Opinión

Antonio Cabrales y el poder de Madrid

Madrid es donde las puertas giratorias alcanzan su máxima expresión, donde lo público y lo privado se entremezclan sin ningún rubor

De nuevo, desde Madrid, refugio del deep state patrio, se vuelve a las andadas. Es una trituradora de todo aquello que suponga dignidad, competencia, buen hacer, independencia. Otrora fue el coronel Pedro Baños, candidato a director de la Seguridad Nacional en el primer ejecutivo de Pedro Sánchez, quien fue sometido a una campaña de difamación por parte de cierta prensa “amiga” acusándole, falsamente, de prorruso. Su delito, ser honesto, objetivo y explicar que vivimos en un mundo multipolar donde la geopolítica y los intereses lo marcan todo. Baños era especialmente duro con Estados Unidos y Reino Unido, impulsores del mayor número de golpes de estado, destrucción de países, muertes y tierra quemada, en la historia reciente.

Ahora le ha tocado el turno al catedrático de Teoría Económica de la Universidad Carlos III Antonio Cabrales. Doctor en Economía por la Universidad de California, dimitió este martes horas después de ser nombrado consejero del Banco de España. Por una vez que el PP había elegido a alguien con una formación e investigación competente, el fuego amigo revienta tan acertada decisión. Alguien ofendido, me imagino, por no haber sido elegido para tal honorable puesto, le calentaría la cabeza al periodista de turno, y dicho y hecho, se publica una noticia donde se especifica que firmó un manifiesto de apoyo a la independentista Clara Ponsati, académica como él, y compañera y colega de profesión.

En realidad, Cabrales mostró algo de lo que debe sentirse orgulloso, un respaldo incondicional a una amiga y compañera que en momentos de dificultad personal iba a ser condenada a prisión. Por encima de nuestro pensamiento político, se antepone la amistad y el respeto hacia quienes consideramos nuestros amigos, o hacia esos compañeros de trabajo que dejan huella. Eso se llama lealtad y confraternidad.

Perfiles decentes

Bajo este ambiente, cada día más irrespirable, prietas las filas, no es de extrañar que asciendan a los lugares de responsabilidad política y pública perfiles más controlables, manipulables y mediocres. Un ejemplo es Isabel Díaz Ayuso y su chupi-panda. Madrid es una anomalía entre las grandes metrópolis occidentales: se ha hilvanando una derecha iliberal en lo social y político, pero profundamente neoliberal en lo económico. Su guía, la segregación por clases sociales, y una profunda aporofobia. Y es desde ese Madrid, donde se destruye sin ningún tipo de rubor la honorabilidad de muchas personas decentes y preparadas.

Y es desde ese Madrid, donde se destruye sin ningún tipo de rubor la honorabilidad de muchas personas decentes y preparadas. Por ello, me imagino, que Antonio Cabrales, viendo el panorama, ha presentado su dimisión.

Pero, ¿cómo se ha llegado hasta aquí? Están detrás, sin duda, las redes de poder, fundamentalmente rentistas. Si bien España es un Estado autonómico descentralizado, el aspecto más relevante está centralizado en Madrid. Allí se fragua todo aquello que permite vivir a las élites económicas, rentistas, a costa de sus conciudadanos. Son las mismas que antaño diseñaron una red ferroviaria o de carreteras que convergiera en Madrid. Les basta con acudir a la capital para, moviendo las fichas adecuadas, en ministerios, organismos, consultoras y/o lobbies diversos, lograr sus objetivos. Es un diseño cuasi-único que además de servir a los intereses de las redes de poder, despuebla y empobrece al resto del país.

Redes de poder

Madrid es, en definitiva, el epicentro de actuación de nuestras élites económicas extractivas, donde hilvanan diariamente sus redes de poder, de la mano del estamento político y de ciertos grupos o colectivos de la escala funcionarial. Es donde las puertas giratorias alcanzan su máxima expresión, donde lo público y lo privado se entremezclan sin ningún rubor. Una buena foto de esta situación aparece detallada en el magnífico libro de Andrés Villena, Las Redes de Poder en España: élites e Intereses contra la Democracia. Y para que todo quede atado y bien atado, disponen, además, de unos medios de comunicación dóciles, de los cuales son los mayores accionistas.

Nuestro país, por capital humano e intelectual, merece sin duda un mejor porvenir para nuestras generaciones futuras. Para ello es condición necesaria, aunque no suficiente, deshacer las hechuras que han tejido las redes de poder en España desde la Primera Restauración, con sede en Madrid. Incluyen una élite económica extractora, agrupada alrededor del Ibex 35, heredera de los antiguos monopolios públicos y/o naturales –sector eléctrico, telefonía, sector energético, tabacos…-, junto a un sector bancario que hasta hace poco estaba asistido artificialmente por el Banco Central Europeo. Gente que, como Cabrales, no está dispuesta a que su honorabilidad sea puesta en duda cada día con chascarrillos y medias verdades, ha decidido tomar tierra por medio y dimitir.

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