Opinión

Aquí, la emisora del Reich

Si tuviéramos que juzgar al Tercer Reich a tenor de lo que emitía su radio, la Grossdeutscher Rundfunk, que englobaba todas las emisoras grandes, pequeñas o locales, pensaríamos que aquello era

Si tuviéramos que juzgar al Tercer Reich a tenor de lo que emitía su radio, la Grossdeutscher Rundfunk, que englobaba todas las emisoras grandes, pequeñas o locales, pensaríamos que aquello era un país de fábula, que Hitler era un sol de hombre, que no se entiende cómo perdieron la guerra y que el mundo perdió la oportunidad de entrar en una nueva Edad de Oro. Lógicamente, lo que se decía en aquella monstruosidad radiofónica era pura propaganda orquestada, magistralmente, eso sí, por Goebbels.

El esquema era de una eficacia total: en los informativos se decía lo que le interesaba al gobierno, se callaba lo que pudiera perjudicarlo, los enemigos del Reich eran lo peor, los dirigentes del Reich eran ángeles providenciales, todo lo que hacía el gobierno era bueno y el pueblo alemán vivía agradecido, feliz y contento. El resto de la programación se componía de música clásica, música bailable que oscilaba entre la prohibición tornadiza del “jazz negroide y judío” a una cosa que llamaron “jazz alemán”, obras de teatro clásico, operetas y se emitían programas como “Nación alemana y tierra alemana” que se proponía “Reintegrar el alma del hombre urbano a la vida del campo”. Ante semejantes tostones -no se tiene siempre el cuerpo para Wagner o conquistar Polonia- no es de extrañar que el programa con mayor audiencia fuese “El disco solicitado”, llegándose incluso a filmar una película sobre dicho programa, Wunschkonzert, siendo así una paradoja que lo único que mantenía un poquito de libre albedrío, aunque fuese pedir un disco, fuera el programa más escuchado.

A Pedro Sánchez le inquieta lo que se dice en los medios y está intentando unificar criterios: que se hable bien de él y de su gobierno y se estigmatice lo demás

A Sánchez le inquieta lo que se dice en los medios y está intentando unificar criterios: que se hable bien de él y de su gobierno y se estigmatice lo demás. Otra intención no hay, a juzgar por lo que ha dicho en el Congreso. El Gobierno, asegura, quiere ser transparente en el reparto de la publicidad institucional, que los medios hagan públicos sus accionistas directos y piensa reforzar la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Esto es lo que, por otra parte, pide Europa. Con lo cual, la mayoría de digitales lazis van a pasar las del beri cuando tengan que justificarse. Sánchez no lo hace para molestar a sus socios, evidentemente. Lo que pretende es acogotar a los “tabloides digitales” que le plantan cara. Y su intención es, al amparo de estas medidas que, repetimos, vienen de las Europas y, por tanto, son de obligado cumplimiento y no precisan ni ley especial ni padre ni madre ni perrito que les ladre, sacarse un reglamento de la chistera para digitales como este. Porque no tolera la crítica, como buen autócrata que es.

Como somos generosos y caritativos, debemos decirle una cosa al Conducator socialista. No se canse en elaborar reglamentos, leyes o manuales de instrucciones al respective. Adquiera usted en cualquier librería de lance los dos volúmenes que publicó la editorial Luis de Caralt en 1961, “Propaganda bélica alemana. Conferencias ministeriales secretas en el Ministerio de Propaganda del Reich 1939-41”. Allí verá cómo, con la debida organización, se puede llegar a decidir desde qué cromos han de acompañar a las chocolatinas hasta de qué color deben ir pintadas las furgonetas que reparten verduras. Si no los encuentra, le presto los míos. Ah, y métase los cien millones en publicidad institucional para adictos por ese lugar en el cual la espalda pierde su digno nombre.

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