Opinión

Asombro en el Senado

Se anunciaba en los carteles la primera comparecencia del nuevo presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, ante la Comisión Mixta Congreso-Senado de Control de la Corporación. Estaba convocada el

Se anunciaba en los carteles la primera comparecencia del nuevo presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, ante la Comisión Mixta Congreso-Senado de Control de la Corporación. Estaba convocada el lunes, día 19, a las cuatro de la tarde en la Sala Europa de la Cámara Alta, de amplitud sobrada para guardar las distancias preceptivas. Asombraba la escasez de periodistas siguiendo la sesión, que confirmaba, una vez más, la acusada preferencia que vienen demostrando los colegas por mantenerse hipnóticos ante las pantallas de sus ordenadores con renuncia a la inmersión en los acontecimientos. De ahí resulta la pobreza informativa de las crónicas ofrecidas a los lectores. Porque sabemos bien que en modo alguno puede sustituirse la observación directa por la obtenida a distancia vía internet. De modo que la prensa, que tanto se queja de haber sido abandonada por los lectores, debería reconocer el abandono previo que por su parte hizo de sus lectores, a quienes defraudó rebajando la calidad de sus informaciones elaboradas fuera del escenario real donde se suceden los acontecimientos.

Valió la pena acudir al Senado y escuchar en directo a Pérez Tornero. Su primera intervención se dilató en exceso, pero ofreció compromisos como el del libro blanco y otros muy valiosos con el periodismo independiente, que fue precisando después en las respuestas a los portavoces de los distintos grupos parlamentarios. Compromisos que de aplicarse terminarían con la penosa situación de RTVE reducida a ser el servicio doméstico del gobierno de turno, que supondrían su reinvención como servicio público esencial, que evitarían la apología de lo reprobable, que definirían un nuevo contrato social con la ciudadanía y despertarían el talento y las capacidades de unas redacciones que pretende ilusionar. Más que las referencias a los afanes tecnológicos interesan las que hizo al periodismo invariable, que verifica los hechos y los descodifica para que ganen en inteligibilidad para la audiencia que quiere ganar, pero no a cualquier precio. 

Ha llegado la hora de la verdad, más allá de las buenas intenciones, cuyo acierto expresivo resultaba alentador

De ninguno de sus predecesores en la presidencia de RTVE se han escuchado palabras de ese porte. En todo caso, ha llegado la hora de la verdad, más allá de las buenas intenciones, cuyo acierto expresivo resultaba alentador. Como sostenía un buen amigo periodista en el telegrama que le dirigió esa misma mañana en el informativo 'Hora 14' de la Cadena SER, vistas las capacidades que se adujeron para su nombramiento, el pronóstico de algunos es que sólo cumplirá su deber si, a partir de ahora, siguiendo el programa expuesto, acumula méritos que le encumbren ante la ciudadanía y desencadenen su destitución por el Gobierno, a quien desagradará porque para los titulares del poder toda crítica es excesiva y todo elogio, insuficiente. 

El pronóstico de algunos es que sólo cumplirá su deber si, a partir de ahora acumula méritos que le encumbren ante la ciudadanía y desencadenen su destitución por el Gobierno

El próximo día repasaremos las intervenciones de los portavoces, que componen un índice más bien penoso de reclamaciones que, a la recíproca, incumplen las televisiones autonómicas establecidas en sus territorios de procedencia. Baste por hoy volver sobre las denuncias que ha efectuado la sección sindical de Comisiones Obreras de RTVE, según las cuales los Telediarios habrían hecho de menos a Unidas Podemos al informar de la campaña electoral del 4 de mayo. Lo más relevante aquí es que el Consejo de Informativos, receptor de la queja, en su templada respuesta acaba revelando el proceder de Podemos que oculta el lugar y hora de los actos y ofrece tan sólo material enlatado para su emisión. Así que, primero eliminaron las preguntas, después prescinden de los periodistas en calidad de testigos mudos y ahora reducen su función a insertar las informaciones enlatadas que han cocinado fuera de la vista del público. ¿A qué espera la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) y la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) para alzar su protesta por semejante vergüenza?

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