Análisis

Álvarez, un filo separatista para reinar en UGT

   

De Congreso de la renovación nada. Lo de UGT, que concluye este sábado, demuestra sin posibilidad alguna de error –no es interpretación, es evidencia- que nada ha cambiado en el viejo y destartalado sindicato, por más que un Cándido Méndez, carbonizado por la corrupción, haya querido vender justamente lo contrario: la renovación. Al final, ha echado mano de nombres viejos, peor que viejos, rancios, para lavar la cara a una organización desdibujada, tocada y casi hundida por los escándalos.

Sí, UGT tiene nuevo líder, eso es cierto. Pero no es un tipo desconocido, y aún menos renovador. Se trata ni más ni menos que del histórico líder que defiende el derecho a decidir: Josep M. Álvarez, asturiano para más señas, que reemplazará a Cándido Méndez tras 22 años al frente de la Secretaría General del sindicato. De hecho, el tal Álvarez supera a Méndez en antigüedad: 26 años mandando en Cataluña. Tampoco es ningún chaval: a punto de cumplir los 60. Pese a todo, en una votación reñida, Álvarez se impuso al salmantino Miguel Ángel Cilleros al obtener el 51,1% de los votos emitidos. Méndez así lo quiso. Este es su regalo final. La guinda del pastel.

Méndez, que ha firmado una de las páginas más negras del siempre sospechoso sindicalismo español, deja el cetro y la corona estatal a un defensor a ultranza del llamado "derecho a decidir"

Cándido Méndez, que ha firmado una de las páginas más negras del siempre sospechoso sindicalismo español, deja el cetro y la corona estatal a un defensor a ultranza del llamado "derecho a decidir", un filo independentista declarado. Lo que le faltaba a una España empantanada por la zafiedad de una clase política que no tiene ni medio pase, y a la que le crecen los enanos por doquier, también en el histórico sindicato, antaño español, y hoy vaya usted a saber.

Álvarez, exultante tras conocer los resultados, ha afirmado que su victoria "demuestra que UGT es la primera organización estatal donde la catalanofobia no funciona". La primera en la frente. Y le ha faltado tiempo para urgir al Parlamento a ponerse a manos a la obra para que "se visualice la izquierda parlamentaria" con propuestas para los trabajadores, se entiende que para los trabajadores con contrato indefinido, los sindicados, los de toda la vida. Porque el resto siempre ha sido prescindible. Ya lo sabemos. Estos son los mimbres de la "nueva" UGT que despunta en el horizonte, la que le ha visto las orejas al lobo de la izquierda radical que gana fuerza en Cataluña y País Vasco, y que podría en breve montarse su propio garito sindical, porque ese es el problema. ¿Verdad señor Álvarez?

Esa estela es la que Cándido Méndez quiere seguir, la que marca Podemos. Y qué mejor para intentarlo que colocar en el trono a Álvarez, experto como pocos en el negocio sindical y en vender lo que haya que vender para seguir en el machito. Y ahí va UGT, a alistarse en la izquierda vieja, dispuesta también a no dejar piedra sobre piedra, a defender la memez de la plurinacionalidad y apuntarse a la hispanofobia. Estos son los tiempos que toca vivir. Y estos son los personajes. Que Dios nos asista.

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