Un columnista de la competencia me manda el enlace a un vídeo corto donde el brillante rockero Alice Cooper habla más claro que nunca: "Veo las bandas de ahora y tocan las guitarras dicendo cosas como 'oh, el medio ambiente/oh, no me gusta el petróleo'...¿Eso está bien? Yo siempre les digo: escribe sobre tu novia. Hay bandas que cantan sobre problemas sociales y está bien: yo les aplaudo. Ya sabes: U2, Sting, Bruce Springsteen...No los considero políticos, sino humanitarios. Cuando ayudas a los demás eres humanitario, no lo considero político. Yo estoy con eso pero... es aburrido. Lo siento pero yo quiero oír sobre tu novia. Cada éxito de los Beatles, de los Stones, de los Who trata sobre cómo ella los abandonó o sobre que ella no es cool o cómo les rompió el corazón. Eso es el rock and roll". Esta reflexión contiene una verdad sencilla pero grande sobre el arte.
Desde el principio de su viaje en el Mundial, la selección femenina quiso celebrar sus éxitos con Camela, una elección reveladora de ciertos valores humanos. Es emocionantes recordar las imágenes del vestuario celebrando triunfos con "Dame tu cariño", que no es un himno feminista, sino un canto al amor romántico. Camela son el grupo español que mejor representa la postura de no creerte mejor que nadie, poner el amor por encima del poder y cuidar de la gente que te aprecia. "Siempre hemos mantenido un caché razonable para que cualquier pueblo, incluso cualquier pedanía, nos pueda llevar a sus fiestas. También nos gusta que las salas medianas puedan contratarnos, incluso si el aforo es de 800 o mil personas. Somos del pueblo, de la gente”, nos dijo Dioni en 2019, cuando le entrevisté para Vozpópuli. Es un enfoque que encaja con esta selección modesta, diversa y trabajadora, donde las estrellas aceptan el banquillo y las desconocidas luchan como si de ello dependiera el Balón de Oro.
El amor como educación política
Este espíritu sencillo y popular se refleja en los gustos musicales de la selección, que celebró su triunfo con el electrolatino de Juan Magán. "Las canciones de amor nunca son tontas", me dijo Andrés Calamaro durante una entrevista en su casa de la calle Pez en Malasaña. Otros grandes como Los Panchos, Luis Miguel y Plácido Domingo saben también que el amor es la mejor fuente de conocimiento. Todos ellos versionaron el clásico "Historia de un amor", de Carlos Ereta Almarán, que contiene esos versos inmortales: "Es la historia de un amor como no hay otro igual/ que me hizo comprender todo el bien, todo el mal". Son solo veinte palabras, pero encierran una visión de la vida. Lo que ha ocurrido en los últimos días es un conflicto entre quienes ven la vida como una lucha de poder (Rubiales) y quienes la ven como una cuestión de amor (las jugadoras).
Todos sabemos, en el fondo, que el amor es más fuerte que el poder
Termino con el mejor ejemplo de que las canciones de amor, sencillas y cotidianas, son mucho más políticas que cualquier himno de trinchera. Hablo, por supuesto, del mexicano Juan Gabriel, un compositor y cantante homosexual que decidió no hacer bandera de su condición, ni siquiera en el país más machista del mundo. Prefirió escribir letras de amor desgarrado, que dejasen claro en cada verso que el enganche emocional y la amargura del rechazo nos hacen iguales a todos. Sus himnos arrasaron porque, en el fondo, todos sabemos que el amor es más fuerte que el poder. Las futbolistas de la selección lo dejan claro todo esto en sus preferencias musicales y por eso Rubiales tiene tanto que aprender de ellas, si es fuera de la Federación mucho mejor que dentro.
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