Desde la instauración de la democracia en España, los dos grandes partidos de Estado, el PSOE y el PP jamás cuestionaron el derecho de Israel a existir y ninguno de las fuerzas políticas españolas con una representación parlamentaria significativa manifestaron hostilidad alguna hacia el Estado fundado por Ben Gurion en 1948. Con la entrada en el Gobierno Sánchez de la extrema izquierda podemita-comunista esa tradición se ha quebrado de manera abrupta. En la actual coalición gubernamental ha habido y hay políticos y miembros del Gabinete que plantean de forma abierta la disolución del Estado de Israel y muestran un apoyo explícito a quienes quieren destruirle. Por eso, el posicionamiento de la plataforma Sumar, su justificación-comprensión del ataque lanzado por Hamás contra Israel no ha de sorprender a nadie. Es la expresión de una siniestra trayectoria.
La aún ministra de Igualdad, Sra. Montero calificó en 2014 al Gobierno de Israel de “genocida”. El líder comunista, Sr. Garzón declaró que el “Gabinete israelí y sus fuerzas de seguridad emplean métodos característicos del nazismo”. Pablo Iglesias ha dicho que Israel es un “Estado criminal”. Y algunos dirigentes de Podemos trabajaron durante años para Hispan TV, el instrumento propagandístico de Irán en España. El antiguo líder y fundador de la organización podemita justificó su colaboración con Irán en los siguientes términos: “Los alemanes tenían interés en proporcionar un tren a Lenin para que desestabilizara Rusia; Los iraníes tienen interés en difundir un discurso de izquierda en América Latina y España porque daña a sus oponentes. ¿Lo aprovechamos o no?
En España se ha convertido en un monopolio de las autodenominadas fuerzas progresistas, cuyas relaciones con Irán y con parte de las más execrables dictaduras del planeta son de sobra conocidas
En su euforia antiisraelí, la extrema izquierda patria ha hecho un ejercicio striptease moral e ideológico al precipitarse a denunciar el ataque de Israel al hospital de Gaza como prueba palpable de la maldad sionista. Esta tesis se ha derrumbado en pocas horas y sin necesidad de creer en las afirmaciones del Ejército de Israel. La opinión de los expertos es clara: el origen de la explosión no fue aéreo sino terrestre. No hay ningún cráter, típico e inevitable en cualquier bombardeo, pero sí grandes daños causados por incendios y escombros esparcidos, lo que es consistente con una explosión desencadenada en el subsuelo.
Mientras en otras partes de Europa el antisemitismo es compartido en una comunidad entrañable por la extrema izquierda y por la extrema derecha, en España se ha convertido en un monopolio de las autodenominadas fuerzas progresistas, cuyas relaciones con Irán y con parte de las más execrables dictaduras del planeta son de sobra conocidas. A su favor es preciso reconocer su coherencia: no hacen distingos entre apoyar y colaborar con regímenes totalitarios de izquierdas como el venezolano o teocracias promotoras del terrorismo internacional como Irán. Todos comparten una causa común: su deseo de destruir la democracia liberal, el enemigo común de los enemigos de la civilización y de la libertad.
En la reencarnación antisemita de la izquierda española, podemitas y comunistas no están solos. Ahí están también los partidos separatistas de izquierdas como Bildu, socio estratégico de la coalición gubernamental, formación heredera de ETA, cuyos lazos con los grupos terroristas palestinos tienen un largo y trágico recorrido o el BNG que ha realizado actos públicos en favor del Frente Popular para la Liberación de Palestina. Y, por desgracia, el PSOE no ha sido ajeno a esa actitud. En numerosas ocasiones, gobiernos socialistas han soportado a escala regional y local mociones antisemitas planteadas por Podemos. A su lado existen ONGs, como la denominada Red de Solidaridad Contra la Ocupación de Palestina, cercana a Podemos, que coordina grupos e instituciones locales, regionales y nacionales antiisraelís.
El antisemitismo de la extrema izquierda tampoco ha de extrañar a nadie. En su ensayo Sobre la Cuestión Judía, Marx realizó una aportación sustancial a reforzar y extender la judeofobia
En esta misma línea, la extrema izquierda española forma también parte del denominado movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) que desarrolla una campaña internacional con la intención de que las instituciones públicas y privadas no hagan negocios o se relacionen con Israel. Asimismo, ayuntamientos de izquierdas aprobaron mociones para llevar a cabo esa práctica antiisraelí. Fueron declaradas ilegales por el Tribunal Supremo en sentencia de 2022 porque implica discriminación de terceros y esto es una lesión de derechos fundamentales que no puede ser consentida por la ley- El antisemitismo de la extrema izquierda tampoco ha de extrañar a nadie. En su ensayo Sobre la Cuestión Judía, Marx realizó una aportación sustancial a reforzar y extender la judeofobia. El Viejo Topo consideraba que, a través del dinero, los judíos tienen un poder desmedido y que la aparente contradicción entre su poder político y el real es sólo una ilusión, porque: “Un judío que tal vez carece de derechos en el más pequeño de los estados alemanes, decide la suerte de Europa”. Esta visión de Marx explica también la hostilidad y represión de los judíos practicada por la Unión Soviética durante sus 70 años de existencia. Hitler hubiese firmado sin dudar lo escrito por Marx en el opúsculo comentado: “¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés egoísta. ¿Cuál es el culto secular practicado por el judío? La usura. ¿Cuál su dios secular? El dinero. Pues bien, la emancipación de la usura y del dinero, es decir, del judaísmo práctico, real, sería la autoemancipación de nuestra época.
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