Los presos separatistas han invitado a Inés Arrimadas y a Xavier García Albiol. Quieren que comprueben in situ que no tienen ningún privilegio. Albiol ya ha dicho que no piensa ir. ‘Es su circo’, ha dejado claro.
Visitar a los encarcelados siempre se ha considerado obra de caridad. Claro está que la Orden de los Mercedarios realizó su última redención de cautivos en 1779 y ha llovido lo suyo desde entonces, pero ahí está la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, la popularísima Orden Trinitaria. Como muchos saben, la Orden, fundada en 1198 por Juan de Mata, aún está en activo. Institución encomiable, socorren a presos, pobres, abandonados o enfermos rechazados por la sociedad. Causa, por tanto, estupefacción que los separatistas presos a la espera de juicio demanden las visitas de Xavier y de Inés, pudiendo solicitar las de quienes, por experiencia y vocación, podrían auxiliarles de mejor y más útil forma.
También es motivo de no poca perplejidad que los separatistas, siendo tan reacios a hablar de nada en sede parlamentaria -recuerden las leyes de transitoriedad que llevaron al desastre de la proclamación de la república separatista, aprobadas en el Parlament por la puerta de atrás, sin dar oportunidad a la oposición a debatirlas- se muestren, en cambio, tan partidarios de debatir en otros lugares, incluso en la cárcel. Todo eso de la creación de espacios para el diálogo, plataformas o ágoras variopintas se nos antoja como simples sucedáneos, más o menos envenenados. Si hay un lugar en el que se debería hablar de las culpas, los yerros y la insensatez del separatismo es en la Cámara catalana, pero la pobre, vaya por Dios, está secuestrada por los mismos que exigen a la oposición que acuda a verlos en su encierro.
Dicen que lo piden para que puedan comprobar que no existe régimen de favor alguno hacia ellos, pero la premisa en sí constituye una trampa, puesto que trampa es la invitación, como todo lo que nace de esta gente. En una visita es imposible calibrar nada y ellos lo saben. Ocultan mendazmente que el lugar de donde surgen las acusaciones acerca del escandaloso régimen que disfrutan no es ni el PP ni Ciudadanos, sino organizaciones sindicales de funcionarios que han dado el grito de alarma al comprobar que reciben más visitas que ningún otro interno, que se prolongan indebidamente al darles consideración a todos los que acuden a entrevistarse con ellos el tratamiento de autoridad, lo sean o no, y que, debido a ello, no se les registra.
Las fotos de Arrimadas o de Albiol en Lledoners, acosados por los hiperventilados supremacistas, se convertirían en un material propagandístico de primer orden
No es nuevo, porque el sindicato ACAIP ya denunciaba en su día el excepcional trato de favor que recibían los señores Millet y Montull, los del Caso Palau, en su ingreso carcelario. Dicen desde la Generalitat y desde el Govern de Torra que todo es falso. El mismo Govern y el mismo Torra que acude a manifestarse ante el centro de Lledoners en favor de dichos presos, el mismo que es, en teoría, responsable de los mismos, el mismo al que se le exige que abra las cárceles y los ponga en libertad. Es esa administración que tiene al señor Armand Calderó como máximo responsable de las cárceles catalanas, el que luce un visible lazo amarillo en la solapa.
Comprenderán que, atendiendo a todo esto y en cuanto a credibilidad, carezcan siquiera de un átomo. Entonces, ¿a qué la comedia, a que la gesticulación? Fíjese: las inmediaciones de Lledoners, por vía de ejemplo, que es donde está ingresado, entre otros, Oriol Junqueras, están plagadas de simbología lazi. Pintadas, lazos, lo que ustedes quieran. Todo eso se ha hecho con total impunidad. ¿Imaginan lo que sucedería si Albiol, por ejemplo, dijera que acepta visitar a los presos? Automáticamente el político popular tendría una nutrida manifestación de los CDR ante las puertas de la cárcel insultándolo, tirando cosas encima de su vehículo, el escrache de manual que los de la Carrerborroka utilizan habitualmente con quienes no les acomodan, véase el caso del Juez Llarena entre otros.
Efectivamente, desearían montar un circo, pero un circo romano, ese que siempre requiere víctimas inocentes que arrojar a la plebe para distraerla de los asuntos serios. Las fotos de Arrimadas o de Albiol, acosados por los hiperventilados supremacistas, se convertirían en un material propagandístico de primer orden en manos del fugadísimo de Waterloo y de sus adláteres, especialmente en los medios de comunicación sumisos. Ya nos podemos imaginar a los desinformativos de TV3 abriendo con ambos, siendo agredidos por las hordas radicales y a los humoristas oficiales de lo macabro haciendo la coñeta de rigor pagada a precio de oro.
Vistas las cosas, es de sentido común que ambos hayan declinado la propuesta. Y no por carecer de sentimientos, aunque a los ojos separatistas no sean más que bestias con el ADN perverso, sino porque cae por su propio peso no acudir a una encerrona por tu propio pie. Cuando los lobos te invitan a comer debes desconfiar, porque es más que probable que el plato fuerte del ágape seas tú mismo.
Si desean debatir, ahí está el Parlament y ahí tienen a sus encargados para hacerlo. Sobre la situación de los presos o de lo que sea menester. Pero deberían darse una cierta prisa, porque todo indica que las elecciones autonómicas van a ser convocadas más pronto que tarde, todo según el calendario judicial, esperando el mejor momento, aquel en el que hayan podido calentar los ánimos de sus posibles votantes.
Si es que ya lo dice el gran Jose Mota, si hay que ir, se va, pero ir por ir es tontería.
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