Opinión

Aragonès “trolea”, Sánchez lo permite

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, insinuó este lunes, sin quererlo, la raíz del problema que nos aqueja y del cual es uno de los principales culpables: vivimos en una España “troleada”, burlada todos los d

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, insinuó este lunes, sin quererlo, la raíz del problema que nos aqueja y del cual es uno de los principales culpables: vivimos en una España “troleada”, burlada todos los días por quienes, como él, no creen en ella pese a tener desde hace seis años la llave de la mayoría parlamentaria que ha de gobernar un país convertido en meme de sí mismo.

Somos un Estado en permanente cuestionamiento por quienes menos deberían, sus autoridades, desdibujado como proyecto de presente y futuro, lo cual explica esa aparentemente inexplicable sensación de desencanto que nos atenaza en medio de unos buenos datos macroeconómicos: casi 21 millones de ocupados para un crecimiento del PIB por encima de la media europea gracias al boom del turismo tras la pandemia y a las exportaciones.

Que a su llegada al Senado Aragonés, máxima autoridad política en Cataluña, se mostrara sin despeinarse encantado de volver a la sede de la soberanía territorial, no a dialogar desde el respeto entre diferentes sino “a trolear al PP”, debe preocupar, sobre todo, a esa toda Cataluña a la que dice representar. Porque, aunque él vea otra cosa, no vino a mofarse del principal partido de la oposición sino a enfrentarla con millones de esos otros españoles que abominan de la Ley de Amnistía a los delitos del referéndum ilegal del 1-O voten o no a Alberto Núñez Feijóo.

No imagino a Jordi Pujol, no digamos Josep Tarradellas, boicoteando la institucionalidad que legitima su cargo, ni mucho menos a los Gobiernos de Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy permitiéndolo sin darle réplica desde la tribuna del Senado

Ese es el problema que nos aqueja, la falta de sentido institucional de quienes más deberían tenerlo: Aragonés, por supuesto, pero también este Gobierno de Pedro Sánchez que, fiel a su cortoplacismo estratégico y temeroso del que dirá el próximo sondeo, dejó solo en la Cámara Alta ahí te las compongas Juan al portavoz del Grupo Socialista, Juan Espadas, y a un puñado de senadores socialistas con Juan Lobato a la cabeza aguantando el chaparrón de barones del PP preguntándoles si pueden seguir mirándose al espejo por la mañana.

¿Qué le costaba al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, haberse hecho presencia en carne mortal ante el Senado para contraponer -un suponer- los buenos datos macroeconómicos de los que hace gala el Gobierno al enésimo ataque del PP? ¿Por qué Sánchez dejó que fuera Aragonés quien defendiera la Ley de Amnistía con una amenaza de referéndum de autodeterminación en Cataluña que sembró de dudas la Cámara Alta de la soberanía nacional dados los antecedentes?

Sinceramente, no imagino a Jordi Pujol -no digamos a su antecesor Josep Tarradellas- boicoteando la institucionalidad que da legitimidad al cargo de presidente de la Generalitat, mucho menos a los Gobiernos de Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy permitiéndolo sin darle réplica en tiempo y forma desde la tribuna de oradores.

Parafraseando al Ortega y Gasset de aquella España Invertebrada (1922), libro más de actualidad que nunca, en este país sigue sin estar “casi nadie en su sitio”:.. ¿Qué le costaba a Félix Bolaños presentarse en el Senado para contraponer los buenos datos macroeconómicos al ataque del PP y a la amenaza de Aragonés?

Parafraseando al Ortega y Gasset de aquella España Invertebrada (1922), libro más de actualidad que nunca, en este país sigue sin estar “casi nadie en su sitio” un siglo después de aquel trágico inicio del siglo XX en el que las élites tanto nos fallaron.

¿Qué le costaba al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, haberse hecho presente este lunes en el Senado para contraponer -un suponer- los buenos datos macroeconómicos de los que hace gala el Gobierno al enésimo ataque del PP y a la intervención de Aragonés? ¿Qué hubiera perjudicado su negativa a cualquier referéndum de autodeterminación en Cataluña a la campaña de los socialistas vascos para las elecciones del 21 de abril, o a la de Salvador Illa para las catalanas del 12 de mayo?… Ya se lo digo yo: en nada; más bien al contrario.

En definitiva, ¿por qué Sánchez dejó que fuera Aragonès quien acudiera al Senado, no a defender la Ley de Amnistía, sino a redoblar la amenaza sobre el Estado español con otro referéndum imposible, pero que siembra de dudas el futuro, dados los antecedentes de incumplimientos de palabra de éste Gobierno con los indultos y la Amnistía?

El silencio de Sánchez y los suyos de este lunes suena, como poco, sospechoso de lo que está por venir con tal de seguir unos meses o unos años más en el poder al amparo del independentismo catalán y vasco

Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas. Dicen en el PSOE para justificarse que lo de lunes ante la Comisión General de las Comunidades Autónomas era “un trago que había que pasar” porque el PP controla el Senado, pero dentro de unos días “nadie se acordará”… o no, que diría en coña el Mariano Rajoy más auténtico.

Nada de lo que se hace en política, ningún discurso, ninguna palabra, ningún silencio resultan inocuos porque aquí también opera es el que calla otorga; y, por supuesto, el silencio de Sánchez y los suyos éste lunes suena, como poco, sospechoso de lo que está por venir con tal de seguir unos meses o unos años más en el poder al amparo del independentismo catalán y vasco.

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