Ni Pedro Sánchez es Glenn Ford ni Inés Arrimadas es Rita Hayworth, aunque este miércoles parecía Gilda en la escena de las bofetadas. "Ciudadanos sigue en la foto de Colón", dijo Sánchez, con su habitual displicencia vitriólica, para dar satisfacción a Gabriel Rufián, distinguido miembro del club Frankenstein. Bajo la mascarilla, tan sólo los ojos expresan y hasta delatan. Arrimadas no pestañeó tras la bofetón pero, según fuentes fiables, le susurró a su número dos, Edmunto Bal, algo parecido a "¿por qué?". ¿A qué venía ese trato tan despectivo a quien requieres de amores para acuerdos futuros?
Ahora que casi son socios del PSOE, ahora que negocian presupuestos, ahora que han enterrado diferencias de cuando Rivera, ahora que han secundado el estado de alarma, la nueva normalidad, y ahora que hasta sonríen a Lastra y se suman a las comisiones de investigación anti-PP, ahora que Ciudadanos ha tragado con todo tipo de carros, carretas y hasta carruajes, ahora Sánchez no tiene mejor ocurrencia que sacudirle a Arrimadas una estruendosa cachetada en pleno Hemiciclo y ante el refocile consiguiente del arco parlamentario en pleno.
Arrimadas no protesta, no se queja, admite el maltrato parlamentario sin rechistar. Y luego Bal, lo justifica: "No es tiempo para el orgullo herido, esto no es un patio de colegio"
Más que Gilda, el título de esta película sería 'Cincuenta sombras de Grey', dada la actitud lindera con el masoquismo, de la protagonista Inés es Anastasia, la 'Ana' Steele del filme, una joven que, arrebatada de amor, consiente y hasta disfruta con esos sofisticados juegos de dominación y entrega. "No hay problema, Ciudadanos quiere estar en la ecuación", explican en Moncloa la actitud de la líder naranja, según contaba aquí Luca Costantini. Arrimadas no protesta, no se queja, admite el maltrato parlamentario sin rechistar. Y luego Bal, lo justifica: "No es tiempo para el orgullo herido, esto no es un patio de colegio...". No es que Inés disfrute con el castigo, como la Ana de Grey, pero evita la queja o el reproche.
Luego de la hecatombe electoral del 20-N, Arrimadas tenía ante sí una difícil disyuntiva. O seguir la línea de Rivera, que como se vio conduce al fracaso. O imprimir un drástico volantazo. Optó por lo segundo. Se ha distanciado del espectro del centroderecha y se ha aproximado abierta y decididamente al caladero electoral donde pesca tradicionalmente el PSOE. Con un socialismo podemizado, Ciudadanos tiene al menos una oportunidad de supervivencia. Vuelta a los orígenes de su formación, que nació con el sello de socialdemócrata. Una jugada plena de riesgos que provocó la renuncia de importantes nombres de la familia naranja.
Para gran parte de los votantes de Ciudadano, resulta enervante tener que darle aliento a un Gobierno que integra en su seno a una formación totalitaria situada en las antípodas de su marco ideológico y a la que siempre han combatido con innegociable firmeza. Tampoco es sencillo soportar los inclementes desprecios de que son objeto por parte del soberbio déspota con el que en esta nueva etapa deben consumar acuerdos.
Es una de las personalidades más arrojadas y audaces de nuestro zafio escenario político, desbordado de torpes, jetas y mequetrefes
Arrimadas, sin embargo, resiste. Fraguó su carácter en el yunque terrible del nacionalismo, al que combatió y derrotó. Es una de las personalidades más arrojadas y audaces de nuestro zafio escenario político, desbordado de torpes, jetas y mequetrefes. Nunca se rinde, aunque a veces le corresponda hacer el papel de Anastasia y simular una cierta complacencia ante la humillación. O que, no le molesta tanto como para romper las ligaduras, arrancarle el látigo a su verdugo y cruzarle la cara hasta dibujar en ella el escudo del Barça. Ella es culé.
Un niño malcriado
Todo en política tiene una trastienda e incluso una justificación. El sopapo de Sánchez, además de complacer al tosco Rufían, buscaba también la sonrisa de su socio Pablo Iglesias. El líder morado ha sido ninguneado por por partida doble en episodios recientes y de tanta enjundia como la salida del rey Emérito o la fusión de la Caixa. Podemos se enteró por la prensa. Iglesias, de una soberbia hipertrofiada, se enojó y desahogó su cabreo desvelando en una emisora que Sánchez le había pedido perdón tras una trifulca hogareña. Pataleta de niño malcriado al que le han quitado la pelota. Para eso ha quedado el rey de los descamisados.
Le arreará algún viaje más a Ciudadanos, para así contentar a la facción montaraz del PSOE, que subsiste y crece, y para no enojar en exceso al PNV, que entra también en la 'ecuación' de Moncloa
Arrimadas sabe que sus diez diputados pueden ser decisivos en la ceremonia de los presupuestos. Pese su infame guiño al terrorista suicida y los gestos bobalicones hacia la bancada separatista, Sánchez tiene asumido ya que la vía Frankenstein está muerta y lista para la inhumación. Ni Boris Karloff en persona lograría revivirla. Ya sólo hay un camino expedito para archivar las cuentas de Montoro, tres años en vigor, y elaborar un cuadro capaz de hacer frente a la irrefrenable ruina. Ese camino tiene color naranja.
El presidente del Gobierno le hará de vez en cuando algún cariño a Iglesias para que al líder podemita no se le agoste el moño o le desprecie la doña. Le arreará algún viaje más a Ciudadanos para así contentar a la facción montaraz del PSOE, que subsiste y crece, y para no enojar en exceso al PNV, que entra también en la 'ecuación' de Moncloa. De esta forma consumará su primordial y casi único objetivo, que es aprobar los primeros presupuestos de su presidencia. Es el salvoconducto para consumar la legislatura y afrontar unas elecciones rumbo a esos ocho años en la Moncloa que nos tiene prometidos. No conviene olvidar que sólo los animales de sangre fría son venenosos. Casado mientras tanto, se lamerá las heridas de la embestida de la Kitchen y Vox seguirá a lo suyo, que es procurar la felicidad de Iván Redondo.
Con el maldito sistema electoral que los padres de la Constitución nos propiciaron, una formación como Ciudadanos no sólo es necesaria sino imprescindible para restablecer los equilibrios democráticos en nuestro descompensado tablero político. Es la bisagra que debería sustituir, a la hora de formar mayorías, al detestable gozne del independentismo golpista, valga la redundacia. No es tarea fácil. Exige sacrificios, soportar burlas, desplantes y vejaciones, como las que Grey/Sánchez gusta de perpetrar. Arrimadas parece decidida a soportarlo todo para lograrlo. El único modo de salvarse del abismo es mirarlo, medirlo, sondearlo y bajar a él, decía Pavese. En ello está.
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