Análisis

Pamplona como síntoma

Una cosa es aceptar que Bildu se incorpore paulatinamente al juego democrático después de décadas de ignominioso apoyo al terrorismo de ETA y otra aliarte con el abertzalismo radical por seguir unos años más en La Moncloa hasta el pun

Una cosa es aceptar que Bildu se incorpore paulatinamente al juego democrático después de décadas de ignominioso apoyo al terrorismo de ETA y otra aliarte con el abertzalismo radical por seguir unos años más en La Moncloa hasta el punto de entregarle la joya de la Corona, Pamplona, esa que el propio Arnaldo Otegi considera “la Jerusalem de los vascos”… nacionalistas, se entiende.

Aquel principio de aceptación del Pacto Antiterrorista (1987), en realidad una pista de aterrizaje parlamentario acordada por todas las fuerzas políticas firmantes, Pedro Sánchez acaba de convertirlo en lo más parecido a una pista de despegue de la principal demanda del nacionalismo vasco, incluido el PNV: la unificación de los siete territorios -Vizcaya, Álava, Guipúzcoa, con Navarra y más adelante con los tres departamentos Vasco franceses- en una Euskalherria unida.

Y es que, por mucho que tanto el secretario de Organización de los socialistas, el navarro Santos Cerdán, y la presidenta de la comunidad, María Chivite, se desgañiten asegurando que Bildu se ha comprometido a “respetar” la Ley de símbolos foral, es decir, a no imponer la ikurriña en el territorio de la bandera roja con las cadenas, a respetar el castellano como lengua vehicular en las zonas no euskaldunizadas del sur, y a no “politizar” los sanfermines… Ver para creer.

Les guste o no, los antecedentes son para sospechar de las intenciones anexionistas de Otegi & cia ¿Qué otra cosa cabe pensar de la moción de censura que acaban de perpetrar contra la alcaldesa, Cristina Ibarrola (UPN), la más votada el 28 de mayo, para devolvérsela a Joseba Asirón (Bildu), a quien el propio PSOE pone a caldo en informes internos publicados por este periódico? ¿O no es así, y Sánchez ocultó seis meses la Operación Pamplona para que no le afectara a su resultado en las elecciones generales el 23 de julio?

Hablamos de saltarse una línea roja infranqueable, política de Estado pactada por PSOE y PP, porque afecta a la estructura territorial de España poco que el anexionismo nacionalista vasco impregne la sociedad hasta llevarla a su particular “derecho a decidir”; como si los navarros no llevaran 45 años decidiendo mayoritariamente en contra de su integración en Euskalherria.

Usted, lector, pensará que estamos ante el típico quítate tú, que me pongo yo, al que tan dada es la política española. Uno más, se dirá a sí mismo. No, no estamos hablando de eso, no hablamos de cambio de cromos en la Alcaldía de Palencia, Orihuela o Ayamonte, un suponer; otro “cambio de opinión” del presidente del Gobierno -ya saben, “nunca pactaré con Bildu, ¿cuántas veces tengo que repetirlo?”-.

Esto puede acabar siendo el germen algo mucho más profundo, que afecte a la estructura territorial de España pactada en la Constitución de 1978 y, por tanto, al ser de la formación que fundó Pablo Iglesias en 1876 y refundaron Felipe González y Alfonso Guerra en el Congreso de Suresnes (1974).

No hay mejor síntoma que Pamplona para entender el declive como proyecto autónomo de un PSOE que hasta hace veinte años era una formación con vocación mayoritaria -aún sigue siéndolo en territorios como Castilla-La Mancha- y hoy, de tanto darles la razón, centrifuga voto hacia cualesquiera sean sus socios localistas. Véase, sí no, lo ocurrido en Madrid, en Galicia, o en el propio País Vasco… Subsidiarios.

En Navarra hablamos de saltarse, por un puñado de votos, una línea roja infranqueable que hasta hace pocos años era política de Estado pactada por PSOE y PP, dadas las tesis anexionistas sobre Navarra del nacionalismo vasco, que ahora dispondrá de una oportunidad de oro para inocular su particular versión del “derecho a decidir” a la luz de la disposición adicional cuarta de la Carta Magna; como si los navarros no llevaran 45 años decidiendo en libertad y muy mayoritariamente en contra de cualquier anexión al País Vasco.

Sinceramente, lo de Pamplona recuerda mucho a ese otro error del PSC en Cataluña, cuando se lanzó alegremente a apoyar el “derecho a decidir” pensando que era un artificio político inocuo, para agradar al nacionalismo gobernante, y éste acabó utilizándolo para asegurar que el 80% de los catalanes apoyan un referéndum de autodeterminación

¿De verdad cree Pedro Sánchez que esto va solo de la “incapacidad” de la alcaldesa Cristina Ibarrola para negociar un presupuesto municipal o una nueva tasa de basuras en Pamplona? ¿Qué cree el presidente del Gobierno que van a hacer el futuro alcalde Asirón y su jefe, Otegi, en relación a esa vieja reivindicación abertzale de celebrar en la comunidad foral una consulta sobre su unificación con Vizcaya, Guipúzcoa y Álava en la mítica Euskalherria?

Sinceramente, lo de Pamplona recuerda mucho a ese otro error del PSC en Cataluña, cuando se lanzó alegremente a apoyar el “derecho a decidir” pensando que era un artificio político inocuo, para agradar al nacionalismo gobernante, y éste acabó utilizándolo para asegurar que el 80% de los catalanes apoyan un referéndum de autodeterminación.

Se equivocan mucho los socialistas y en particular el nuevo ministro de Transportes, esa especie de hombre para todo en que se ha convertido Óscar Puente, cuando tratan de reducir lo ocurrido la moción de censura al hecho de que BIldu es ahora un partido democrático y Bienvenido sea quitarle una alcaldía a la derecha. No tiene nada que ver. Y me temo que el tiempo demostrará quién tiene razón… más pronto que tarde.

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