Opinión

Los asesinos, más cerca

Saber que los asesinos están más cerca de las víctimas no puede alegrar a nadie más que a los que alegra, al líder de Bildu, Arnaldo Otegui, a su entorno político

Las familias de los asesinos no tendrán que hacer miles de quilómetros para verlos –explican en un informativo-mientras que las familias de las víctimas solo pueden vivir del recuerdo del ser querido o de ir al cementerio, a pocos pasos de sus casas. Sólo se habla del beneficio de acabar con la dispersión de presos, no de lo que pueden sentir las víctimas, a las que se les da de lado por desconocimiento, falta de sensibilidad, o con intención.

Que no hablen de convivencia los que un día se la robaron a un pueblo entero, que amedrentaron a la población de tal manera que no se podía hablar de política o del horror de ETA porque te podían estar escuchando, porque podías ser el próximo al que le dieran un tiro en la nuca. Vivieron con un miedo que no se ha reparado porque parece que los que un día asesinaron solo entienden la convivencia cuando hay algún aspecto que les beneficia. Ilusorio pensar que se detienen a pensar en el dolor causado, en cómo repararlo, más allá del cumplimiento de la legalidad vigente.

Para tejer la convivencia tiene que existir una intención visible en reparar el daño, por parte de los que lo causaron, que no la hay

A veces tengo la sensación de que cuanto más radical, más “progresista”, más guay, que produce rechazo que se codeen los independentistas, los que mataron con este fin –los etarras- y los que piensan que viviríamos mejor en una Cataluña independiente. Esta también es una manera, la de codearse con los asesinos, de no reconocer el dolor que se ha causado a una parte de la población vasca. Cierto que se ha de avanzar hacia la convivencia, pero ¿de qué espacio de convivencia nos hablan? ¿De aquel en el que conviven los afines a la banda terrorista, de los que campan a sus anchas porque ya han pasado por la cárcel? Para tejer la convivencia tiene que existir una intención visible en reparar el daño, por parte de los que lo causaron, que no la hay.

Claro ejemplo de no convivencia es la diferencia de interpretaciones o manifestaciones por parte de los distintos partidos. El daño se irá reparando, precisamente, cuando también desde la política se viva la convivencia que se quiere trasladar a la sociedad vasca. Buena parte de quienes no vivimos en allí no tenemos ni idea de lo que se vivió allí. De los asesinatos, de los secuestros, de la extorsión a empresarios. Se calcula que, en los más de treinta años de asesinatos, casi 200.000 vascos abandonaron su tierra por miedo, por hsotigamiento, persecución. Entre los que asesinó ETA hay 22 niños. Robaron la vida a quienes no la habían ni iniciado.

El dolor causado

Para tejer esa convivencia de la que algunos hablan debe también pasar más tiempo, pues sólo hace 13 años del último asesinato de ETA -16 de marzo de 2010-, y tan solo cinco años desde que anunciaron su disolución. Saber que los asesinos están más cerca de las víctimas no puede alegrar a nadie más que a los que alegra, al líder de Bildu, Arnaldo Otegui, a su entorno político y a los familiares de los etarras. Fin. Viajaron miles de quilómetros los familiares cuando estos se escondían en Francia o se iban a Latinoamérica. Hay un daño, un dolor que no repara la ley, tampoco la cárcel. Sólo se repara cuando el que causa el dolor reconoce que lo ha causado, cuando su vida importa tanto como la vida que robó. Cuando dejamos de etiquetar como facha a aquellos que no simpatizan con todo lo que rodea a Otegui.

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