Pese a que el Gobierno del Partido Popular incumplió los objetivos de déficit de 2015, su negligente ministro de Hacienda se ha negado a reconocer su flagrante incompetencia y ha optado, en cambio, por poner en marcha la estrategia del ventilador: Montoro culpa a las autonomías de ser las culpables de la indisciplina presupuestaria y las conmina a apretarse el cinturón en 2016. Sin embargo, el agujero fiscal de 2015 no es imputable solamente a los gobiernos autonómicos, sino también a la Seguridad Social, cuya gestión recae directamente bajo el control del gobierno central.
Así, cuando el Ejecutivo de Rajoy elaboró los presupuestos del año 2015, su previsión de déficit para el sistema de Seguridad Social ascendía a alrededor de 6.500 millones de euros: en concreto, los gastos esperados en esta rúbrica eran de 130.300 millones de euros, mientras que los ingresos anticipados eran de 136.800 millones. Sin embargo, finalmente el déficit del sistema ha alcanzado los 17.500 millones de euros: los gastos han sido casi 4.400 millones superiores de lo esperado y los ingresos 6.600 millones de euros inferiores.
La desviación entre los ingresos previstos y los realizados fue especialmente acusada en la partida de las cotizaciones sociales: el gobierno esperaba lograr 109.800 millones de euros en cotizaciones pero apenas obtuvo 100.500 millones, esto es, 9.300 millones menos de lo presupuestado. Se trata de una muy notable diferencia que ha llevado a muchos a cuestionar la buena fe de la estimación inicial: ¿de verdad el gobierno, al elaborar los presupuestos de 2015, confiaba en alcanzar los 109.800 millones de euros en ingresos o, por el contrario, se trataba de una previsión totalmente inflada que sólo pretendía maquillar sobre el papel el monto de déficit?
La desviación entre los ingresos previstos y los realizados fue especialmente acusada en la partida de las cotizaciones sociales
En principio, uno podría albergar dudas razonables sobre si el gobierno se equivocó salvajemente en sus previsiones o si, en cambio, nos mintió con descaro desde un comienzo. Pero, como es obvio, si el Ejecutivo del PP de verdad hubiese cometido un error inintencionado al pronosticar que las cotizaciones sociales iban a aumentar desde 99.200 millones de euros en 2014 hasta 109.800 millones de euros en 2015 —cuando, como hemos visto, éstas apenas crecieron desde 99.200 millones hasta 100.500 millones—, entonces debería revisar consecuentemente sus previsiones para 2016. Pero, ¿qué cotizaciones sociales ha estimado el gobierno para 2016? 117.200 millones de euros, esto es, un 16,6% más de lo conseguido a cierre de 2015 y más que en ningún otro momento de nuestra historia (incluido cuando disfrutábamos de pleno empleo en España).
Tal como puede apreciarse en el siguiente gráfico, jamás a lo largo de toda la crisis la desviación entre las cotizaciones sociales previstas y las finalmente ejecutadas había sido tan acusada como en 2015… ¡y, pese a ello, el gobierno todavía se atreve a pronosticar un acelerado crecimiento de las cotizaciones sobre la base de su irreal previsión para 2015!
Fuente: Intervención General de la Seguridad Social
Para que nos hagamos una idea del grado de despropósito de las estimaciones del gobierno para 2016 (después del despropósito deficitario que ya supusieron las de 2015), baste tener en cuenta el siguiente dato: la cotización social por afiliado en 2015 fue de 5.880 euros (la media entre 2008 y 2015 fue solo ligeramente superior: 5.930 euros), de ahí que los casi 17,1 millones de cotizantes arrojaran unas cotizaciones de 100.500 millones de euros; en consecuencia, para lograr este año los 117.200 millones de euros en ingresos por cotizaciones que pronostica el gobierno, el número de afiliados debería pasar de 17,1 millones a 19,93 millones. Es decir, para que la estimación de cotizaciones sociales del PP se cumpliera en 2016, España debería crear casi tres millones de empleos durante este año.
Huelga decir que es completamente imposible que nuestro país cree en nueve meses semejante cantidad de empleos, por lo que los presupuestos elaborados por Montoro para el presente ejercicio son del todo irreales (los ingresos por cotizaciones probablemente serán unos 14.000 millones de euros inferiores a los presupuestados). El Gobierno nunca ha pretendido reformar en profundidad la estructura de gastos del Estado —incluida la de la Seguridad Social— y ahora pagamos las consecuencias de su inutilidad. Manipularon las cuentas públicas de 2015 y han seguido haciendo lo propio, acaso con mayor desvergüenza, en 2016. El Ejecutivo del rigor y de la austeridad nos ha legado unos presupuestos falseados para camuflar el agujero fiscal con el que nos fustigan: el mismo estilo irresponsable y desleal que Zapatero.
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