Opinión

Un anticuado Borja Sémper

Citar a un politólogo, no llevar corbata y enseñar calcetines de colores mientras se habla de moderación sin ninguna idea de España en 2023 es lo más parecido a hacer el ridículo

Aprecio ese don escaso e innato que es tener clase. Algo que no va de la mano con ser clásico o tener riqueza. Disfruto del saber estar, la sencillez, la belleza y la claridad que irradia entender el entorno, el momento y lo adecuado en cada ocasión. No me gustan las modas impostadas sin valor ni estética que sólo atraen la atención de ciertas instagramers que acaban vestidas como mamarrachas. El catetismo con ínfulas de algunas desesperadas por ser consideradas «modernas» cuando aún creen que Malasaña es el barrio de moda. No se enteran de nada. Creen que marcan la modernidad cuando sólo definen el ridículo.

Borja Sémper es algo así. Me recuerda al tío del vecino que quería ir de simpático y moderno imitando al príncipe de Bel Air cuando ya ni había reposiciones en la tele. Alguien con todos los tics de lo que supuestamente había sido moderno, pero repetidos y asumidos cuando ya habían pasado de moda por haberse mostrado absurdos.

Citar a un politólogo, no llevar corbata y enseñar calcetines de colores mientras se habla de moderación sin ninguna idea de España en 2023 es lo más parecido a hacer el ridículo

Citar a un politólogo, no llevar corbata y enseñar calcetines de colores mientras se habla de moderación sin ninguna idea de España en 2023 es lo más parecido a hacer el ridículo. Resulta grotesco ver a Sémper como ejemplo de modernidad cuando su discurso, casi indistinguible con los de Sabino Arana, hizo perder votantes al PP vasco en favor del PNV.

El discurso de la moderación, contra la polarización y el populismo en las circunstancias actuales, son como esas camisas de encaje para hombres. El que te la recomiende es tu mayor enemigo. El semperismo que nos ha traído Feijóo representa una política anclada en el error de todo lo que falló y de mucho de lo que nos ha conducido hasta Sánchez. Como si los dirigentes del Partido Popular actual hubiesen hibernado en gruta oscura sin entender qué ha sucedido en España desde el 2017. Un proceso que ya es irreversible.

El proyecto de Feijóo para Cataluña es reunirse con los empresarios del círculo ecuestre, colaboradores necesarios del apartheid de lo español, como si fuese Aznar en 1995

No queda nada por ceder a los secesionistas vascos y catalanes. El proyecto de Feijóo para Cataluña es reunirse con los empresarios del Círculo Ecuestre, colaboradores necesarios del apartheid de lo español, como si fuese Aznar en 1995. No queda grieta del régimen del ´78 que no haya sido ensanchada hasta hacer evidente el agotamiento de un sistema. No es posible limpiar la corrupción de un Tribunal Constitucional que será prolífico en dictar sentencias clave bajo la presidencia de Conde Pumpido. La corrupción de la Fiscalía, de cada Institución, de cada curso escolar sin español. El desastre de la política exterior del Sáhara, Argelia. El suicidio energético. Sobre ninguna de estas
cuestiones se ha pronunciado el regenerado PP.

El «Plan de calidad democrática» presentado por Feijóo, que recoge el compromiso de los partidos a no prostituir las Instituciones con la lacra del nepotismo, es un reconocimiento explícito de una Constitución inservible para garantizar un sistema democrático al haberse constituido en una partitocracia, germen electoral de la corrupción sin control. Feijóo y su moderación pretenden otorgar más poder al partido que gane las elecciones, ahora sin necesidad de llegar a acuerdos con nadie más. La lista más votada acudirá al notario prometiendo ser honrada, y si el PSOE no lo es, nada se podrá hacer. No es regeneración sino una tomadura de pelo a unos ciudadanos cansados de la humillación y el expolio.

Todo movimiento, como el nombramiento de Borja Sémper y la propuesta de listas mayoritarias, no tienen una finalidad modernizadora o regeneradora de España, sino tan solo escenificar que Vox queda proscrito del Gobierno. El PP afronta una campaña a las elecciones municipales en la que plantean que gobierne el PSOE antes que gobernar ellos con el apoyo de Vox. Es un déjà vu del casadismo de la segunda época, tras el discurso fratricida en la moción de censura. La estigmatización de los de Abascal es como apretar la soga al propio cuello que te ha lanzado la izquierda. Teme Feijóo que las elecciones generales vayan precedidas de miles de pactos de gobierno municipal con Vox. Es como revivir una época ya superada con fórmulas de fracaso por la sumisión a la izquierda.

La pregunta más importante ante unas próximas elecciones generales no será la política de pactos, ni de programa sino ¿cómo va a garantizar que ningún miembro del Consejo de Ministros, empezando por el Presidente, actúe bajo influencia de países terceros, como Marruecos, y en contra de los intereses de España?

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