Análisis

El ¡váyase Rajoy! no le conviene a Sánchez, atrapado en su ratonera

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Mariano Rajoy le pide a Pedro Sánchez que le permita formar Gobierno porque la factura del desgobierno “habrá que pagarla entre todos”. Sánchez le invita a irse, pero no se lo dice con todas las palabras porque sabe que inmediatamente después se pediría también su cabeza y, además, le necesita. El líder de Ciudadanos mira ya a terceras elecciones, pide perdón a los españoles por no haber podido romper el bloqueo e insinúa también a Rajoy que se jubile. El portavoz del PP, Rafael Hernando, avisa de que Rajoy es y seguirá siendo el candidato del partido, pase lo que pase, al tiempo que envía un aviso dictado desde La Moncloa a Albert Rivera: no es serio firmar acuerdos que caducan en cinco minutos. Pablo Iglesias vuelve a emplazar al PSOE a explorar un Gobierno de izquierdas y Sánchez recoge el guante. El PNV deja de nuevo abierta la puerta al acuerdo, pero sin estar disponible para “tragar sapos”. Así se resume la segunda sesión de investidura fallida vivida ayer en el Congreso, que abre un emocionante tiempo de descuento hasta el 1 de noviembre en el que tendrán que ocurrir episodios importantes para evitar las terceras elecciones.

El desahogo de Felipe González en plena canícula de agosto, vertido en una radio colombiana, a favor de que Mariano Rajoy de paso a otro candidato del PP por el bien de España, no le ha servido a Pedro Sánchez de consuelo para transitar con la chulería que irradia su rostro por la cuenta atrás iniciada este viernes. El líder socialista encara esta nueva etapa, la definitiva, atrapado en su propia ratonera: solo tiene el respaldo seguro de la federación catalana y balear para recorrer un camino que él mismo ignora, carece probablemente de cuajo para aguantar los chuzos de punta que le caerán por tierra, mar y aire y, por si esto no fuera suficiente, se arriesga a pasar a la historia como el principal responsable de haber fracturado al PSOE en mil pedazos, arrebatándole la condición de partido de Estado que algunos de la vieja guardia se ganaron a pulso en Suresnes. Ayer se lo recordó el PP: nunca se ha frenado un Gobierno con 170 diputados detrás.

Este viernes, Sánchez se ha esforzado en el Congreso en dejar claro que Rajoy es su principal enemigo. En el PSOE se reconoce que este alivio reglamentario oculta, en realidad, que Rajoy es su principal aliado. Es improbable que alguien con tanta cintura y experiencia política como Felipe González crea de verdad que la solución para Sánchez y su partido sea el relevo de Rajoy. ¿Acaso González quiere que le hagamos gratuitamente la renovación generacional al PP desde el PSOE?, se preguntaban ayer estupefactos algunos diputados socialistas, convencidos de que si Soraya Sáenz de Santamaría, por ejemplo, fuera aupada ahora al cartel popular, el pobre de Sánchez empezaría a llorar por las esquinas su finiquito. Conclusión: Sánchez necesita a Rajoy y lo sabe, aunque Rajoy preferiría tener como jefe de la oposición a Pablo Iglesias.

Al líder socialista le viene de perlas que Rajoy siga encaramado a su peana, aunque le haya llamado indecente a la cara y poco menos que ladrón desde la tribuna del Congreso. Antes de viajar a China (G-20) el presidente en funciones les dirá hoy a los suyos en el comité ejecutivo del PP que no se muevan, que conviene tener prietas las filas y que no hay motivos añadidos para la ansiedad. Lo que realmente quiere Rajoy, según fuentes del PP, es sofocar la rebelión antes de que se produzca, consciente de que la pieza más vulnerable del tablero hasta que en noviembre puedan convocarse nuevas elecciones, es el PSOE.

Así se lo han transmitido al presidente personalmente y por separado en los últimos meses el propio González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba. Los tres influyen poco en el partido porque sus tribus están cada vez más dispersas. A lo más que pueden aspirar es a asistir como convidados de piedra al 39º Congreso todavía sin fecha, que debería ser a ojos de las mentes mejor amuebladas de Ferraz el gran cónclave de la refundación. Para cuando se celebre, es posible que haya Gobierno y que Sánchez haya vuelto a dar clase en la Universidad, a no ser que Susana Díaz acepte salvarle en su sillón de Ferraz pactando una tregua temporal a cambio de que ceda y evite otras elecciones. Todo sigue en el aire.

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