matutes han iniciado el cambio de guardia. Se mantiene aún Juan Miguel Villar Mir, doble imputado, a quien el banco sigue manteniendo la cobertura que finiquitó con Rodrigo Rato, hace apenas doce días.

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