Opinión

Aprende a pedir dinero a lo Pablo Iglesias

Nos empeñamos en creer en la honestidad y en el trabajo bien hecho y lo estamos haciendo mal

Tenemos otra vez a Pablo Iglesias pidiendo perras. Este hombre no deja de maravillarme. Cómo puede ser que te estés embolsando más de cien mil pavos al año y pidas dinero a esa gente tan humilde y tan explotada por los malignos empresarios que, para ganar lo que ganas tú, tiene que deslomarse durante 5 o 6 años de su vida.

Pero, lejos de criticar al señor Iglesias, hoy estoy decidida a analizar lo que hace, para hacer lo mismo, ya que dicen los más listos que si quieres prosperar, no inventes, copia lo que hacen las personas de éxito. Y más éxito que este señor, que hasta hace nada estaba haciendo botellón en el parque con sus amigos de la facultad y fumando sus cositas, pero que ahora vive en la abundancia sin quebrarse la espalda, no se me ocurre.

1.- Viste como si en cualquier momento fueras a pedir limosna en la puerta de una iglesia.

Este punto debe ser importante y ahí fallamos muchos, yo la primera, que toda la vida he visto a mi padre ir a trabajar con chaqueta y corbata, y así no era. Si se puede ir al Congreso de los Diputados, a dirigirse a toda la nación, en mangas de camisa y arremangadas, con vaqueros sin lavar desde hace un mes, ya me contarás para qué se ponía corbata mi padre y para qué tengo yo varias americanas en el armario. A la próxima reunión con clientes voy con una sudadera y a triunfar.

Nos enseñaron que hasta para ir al banco a hablar con el director hay que ir bien vestido, porque hay que causar una buena impresión. Esto por lo visto es un error: si vas a pedir dinero, no tienes que dar la imagen de que no lo necesitas ni tampoco pedirlo a quien va a querer que se lo devuelvas. Esto lo ha entendido a la perfección Pablo Iglesias, que nuevamente está pidiendo dinerito para su canal de televisión. ¿Para qué va a pedir dinero a un banco y tener que devolverlo con intereses? Mejor se lo pide al albañil del barrio de Usera, a fondo perdido.

Y es que, claro, montar tu propio canal de televisión tiene que costar una pasta, contando con pagar para emitir, el estudio, las cámaras, el sonido, la iluminación y todo el personal que se tiene que encargar de esas cosas... Aunque seguramente serán becarios muy implicados con la causa, que cobran poco más que para comprarse un bocadillo de tortilla y un refresco.

Porque ahí está la gracia de todo: el maravilloso punto dos en el que también fallamos muchos:

2.- La causa

Algunos, como una servidora, pensamos que lo importante es el trabajo, el empeño, el tiempo y el esfuerzo que se dedica. Creemos que si todo lo anterior es lo suficientemente bueno, seremos recompensados. Así que una se abre un canal de Youtube, que es gratis, porque le gusta y siente la necesidad de comunicar, le pone tiempo, ganas, esfuerzo, trabajo e ilusión... Además de mucha imaginación, porque no vas a invertir lo que no tienes en una cámara, cuando te puedes grabar con un móvil improvisando un trípode, que tampoco tienes, y mejorando el sonido con un micrófono de solapa de diez euros que te compras en Amazon.

Somos tan pudorosos que hasta ponemos nuestra cuenta de PayPal con rubor, por si alguien tiene a bien enviarte unos céntimos para poder algún día comprarte una cámara, un trípode, pagar la factura de Internet o, sencillamente, tomarte un café a su salud. Por supuesto, no solo la cuenta de PayPal cría telarañas, sino que tienes que andar detrás de la gente para que se suscriba a tu canal, cuando es algo totalmente gratuito.

Da igual el trabajo que vaya a hacer y lo de la honestidad ni le suena. Él lo primero que dice: “Dame perras que tengo que luchar contra el fascismo”

Nos empeñamos en creer en la honestidad y en el trabajo bien hecho y lo estamos haciendo mal. Mira a Pablo Iglesias, que da igual el trabajo que vaya a hacer y lo de la honestidad ni le suena. Él lo primero que dice: “Dame perras que tengo que luchar contra el fascismo”. Y apañado.

También hay que buscar un buen eslogan, como el que le escuché esta semana en su “canal red”. Decía entre risas: “okupa y resiste”. No me extraña que se le escapara la risa, ahí no estuvo muy profesional, pero claro, es difícil no reírse cuando le estás diciendo a la gente que okupe y resista, sabiendo que tú lo primero que hiciste, en cuanto empezaste a ganar pasta, es comprarte un chalé con piscina en una zona privilegiada, con una hipoteca muy ventajosa y mediante un banco del que la mayoría de los mortales no hemos oído hablar jamás. Y por si alguien se quejaba o le parecía mal, lo hiciste escoltar directamente por guardias civiles, que ya resisten ellos por ti.

Ese es el concepto de Pablo Iglesias de “okupa y resiste”, cuando lo único que ha okupado es un puesto en el Gobierno para el que no solo no tiene el conocimiento y la experiencia necesarios, sino que, además, la mayoría del país jamás hubiera consentido en tener a este señor en una vicepresidencia y a su pareja de ministra.

Y es que este hombre ha tenido un buen profesor y lo tiene claro, siempre luchará por un futuro digno y sostenible, para sí mismo

El “okupa y resiste” del señor Iglesias consiste en decir que se retira de la política, cortarse la coleta a lo torero para causar más impacto, pero correr raudo y veloz a las Islas Canarias, con el pistoletazo de salida de la campaña electoral, para dar la cara por Podemos, ya que a su querido partido no hacen más que salirle competidores dentro del mismo. ¿Os acordáis del politiquillo aquel, versión AliExpress de Bob Marley, que fue condenado por dar una patada a un policía y que pregonó muy orgulloso que dejaba Podemos y la política? Pues solo dejó Podemos, que se presenta en Canarias con su proyecto “Drago”. Y es que este hombre ha tenido un buen profesor y lo tiene claro, siempre luchará por un futuro digno y sostenible, para sí mismo... Ups, perdón, que me he equivocado, para su tierra, eso es, para su tierra.

Así, señores, siendo honestos, tratando de hacer todo lo que hacemos de la mejor manera posible, esforzándonos por crecer por nuestros propios medios y talento, no nos hacemos ricos. Y ya sé que hay que odiar a los ricos, pero como ya hay mucha gente a la que no le caigo bien, yo creo que gestionaría mejor el odio, desde la piscina de un casoplón, saboreando un mai tai en una tumbona y dejándome acariciar por el sol y por la sensación de “no tengo nada que hacer hoy”, que siendo pobre.

¡Ay, Pablo, cuánto tenemos que aprender de ti! Aunque, por nuestro bien, espero que no te quede mucho más por enseñarnos. Yo me despido ya, que tengo que luchar contra el comunismo y totalitarismos varios desde mi canal de Youtube y tengo que pensar en un eslogan.

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